La irrupción de la IA en la industria cinematográfica: cuando el ChatGPT revoluciona Hollywood

Llega el fin de la huelga de 148 días convocada en Hollywood por el 'Writers Guild of America (WGA)', suponiendo un llamamiento a la regulación de la IA en el panorama audiovisual

Imagen de archivo de un hombre y un robot mirando una película | iStock Imagen de archivo de un hombre y un robot mirando una película | iStock

"Sí, soy capaz de ayudarte a escribir el guión de una película". Ésta es la respuesta del ChatGPT cuando le preguntamos si sería capaz de escribir un guión, una respuesta que ha sembrado el caos en Hollywood provocando una huelga de 148 días convocada por el Gremio de Escritores de América (WGA). Como no podía ser de otra forma, buena parte de la industria cinematográfica, que define la IA como una “máquina de plagio”, se niega a ver a actrices como Sandra Bullock o como Tom Hanks bajo las órdenes de la inteligencia artificial. Sin embargo, hay que decir que ésta se está utilizando para resolver determinados procesos en favor de los directivos y directivas del sector y, ante este panorama, muchos espectadores se preguntan: ¿puede ser la inteligencia artificial divertida? ¿Puede ser creativa? ¿Puede entretenernos? 

"El ChatGPT no sabe nada, no sabe ni qué no sabe", apunta a VIA Empresa Josep M. Ganyet, etnógrafo digital, quien advierte que la inteligencia artificial "puede generar -que no crear- contenidos que nos pueden parecer interesantes, pero esto no quiere decir que sea creativa, pues quien debe decirle qué debe hacer y qué resultado debe obtener, siempre será un humano”. Por este motivo, el experto matiza que la inteligencia artificial no crea, sino que los humanos creamos a partir de ella: “La creatividad implica un objetivo, un propósito que las máquinas no tienen; ahora bien, generar, puede generar de todo, como ruido”, añade. 

Los guionistas de Hollywood han puesto fin a la huelga después de 148 días 

“Alguien debe pulsar el botón” 

Al fin y al cabo, todo el contenido que puede generar el ChatGPT -o el modelo de lenguaje de turno-, se basa en otros contenidos que ya ha aprendido, y es a partir de éstos de donde extrae una estructura de lenguaje que, basado en la estadística, puede encadenar palabras, formando textos que para nosotros tienen sentido. "Esto no quiere decir que sepa nada", añade Ganyet, quien ejemplifica este proceso con el de una fotocopiadora: "Esta hace fotocopias y, hasta que no le dices que pare, no para: alguien debe pulsar el botón". 

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A pesar de partir de la base de que la inteligencia artificial, de artificial tiene mucho, pero de inteligente poco, no podemos darle la espalda porque puede resultar realmente útil en determinadas tareas. “No debemos valorar el trabajo como una actividad monolítica, sino como una suma de tareas, y entre éstas, algunas son creativas, que dan un propósito a tu trabajo y que sólo puede hacer un humano, pero hay otras que son repetitivas, poco creativas, de poco valor añadido y que, por tanto, son robóticas”, apunta Ganyet, señalando que son precisamente estas últimas las que debemos derivar a los robots: “Si, por el contrario, hay un empresario que con ganas de hacer dinero suprime el factor humano de la ecuación, tendrá problemas”, añade. 

¿Qué puede (y qué no puede) hacer la IA? 

Por lo tanto, a la hora de delegar tareas a la inteligencia artificial, no sólo debe llevarse a cabo una cuidadosa y estratégica selección, sino que su actividad debe pasar por unos controles de calidad. De lo contrario, pueden surgir polémicas como la de la famosa serie El Juego del Calamar, que tuvo lugar a mediados de octubre de 2021 cuando espectadores y profesionales de la industria audiovisual criticaron los “mediocres” subtítulos, según Statista, de la serie original de Netflix más popular a nivel mundial. 

La industria audiovisual criticó a los “mediocres” subtítulos de la serie original de Netflix más popular a escala mundial, 'El Juego del Calamar' 

“Es lo que ocurre cuando una máquina traduce unos subtítulos, una persona mal pagada los arregla de aquella manera y los envía a Netflix, superando los controles de calidad sin saber cómo”, explica a VIA Empresa Marina Borrás, traductora audiovisual y miembro de la comisión de la Asociación de Traducción y Adaptación Audiovisual de España (ATRAE), quien no sólo ha seguido este fenómeno muy de cerca, sino que también alienta a los espectadores a quejarse ante estas situaciones. 

“Desde que empecé a estudiar traducción, todo el mundo me decía que la traducción automática me quitaría el trabajo”, comenta Borrás, quien señala que, hasta ahora, no ha sido así: “En el ámbito de la traducción audiovisual, este tipo de herramientas no nos resultan útiles porque cambian palabra por palabra y frase por frase, muy lejos de nuestra tarea que consiste en interpretar lo que sucede en cada escena y reexpresarlo en nuestro idioma de una forma natural”. Así, la experta asegura que "la tecnología actual progresa y es muy interesante, pero se encuentra a años luz de entender la escena". 

Y esto, ¿de quién es? 

Para Daniel M. Caneiro, director, guionista y experto en nuevas tecnologías “el aspecto que más debemos vigilar es el de la propiedad intelectual”, por lo que se pregunta cómo evoluciona la propiedad de una obra en el contexto actual: “Si tú coges una obra mía, y la quieres pasar por un modelo de lenguaje para que le dé una vuelta, tendré que darte permiso; en el caso de que lo haga, ¿cómo se gestiona? ¿De quién pasan a ser estos derechos? ¿Cómo tengo control de mi obra?”. 

Caneiro: "El aspecto que más debemos vigilar es el de la propiedad intelectual" 

“Estamos ante un fenómeno que al principio hacía gracia, pero que en nuestro sector tienes el peligro de que tu reputación profesional quede muy tocada y puedes encontrarte en situaciones muy comprometidas de las que no tienes ningún tipo de control”, apunta por su parte Àlex Casanovas, presidente de la Asociación de Actores y Directores Profesionales de Catalunya (AADPC), quien considera que la inteligencia artificial ha irrumpido en la industria “sin mirar lo que pisa, ni a quien se lleva por delante”, calificando de “peligro terrible” el hecho de que se pueda utilizar la voz de alguien sin ningún tipo de consentimiento. 

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Pese a este desconcierto en relación con un necesario marco normativo, y ante esta situación de incertidumbre, Caneiro valora la introducción de las nuevas tecnologías en el sector: “En buenas manos pueden ser fantásticas, ahora bien, los problemas surgen si se les da un mal uso”. El director explica que ha "jugado" con el ChatGPT a ver cómo podría generar una secuencia, pero el resultado es "nefasto": "No retorna un texto con una calidad a partir del cual sacar algo decente". Aún así, destaca que sí funciona como una “herramienta de inspiración” que te puede ayudar a “desbloquear ideas y potenciar tu visión”. 

El presidente de la AADPC defiende que, pese a “ser más rápida y disponer de una base de datos brutal”, la inteligencia artificial siempre dependerá de la chispa que le puedan dar una o varias personas a un determinado contenido: "La parte humana es imprescindible". Así, Casanovas reivindica que "no estamos en contra de los avances tecnológicos, pero necesitamos una regulación porque nosotros vivimos de nuestra imagen y de nuestra voz". 

No somos buenos adivinando el futuro; la IA, probablemente tampoco 

Y es que, como humanos, una de las cosas que peor se nos da es adivinar el futuro. Éste es uno de los principales motivos por los que es absurdo preguntarse si la inteligencia artificial lo hará mejor que nosotros. Pero, puestos a jugar, ¿será el ChatGPT capaz de prever el éxito de una película? 

Ganyet: "Cuando se incluye el componente social dentro de la ecuación todo se complica muchísimo, evolucionando a un modelo mucho más imprevisible e impredecible" 

"No creo que sea capaz de hacerlo", comenta Ganyet, quien argumenta que el factor humano y la sociología juegan en contra de esta posibilidad: "El comportamiento humano, que a priori es racional, muchas veces da lugar a tomar decisiones irracionales, algunas de ellas emocionales o, incluso, autodestructivas -miremos cómo está el planeta- y, por tanto, cuando se incluye el componente social dentro de la ecuación todo se complica muchísimo, evolucionando a un modelo mucho más imprevisible e impredecible”. 

De momento, en Hollywood, los guionistas han conseguido un principio de acuerdo con la Alianza de Productores de Cine y Televisión (AMPTP) que garantiza, entre otros, que la inteligencia artificial no podrá escribir una obra original o reescribir otro material literario, y que las empresas no podrán obligar a sus trabajadores a usarla. Aun así, en el escenario actual, la sociedad encuentra a su disposición una tecnología dotada de un potencial aparentemente infinito, que pide ser regulada, y que todo el mundo que la dispone tiene la oportunidad de pasar de ser un simple espectador a un protagonista. Luces, cámara, acción.

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