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Vetgenomics, el cerebro catalán de la genómica animal

La primera ‘spin-off’ de base tecnológica de la UAB lidera la aplicación de técnicas de genómica molecular al diagnóstico de enfermedades y a la industria farmacéutica

Vetgenomics desarrolla protocolos de análisis molecular en salud animal para diagnosticar enfermedades infecciosas y genéticas | Leicarras (iStock)
Vetgenomics desarrolla protocolos de análisis molecular en salud animal para diagnosticar enfermedades infecciosas y genéticas | Leicarras (iStock)
Marc Vilajosana, periodista de VIA Empresa | Mireia Comas
Periodista
Barcelona
21 de Noviembre de 2025 - 04:55

Desde que en 2003 se consiguiera secuenciar por primera vez el genoma de un ser humano, la genómica ha ido cobrando cada vez más fuerza como una especialización dentro de la medicina. A partir de la información del ADN y el ARN, los sanitarios pueden estudiar la predisposición de las personas a ciertas enfermedades y medicamentos o los riesgos hereditarios, y gracias a ella se ha podido acelerar la medicina personalizada. Pero estas técnicas, hoy ya consolidadas en la medicina humana, no han evolucionado a la misma velocidad dentro de la veterinaria, en la que todavía se encuentran en la infancia, comparadas con el uso extendido de la microbiología o la inmunología.

 

Dentro de esta excepcionalidad, empresas como la catalana Vetgenomics lideran el estudio de la genómica animal para mejorar la salud de los animales, pero también para ofrecer soluciones a la industria farmacéutica. “Apostamos por un modelo para poner a punto cosas nuevas, solucionar problemas que prácticamente nadie ha solucionado”, explica el fundador y antiguo CEO de Vetgenomics y catedrático emérito de la facultad de Veterinaria de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), Armand Sánchez.

El punto diferencial de Vetgenomics es aplicar terapias de genética molecular al mundo animal, es decir, “todo lo que permita hacer diagnósticos basados en ARN y ADN”. “Nosotros cogemos la muestra, extraemos todos los ácidos nucleicos y buscamos la aguja en el pajar. Miramos, con técnicas de amplificación, PCR, etcétera, si lo que buscamos está presente o no en la muestra”, define Sánchez. En esta vertiente de diagnóstico, trabajan tanto con enfermedades infecciosas como con enfermedades propiamente genéticas, ámbitos en los que se especializan principalmente en hacer investigación y desarrollar los protocolos que permiten hacer este tipo de análisis. “Este es nuestro ADN”, asevera el fundador de Vetgenomics, que después llega a acuerdos con otros laboratorios rutinarios, que son los que se encargan de ejecutar estas pruebas en diferentes mercados.

 

Sánchez: “Nosotros cogemos la muestra, extraemos todos los ácidos nucleicos y buscamos la aguja en el pajar”

Pero más allá del ámbito más directamente vinculado a la salud, Vetgenomics también tiene en la industria farmacéutica una porción importante de clientes. Muchos de los principios activos que utilizan las empresas del sector son de origen animal y no se pueden fabricar artificialmente, como la heparina, el sulfato de condroitina o el ácido hialurónico.

Habitualmente, estos componentes se obtienen a partir de los mataderos, y las técnicas genómicas tienen aquí dos funciones principales. La primera es regulatoria, dado que cuando se dan casos de enfermedades infecciosas en ciertas poblaciones animales, las normativas se endurecen y hay que vigilar que estas moléculas no provengan de especímenes infectados. Pero también existe una motivación comercial: “El sulfato de condroitina puede obtenerse de cartílagos de diferentes especies animales, y no es lo mismo un cartílago de tiburón que un cartílago de un bovino o un cerdo, desde el punto de vista de pureza, y el precio de mercado tampoco es el mismo”. En definitiva, una “genética forense” que permite determinar con precisión si un gen concreto se encuentra presente o no en una muestra de origen animal.

La primera empresa de base tecnológica de la UAB

Para conocer la historia de la compañía hay que remontarnos más de un cuarto de siglo atrás, cuando la Generalitat, a través del Centre d'Innovació i Desenvolupament Empresarial (CIDEM, ahora integrado dentro de Acció) impulsó la Xarxa IT, precursora de la actual Acreditación Tecnio. Esta red integraba nueve grupos de investigación de universidades catalanas que se dedicaban a la transferencia tecnológica, entre ellos el Servei Veterinari de Genètica Molecular (SVGM) de la UAB. 

“A los nueve primeros se nos pidieron diversas cosas, entre ellas empezar a funcionar con normas de calidad y hablar con lenguaje de empresa”, explica Sánchez, quien reconoce que les fue “muy bien”, ya que les ayudó a “sistematizar los procedimientos”. La pertenencia a la Xarxa IT les suponía tener que rendir cuentas anuales, y cada vez que lo hacían, desde la Generalitat les preguntaban: “¿Por qué no montáis una empresa?”. Este movimiento se acabó ejecutando años más adelante, gracias a un cambio legislativo que permitía a los catedráticos participar en aquellas empresas que tuvieran una participación de la universidad. “Entonces, fui al rectorado y dije: ‘Quiero montar una empresa’”, recuerda Sánchez. 

Tras un “largo parto” de nueve meses, en el que la UAB tuvo que desarrollar una nueva normativa para regular las empresas derivadas, Vetgenomics se constituyó en 2011, convirtiéndose así en la primera empresa de base tecnológica (EBT) participada por la UAB y en una de las pioneras del Estado. Desde aquel momento y todavía hoy, la Autònoma es propietaria del 10% de la empresa, y la relación con la universidad ha continuado siendo muy estrecha: “No cerramos el servicio de la facultad, pero cogimos gente a la que, de facto, ya teníamos contratada y pagábamos, que fueron los primeros trabajadores”. Este movimiento les permitió ahorrarse “la travesía por el desierto que muchas empresas pasan” los primeros años, ya que ellos ya partían de una base de clientes, servicios y saber hacer que les permitió facturar desde el primer día.

Vetgenomics se constituyó en 2011 como la primera empresa de base tecnológica con participación de la UAB y en una de las primeras del Estado

Manteniendo el espíritu investigador han conseguido desarrollar nuevos protocolos que han añadido valor a la compañía, hasta el punto de generar nuevas spin-offs nacidas de la misma Vetgenomics. La primera de ellas, nacida en 2020, fue Can-Identification. Esta compañía, a través de la solución Can-ID, aplica técnicas de genética molecular a dos situaciones muy concretas vinculadas con los perros: la identificación de deposiciones en la vía pública, dirigida sobre todo a ayuntamientos; y la identificación de perros a los que se les ha arrancado el chip, más vinculada a casos de robos y abandonos. Toda la base científica de la empresa se llevó a cabo desde Vetgenomics, pero una vez puesto a punto, el modelo de negocio de la compañía, con una perspectiva “de cliente muy fijo”, hizo que se decidiera vender a unos nuevos propietarios este 2025.

La segunda, liderada por la también CEO de Vetgenomics Olga Francino, es Nano1Health, una compañía especializada en aplicar las técnicas de genómica molecular para identificar microorganismos, patógenos y biomarcadores que provocan resistencia a fármacos. El gran caso con el que trabaja actualmente la compañía es la leishmaniosis, una enfermedad que afecta especialmente a los perros y que tiene una abundancia de casos entre los países mediterráneos. “Hemos desarrollado unos test genéticos que permitirán al veterinario no solo decir si tiene leishmaniosis o no, sino si debe utilizar un tratamiento u otro”, desvela Sánchez.

La combinación entre una apuesta firme por la I+D y el ofrecimiento de servicios de genética molecular a la industria farmacéutica, donde disponen de acreditaciones tanto de la UE como de la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA) estadounidense, les ha aportado un equilibrio entre innovación e ingresos que permite a la empresa continuar operando bajo este modelo. Con facturaciones que oscilan entre los 500.000 y los 700.000 euros y una plantilla de una docena de trabajadores (contando los de Nano1Health), tiene claro que quiere mantener el rumbo actual: “Queremos seguir haciendo lo que sabemos hacer bien”.

Una tarea que, desde el primer momento, han llevado a cabo desde el Parc de Recerca de la UAB (PRUAB), donde tienen las oficinas y dos laboratorios. “Hemos dicho que no a oportunidades de movernos a Sant Cugat, Rubí o Cerdanyola. Creemos que estar dentro del Parc de Recerca, y estando muy vinculados a la universidad, nos da unos contactos y unas relaciones en un entorno muy favorable para el tipo de empresa que somos”, opina Sánchez.