Los hermanos Marcos y José Calleja trabajaban en el mundo de la construcción cuando hipotecaron sus casas y lo apostaron todo para impulsar un negocio propio de movimiento de tierras. Tenían 31 y 29 años y compraron una máquina excavadora para hacer piscinas. Casi 30 años después del inicio de la aventura, Hercal se ha convertido en un referente de la demolición, obra civil y movimientos de tierras con iniciativas pioneras para reaprovechar los escombros para hacer nuevo hormigón. Con una facturación anual de unos 100 millones de euros, han participado en proyectos como el derribo de la tercera grada del Camp Nou o el desmantelamiento de la central nuclear de Zorita.
De hijos de sastre a la construcción

Los orígenes de Hercal tienen poco que ver con la trayectoria habitual del sector. Marcos y José eran hijos de sastre y no tenían ninguna vinculación familiar con la construcción. Uno conducía maquinaria y el otro hacía de encargado en una empresa del sector. Se lanzaron a la piscina y emprendieron su propio negocio, comprando una máquina para hacer piscinas. “Trabajando mucho y reinvirtiéndolo todo, fueron comprando más maquinaria y crearon Hercal, de Hermanos Calleja, con la vocación inicial de hacer movimientos de tierras”, explica el actual gerente, Miguel Ángel Pérez.
Pérez: "Cuando tienes que crecer en crisis, desde el principio te acostumbras a racionalizar mucho los costes"
Era el 2006 y el inicio de la aventura empresarial coincidió rápidamente con la gran crisis financiera y del sector inmobiliario en Catalunya. Este nacimiento en plena crisis ha marcado para siempre los valores y la filosofía de Hercal: "Cuando tienes que crecer en crisis, desde el principio te acostumbras a racionalizar mucho los costes". La "vocación de servicio" se convirtió en el motor de supervivencia bajo el lema de "no solo hacer el trabajo, sino hacerlo de manera excelente". "Si no, no tienes futuro", resume Pérez.
La crisis no solo forjó el ADN de Hercal, sino que también sirvió para abrir el negocio. La maquinaria de movimiento de tierras y piscinas pasaba muchos días parada y tuvieron que buscar alternativas. Y encontraron la solución en los derribos, que durante quince años fue la punta de lanza de la empresa y se extendió por toda España y Portugal. Siempre con una visión innovadora que ha marcado su futuro: "Desde el principio tenían sensibilidad medioambiental y una apuesta por el reciclaje y reutilización de los materiales para hacer hormigón". Fue a partir de 2020 cuando abrieron camino en obra civil. De aquí nace la apuesta por la demolición selectiva: antes de entrar con maquinaria pesada, el edificio se "desnuda" y se deja solo el hormigón para valorizar los materiales: "La escombrera de hormigón se podía dejar para aprovechar en la obra".
Del Camp Nou a Mercabarna

Hercal se ha especializado especialmente en derribos industriales, un nicho donde la diferenciación técnica es clave. Este mismo 2025, la empresa ha invertido 6 millones de euros en la compra de la Liebherr R 980, la máquina de demoliciones más grande de la península ibérica y que alcanza los 60 metros de altura y pesa unos 190.000 kilos. "Tenemos unos medios que no tienen otras empresas, y eso nos ha abierto puertas", apunta el gerente. Hercal llega más alto que nadie.
Esta especialización les ha llevado a participar en algunos de los derribos más emblemáticos y simbólicos de los últimos años. En Catalunya, han participado en derribos emblemáticos como el de Mercabarna, la tercera gradería del Camp Nou por la reforma actual, el Miniestadi o los peajes de la AP-7. También han trabajado para clientes industriales como Nestlé o Casa Tarradellas. Y destacan también proyectos complejos, como el desmantelamiento de la central térmica de Andorra (Teruel) o la central nuclear de Zorita. En obra civil o movimientos de tierra han participado en obras en la Sagrada Familia, el Caixa Research de Barcelona o el hotel Hard Rock de Barcelona, entre otros.
El círculo virtuoso de la ruina

Una de las decisiones más estratégicas llega en 2020 con la puesta en marcha de Hzero, una planta de valorización que transforma los escombros de los derribos en áridos reciclados de calidad (arena y grava) aptos para la fabricación de hormigón. La idea nace de una limitación práctica: en derribos urbanos como el de la Modelo, no era viable triturar el material in situ para poder reaprovecharlo por cuestiones de espacio, ruido y polvo. Tras viajar por Estados Unidos y Europa, conocieron las plantas de revalorización de los escombros e impulsaron la suya, que es única en el Estado español. Los escombros de sus demoliciones se pueden acabar utilizando para elaborar hormigón y hacer nuevas construcciones y obra civil que desarrollan ellos mismos. El círculo perfecto, como negocio y como sostenibilidad.
Pérez: "No tiene sentido usar el mismo hormigón para rellenar una zanja que para construir un puente; es como limpiar un coche con agua Bezoya"
En colaboración con la UPC demuestran que el árido reciclado puede ser de uso habitual en la construcción. “No tiene sentido usar el mismo hormigón para rellenar una zanja que para construir un puente; es como limpiar un coche con agua Bezoya”, ejemplifica Pérez. En Europa es ya un proceso habitual, pero las limitaciones legislativas en el Estado español todavía lo dificultan. Por eso, piden incentivos fiscales para utilizar material reciclado. "Somos un modelo transgresor. Tenemos que ser conscientes de que no podemos continuar malgastando el uso de las canteras".
La clave del éxito: servicio y sacrificios
A día de hoy, Hercal da empleo a 280 personas y factura unos 100 millones de euros anuales que provienen a partes similares de sus cuatro grandes áreas de negocio: movimientos de tierras, derribos, obra civil y revalorización de escombros y fabricación de hormigón sostenible. En menos de 30 años, se ha convertido en referente del sector. Miguel Ángel Pérez pone en valor la trayectoria de los hermanos Calleja: "El éxito y valor más grande que tienen es que nada más nacer vino la crisis de la construcción y fueron capaces de crecer". Un crecimiento basado en la "fidelización" de los clientes gracias a la "proximidad" y "profesionalización" del sector.
"Están muy en las obras, las pisan cada día", enfatiza el gerente, que lo resume en tres conceptos: "Vocación de trabajo, sacrificio y capacidad de redacción ante situaciones de emergencia". Todo ello con el sueño que ahora persiguen: expandir los derribos circulares y que los escombros se vuelvan a reaprovechar para nuevas construcciones.