RACC: el gran club de Catalunya

Radiografía de un imperio de servicios que va más allá del automóvil

El presidente del RACC, Josep Mateu, en el 28 Foro Barcelona de Seguridad Vial. El 12 de diciembre de 2022 | RACC | Europa Press El presidente del RACC, Josep Mateu, en el 28 Foro Barcelona de Seguridad Vial. El 12 de diciembre de 2022 | RACC | Europa Press

Allí donde la avenida Diagonal realiza los últimos bufidos después de más diez kilómetros de periplo intenso, resalta la figura de un cubo amarillo que parece el hito que marca el límite administrativo de Barcelona. Es la sede del club con más socios del país, que además es una entidad más que centenaria: el Real Automóvil Club de Catalunya, conocido comercialmente como RACC. No es el último edificio de la ciudad condal, porque este honor corresponde a su vecino, el Servicio de Deportes de la Universitat de Barcelona, que ocupa los números 695-701, los más altos de la banda de mar de la avenida. La ubicación del RACC entre el citado servicio de deportes y el Real Club de Tenis del Turó (ahora conocido como David Lloyd Club Turó por motivos empresariales) no es tan antigua como el club, sino que se inauguró en septiembre del 1996, en plena euforia postolímpica.

Los orígenes de la entidad hay que buscarlos en el año 1903, cuando se crea el Automóvil Club de Barcelona, en plena afición burguesa para experimentar con la velocidad. Tres años más tarde, este lobby de conductores ya tomaría la denominación que ha regido hasta la fecha. Prueba de la afición que tenían las clases acomodadas de aquella época por el motor es la creación en 1916 de otra entidad capital y llena de apellidos ilustres, la Penya Rhin. Si repasamos las listas de implicados en la creación y crecimiento de ambos clubes, encontramos nombres como el del pintor Ramon Casas Carbó o el de Josep Bertrand Salsas (miembro de una importante familia del textil), por parte del RACC, y los de Narcís Masferrer Sala (periodista implicado en la fundación del Barça), “FricArmangué Feliu, Joaquim Molins Figueres (empresario del cemento) o Francesc Serramalera Abadal (empresario de la automoción), en el caso de la Peña Rhin. Cabe decir que muchos de estos personajes pertenecían indistintamente a una sociedad ya la otra.

Los grandes linajes no son cosa del pasado: Juan Antonio Samaranch jr., Albert Esteve o Alfonso Rodés están en la actual junta

Aunque han pasado muchos años desde la creación del RACC, la nómina de presidentes no es tan larga como cabría esperar, porque desde la Guerra hasta nuestros días sólo contamos cuatro presidentes: el actual, Josep Mateu Negre (en el cargo desde 2015), y sus predecesores, Sebastià Salvador Plandiura (1985-2015), Salvador Fàbregas Bas (1957-1985) y Francisco Quintana Ylzarbe (1940-1957). Entre los presidentes anteriores al conflicto bélico encontramos algunos nombres conocidos como -aparte del ya mencionado Josep Bertrand Salsas- Salvador de Samà i Torrents (marqués de Marianao y de Vilanova y la Geltrú), Maties Muntades Rovira (de la familia propietaria de España Industrial) o Josep Suñol Garriga (presidente del Barça durante la república y empresario de prensa). Podríamos pensar que lo de los grandes linajes en el corazón del RACC es cosa del pasado, pero la realidad nos desmiente, porque si echamos un vistazo a los miembros actuales de la junta directiva también encontraríamos algunos; es el caso de Albert Esteve Cruella (de la familia de los laboratorios que llevan su nombre), Juan Antonio Samaranch Salisachs (hijo del antiguo presidente del COI), Pedro Martínez de la Rosa (expiloto de Formula1 y miembro de una estirpe central del país) o de Alfonso Rodés Vilà (hijo del Leopoldo Rodés Castañé).

El conglomerado de servicios va mucho más allá del automóvil: asistencia médica, para el hogar, telefonía, fibra óptica,...

La llegada al poder de Josep Mateu Negre se produjo el primero de julio del 2015, cuando Sebastià Salvadó abandonó el cargo después de tres décadas al frente de la institución y con ochenta y dos años cumplidos. Fue una transición suave, porque Mateu ocupaba ya el cargo de vicepresidente, así como la dirección general. El actual director general es Xavier Pérez López, un economista con pasado en las multinacionales Unilever y Sanofi. Lo que gestiona el presidente y sus ejecutivos es un conglomerado de servicios que va mucho más allá de su negocio medular de la asistencia en carretera: asistencia al hogar y médico, seguros, autoescuelas y, en general, comercialización de productos propios y de terceros, donde se incluye una marca de telefonía que ofrece fibra óptica, televisión y telefonía móvil gracias a un acuerdo con Euskaltel. También son muy reconocidos sus estudios sobre movilidad, de los que a menudo se hace eco la prensa generalista. Otra de las vertientes del RACC es la actividad deportiva en el ámbito del motor, con más de cuarenta pilotos propios y una infraestructura clave, de la que hablaremos más adelante. Dentro del paraguas RACC existe también una fundación. La infraestructura clave de la que hablábamos hace unos instantes es nada menos que el Circuit de Catalunya, donde el RACC es el segundo accionista con el 14% del capital, por detrás de la Generalitat de Catalunya, que tiene una participación mayoritaria. Durante algunos años fueron accionistas de otra entidad de renombre del país, como es Agrupació Mútua, pero en 2015 vendieron su participación a los socios franceses de Crédit Mutuel por un importe de 45 millones de euros, lo que sirvió para aflorar unos beneficios relevantes en ese ejercicio.

RACC sigue muy por encima del otro gran club automovilístico estatal, el RACE, con sede en Madrid y con cerca de 300.000 socios menos

Lo que más llama la atención de esta entidad son sus cifras, dado que todo resulta grandioso: allí trabajan más de 1.200 personas y supera los 800.000 socios, lo que lo hace el club automovilístico con una mayor masa social de todo el Estado; hace unos años llegó a superar el millón de afiliados. Pero no todo es celestial en la entidad amarilla, porque si echamos un vistazo a las cifras comprobaremos que en una década han perdido más de doscientos mil socios (casi un Barça y medio) y la facturación ha caído un 50%, unos datos bastante preocupantes y que cuestionan el futuro de la entidad. Es difícil saber si pierden o ganan dinero, porque no siempre lo comunican, pero está claro que están muy lejos de sus mejores momentos. Sin embargo, el RACC sigue muy por encima del otro gran club automovilístico del Estado, el RACE (Real Automóvil Club de España), con sede en Madrid y 530.000 socios, una cifra que le permite alcanzar los 165 millones de euros de facturación.

Los cambios socioeconómicos derivados de la gran crisis iniciada en 2008 son seguramente los principales responsables del decrecimiento de la entidad en los últimos diez o doce años, pero en cualquier caso, habrá que ver si sus gestores son capaces de revertir esta tendencia.

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