El pasado 5 de diciembre, la plataforma de streaming más popular del mundo, Netflix, anunció que había llegado a un acuerdo para adquirir uno de los estudios cinematográficos más míticos de toda la historia, Warner Bros, ahora llamada Warner Bros. Discovery, en una compra que incluye también a HBO, o Home Box Office, una cadena de televisión que pertenece a Warner. El precio acordado era la atronadora cifra de 82.700 millones de dólares, que incluye la deuda de la firma comprada. O lo que es lo mismo, 72.000 millones sin tener en cuenta la deuda, que asciende a unos 10.700 millones de dólares. La cadena HBO tiene en su cartera la futura serie de televisión que adapta todos los libros de Harry Potter, así como las nuevas temporadas de Juego de Tronos.
Otro de los factores a tener en cuenta en la operación es que Warner Bros. Discovery anunció hace unos meses que durante 2026 escindirían en dos bloques de negocios que explotan: por un lado, quedarían todos los servicios de streaming, con la marca HBO Max, así como los estudios Warner Bros, y por otro se situarían las cadenas lineales de televisión que explotan, básicamente la CNN y TNT. Aparentemente, la operación tenía todos los números de cerrarse, de manera que Netflix pensaba que había dejado fuera de juego a otros pretendientes de Warner, como eran Comcast (cuarta compañía del mundo en telecomunicaciones y propietaria de NBC Universal) y Paramount Skydance (firma sucesora de la histórica productora de Hollywood fundada en 1912).
El precio acordado era la ensordecedora cifra de 82.700 millones de dólares, que incluye la deuda de la firma comprada
Pero solo aparentemente, porque si el viernes Netflix había presentado su propuesta, el lunes siguiente irrumpió Paramount con una oferta aún más colosal, de 108.000 millones de dólares. Este intento ha sido considerado hostil por el hecho de que no ha sido consensuado con el consejo de administración de Warner, sino que se ha hecho público directamente, con el objetivo de seducir a los accionistas.
Resulta trascendente echar un vistazo a las personas que hay detrás de esta guerra, porque rápidamente se comprueba que hay una derivada de carácter político que va más allá del puro negocio. Por un lado, no es ningún secreto que el fundador y presidente ejecutivo de Netflix, Wilmot Reed Hastings Jr., es un supporter acérrimo del partido demócrata, una filiación que es la que impregna de wokismo las producciones de esta plataforma.
Actualmente, Netflix es una empresa cotizada en bolsa y el 85% del capital está en manos de fondos de inversión como inversión financiera, sin que haya ningún accionista de referencia. Ahora mismo la compañía está valorada en 410.000 millones de dólares. Al otro lado de la trinchera está Paramount Skydance, un conglomerado creado hace solo unos meses mediante la fusión de tres compañías diferentes, Paramount Global (heredera de los estudios Paramount, más la cadena CBS y el grupo de medios Viacom), National Amusements (una firma creada en 1936 para explotar cines y teatros) y Skydance Media (una productora californiana fundada en 2006). El grupo también cotiza en bolsa, donde tiene un valor de mercado de unos 16.300 millones de dólares, mucho menos que su rival Netflix. En este caso, también los principales accionistas son firmas de inversión, con la diferencia de que aquí el máximo accionista no es uno de los sospechosos habituales, sino que lo es Lingotto Investment Management, que atesora un 9%, muy por encima de los otros inversores, que a duras penas llegan al 3 o 4%. Esta entidad fue fundada en el año 2023 por John Elkann, descendiente directo de Giovanni Agnelli, el fundador de Fiat.
Volviendo a Paramount, el principal ejecutivo de la compañía es David Elison y, de hecho, es quien la fundó. Su apellido resonará, y es que no es otro que el hijo del megamillonario Larry Ellison, fundador y propietario de la empresa de informática Oracle. Si antes decíamos que Reed Hastings era extremadamente cercano al partido demócrata, en este caso nos encontramos en los antípodas, porque Elison es financiador del partido republicano y persona muy cercana a Donald Trump. De hecho, se asegura que los Elison hablaron con Trump sobre la oferta y le han garantizado que, en caso de que salga adelante, podrán modificar la línea editorial de la cadena CNN, que, como es público y notorio, en la actualidad no satisface en absoluto al presidente de los Estados Unidos.
Y en medio de estos colosos enfrentados está la compañía en disputa, Warner, que también arrastra una larga historia. Fue fundada como Warner Bros. Pictures en 1923 por parte de los hermanos Warner (originalmente, Wonsal), unos emigrantes de origen judío-polaco. Quien más quien menos recuerda que Warner Bros se constituyó en uno de los estudios de cine fundamentales de la época dorada de Hollywood. Con el paso de los años, se fusionó con Time (un grupo de revistas de gran difusión) y más tarde con America On Line (AOL, uno de los grandes proveedores americanos de acceso a internet), para acabar denominándose Time Warner AOL.
Netflix es una empresa cotizada en bolsa y el 85% del capital está en manos de fondos de inversión como inversión financiera
En 2018, la compañía de telefonía y comunicaciones AT&T compró Time Warner (ya sin AOL) por 85.000 millones de dólares, y la empresa pasó a llamarse WarnerMedia. Ya en 2021, un nuevo movimiento corporativo transformó la compañía en la actual Warner Bros. Discovery. Como es fácil de imaginar, el nuevo apellido de la empresa proviene del antiguo Discovery Channel, una cadena de documentales creada en 1985 por John Hendricks. Los ingresos anuales del conglomerado rozan los 40.000 millones de dólares, mientras que el primer ejecutivo es David Zaslav, un abogado de Brooklyn que, curiosamente, también tiene orígenes judeo-polacos como los fundadores de la Warner original.
Ahora la pelota se encuentra en el tejado de los accionistas de Warner (básicamente fondos de inversión), que son quienes decidirán el desenlace de esta guerra empresarial y política. De momento, las cifras que se han puesto sobre la mesa ya resultan de récord.