En 1977, en Granollers, una pequeña empresa especializada en cuerdas de embalaje inició una revolución inesperada. Aquel año, Plasticband apostó por sustituir la cuerda tradicional por fleje de plástico con el mínimo material posible, mucho antes de que la sostenibilidad fuera un argumento comercial. Medio siglo después, la firma es un referente mundial en maquinaria de embalaje, exporta el 92% de su producción a 45 países y combina tecnología propia, digitalización y compromiso territorial con una facturación que ya supera los 10 millones de euros y un equipo de 70 trabajadores. "Plasticband es más que una empresa de embalaje: es innovación con valores, e industria hecha en Cataluña", resume Jordi Guimet, CEO e hijo de uno de los cofundadores.
Los inicios: una idea “locura” que se adelanta décadas al sector
Plasticband fue fundada por Jordi Guimet y Miquel Sisó, que detectaron que el sector del embalaje necesitaba soluciones más eficientes. "En aquella época se utilizaba cordel de embalaje para paquetes y cajas. Mi padre empezó a fabricar fleje de plástico, con el mínimo plástico posible. Aquella idea era una locura: entonces no era un argumento, pero ahora es clave", recuerda el CEO actual. Resumidamente, el fleje es una cinta de plástico resistente que se utiliza para embalar, agrupar o asegurar cargas.
El objetivo inicial del proyecto era desarrollar un producto capaz de aguantar cargas con fiabilidad, pero reduciendo al máximo los materiales utilizados. Convencer al mercado no fue fácil, porque eran pioneros y tenían que explicar un producto que se adelantaba a la conciencia ambiental de la época, pero la calidad y la capacidad de adaptarse a un mercado en crecimiento consolidó el proyecto.
El gran salto: de fabricar flejes a fabricar máquinas

A los cinco años de fundarse, Plasticband asumió un reto que marcaría definitivamente su futuro: fabricar maquinaria de embalaje. “De ser fabricante de film a ser fabricante de máquinas es otro mundo. Fue un viacrucis”, reconoce Guimet. La idea surge al ver cómo el embalaje de productos se disparaba y muchos clientes lo hacían a mano. La transición implicó incorporar diseñadores, ingenieros, técnicos y mecánicos. A pesar de la dificultad, el paso fue determinante: hoy, el 60% de la facturación proviene de maquinaria, mientras que el resto son materiales plásticos que han evolucionado hacia soluciones circulares fabricadas mayoritariamente con material recuperado de vertederos.
Una manera de hacer: escuchar al cliente y cocrear
Una de las características que reivindican es la relación con el cliente. “Somos el único fabricante de Europa que cocreamos las máquinas con los clientes. No tenemos catálogo: lo hacemos conjuntamente con ellos. No somos nadie para decidir qué necesitan”, explica el CEO. Esta filosofía ha permitido a la empresa destacar en un sector muy competitivo y consolidar un modelo de producción altamente flexible. “Somos el fabricante más rápido del mundo de nuestra categoría. Podemos hacer una máquina en una semana y entregarla en cualquier lugar del mundo. A Dallas todavía llegamos antes que los competidores locales”, afirma. Esta capacidad de adaptación, combinada con una escucha activa constante, es una de las grandes claves de su éxito.
Internacionalización: entender que el mundo no es “catalán ni del Barça”
A principios de los noventa, Plasticband inicia su proceso de internacionalización con los primeros mercados en Francia, Portugal y Marruecos. "Te das cuenta de que no todo el mundo es catalán ni del Barça. Tienes que entender la idiosincrasia de cada país y adaptarte a ella", reflexiona Guimet, remarcando que la adaptación cultural es tan importante como la calidad del producto. Con el paso de los años, la empresa ha expandido sus ventas hasta llegar a 45 países, y hoy exporta el 92% de la maquinaria que fabrica. Los mercados más exigentes, como el japonés o el noruego, han ayudado a hacer crecer la empresa en calidad y precisión, y el mercado norteamericano ha sido una sorpresa especialmente positiva: "A los americanos les ha gustado la tecnología catalana. Nosotros pensamos mucho en el usuario, y eso allí lo valoran mucho".
Jordi Guimet: "Trabajar desde Cataluña es un privilegio. Tenemos un gran tejido industrial"
El sector de la maquinaria de embalaje es altamente competitivo, con actores potentes en Italia, Alemania, Turquía y China. Aun así, Plasticband mantiene una identidad propia gracias a su manera de trabajar. "Cuando escuchas al cliente y haces lo que quiere, es fácil. Es complicado cuando es el cliente quien se tiene que adaptar a ti", asegura Guimet.
El compromiso con el territorio también forma parte de su ADN: "Trabajar desde Cataluña es un privilegio. Tenemos un gran tejido industrial y fabricar aquí aporta soberanía tecnológica al país". En Granollers, la empresa asume todo el proceso: diseño, fabricación de máquina y consumible, y mantenimiento, reforzando su apuesta por la proximidad y el bajo impacto ambiental. Para Guimet, es una "obsesión" trabajar desde Cataluña: "Es uno de los mejores lugares para hacerlo. El día que dejemos de fabricar en Cataluña, la empresa no tendrá tanto sentido. No es fácil, pero Cataluña debe ser potente industrial".
Tecnología propia, circularidad e industria con valores

Plasticband lleva décadas invirtiendo en tecnología propia y soluciones sostenibles, con un enfoque muy claro en la economía circular. El flex que producen incorpora materiales recuperados de vertederos y responde a una voluntad explícita: "Estamos obsesionados con dejar un planeta mejor del que nos hemos encontrado", afirma Guimet. Además, los valores corporativos tienen un peso central en su forma de hacer: "El primer valor es el respeto: hacia los clientes, el planeta, los antepasados y la forma de hacer. Y después, la mejora infinita: las cosas se tienen que hacer mejor cada día". Esta cultura interna ha contribuido a consolidar una cartera de clientes muy diversa, de la madera al metal, pasando por la logística o la alimentación. "Todo el mundo tiene que embalar", enfatiza Guimet.
Una empresa catalana con visión global
Con presencia internacional, tecnología propia y fabricación íntegra en Cataluña, Plasticband es hoy un caso de éxito que combina industria, innovación y compromiso con el territorio. Su historia es la de una empresa que ha sabido crecer escuchando, adaptándose y manteniendo unos valores sólidos que guían cada decisión. Y, como afirma Guimet, su sentido va más allá del negocio: "Plasticband es más que una empresa de embalaje: es innovación con valores e industria hecha en Cataluña". Un círculo virtuoso basado en el respeto a los clientes, al planeta, a los antepasados y a una manera de hacer conjugado con la voluntad de "mejora infinita".