
Los anticuerpos son un elemento indispensable del sistema inmunitario de los seres humanos. Estas glicoproteínas, formadas por una proteína y un carbohidrato, se encuentran en forma soluble en la sangre y son las encargadas de detectar y eliminar los virus, bacterias y otros microbios que afectan al organismo. Sin embargo, aunque son imprescindibles para el buen funcionamiento de las defensas del cuerpo, hay casos en que su presencia dificulta el tratamiento de algunas enfermedades o, incluso, ayuda a desarrollarlas.
Un ejemplo claro es la incompatibilidad sanguínea en transfusiones de sangre o trasplantes de órganos. “Para las personas de algunos grupos sanguíneos es un problema, porque no hay suficientes órganos de los grupos compatibles y se retrasan mucho en la lista de espera”, explica el doctor en medicina inmunológica Rafael Mañez, quien fue jefe de servicio de la unidad de cuidados intensivos (UCI) del Hospital Universitario de Bellvitge entre 2003 y 2024. Son también importantes las enfermedades autoinmunitarias, un gran cajón en el que entran la celiaquía, la artritis reumática, la diabetes mellitus de tipo 1 o la hepatitis autoinmunitaria. Estas afecciones se caracterizan por el hecho de que los anticuerpos pasan de proteger el organismo a atacarlo. Un caso similar ocurre con el fenómeno conocido como potenciación por anticuerpos de la infección (ADE, por las siglas en inglés): “Los microbios dejan que los anticuerpos se les unan porque saben que no les hacen daño, y los utilizan como un escudo contra anticuerpos específicos”.
La existencia de todas estas problemáticas hace necesario algún método para combatir esta clase de anticuerpos, pero sin atacar aquellos que sí hacen su trabajo correctamente. Una tarea de alta complejidad que, hasta ahora, no contaba con ningún tratamiento específico, y que es el campo de experiencia de RemAb Therapeutics, una empresa catalana que aspira a convertirse en la solución de referencia.
De la investigación al emprendimiento
RemAb Therapeutics nace en 2018 como una empresa derivada del Institut d'Investigació Biomèdica de Bellvitge (IDIBELL). “Hace más de 30 años que trabajo con estas moléculas, unos polímeros conjugados capaces de eliminar anticuerpos específicos y concretos”, desvela el doctor Mañez, quien también es el director y cofundador de la compañía. Su equipo de investigación identificó un anticuerpo específico, que tenemos todos los humanos de manera natural a partir de los seis meses de vida, que ayuda a un grupo de bacterias gramnegativas responsables de la mayoría de infecciones que se cogen en los hospitales. “Como teníamos estas moléculas, investigamos qué sucedía eliminando selectivamente este anticuerpo, y vimos que éramos capaces de generar una inmunidad protectora contra las infecciones”, recuerda Mañez.
Este descubrimiento fue considerado suficientemente importante para montar una empresa a su alrededor, razón que explica la constitución de RemAb. Desde entonces, la compañía se ha dedicado a progresar en la investigación y diseño de estas moléculas, hasta que ha conseguido establecer una tecnología que llaman HART (Harmful Antibody Removal Technology), con la que pueden atacar varias clases de anticuerpos perjudiciales: “Es un polímero soluble que vamos ajustando en función del antígeno y el anticuerpo que queremos eliminar”.
RemAb Therapeutics es pionera en la eliminación específica de anticuerpos perjudiciales para los humanos
Con esta metodología, el equipo trabaja en un total de cinco programas, cada uno de los cuales requiere un diseño de moléculas específico. El primero y más avanzado es el caso que dio origen a la empresa, el de las enfermedades infecciosas en los hospitales, que ya ha superado las pruebas in vitro e in vivo con animales y se encuentra en la primera fase clínica con humanos, voluntarios y sanos, en el Hospital del Mar de Barcelona. “Esta fase es para mirar la toxicidad, pero como se utiliza contra anticuerpos que tenemos todos, no tenemos que esperar a tratar a un grupo de enfermos para ver su eficacia, y estamos viendo que son realmente eficaces”, señala el director de RemAb.
El mismo anticuerpo con el que trabajan en el primer caso también es responsable de una reacción alérgica específica, común sobre todo en Estados Unidos a consecuencia de la picadura de una especie de garrapata, que provoca que la gente no pueda comer carne roja ni recibir tratamientos con anticuerpos monoclonales. “La misma primera molécula nos podría ayudar en este caso”, desvela Mañez. Los otros tres programas sí que requieren nuevas moléculas, y se centran en eliminar selectivamente los anticuerpos responsables de las incompatibilidades de grupos sanguíneos, el tratamiento de enfermedades autoinmunitarias (específicamente, un caso concreto de tiroiditis) y la eliminación de aquellos que dificultan las terapias génicas.
Este último caso es especialmente notorio. “La terapia génica se basa en introducir unos virus modificados en el cuerpo, de adenovirus respiratorios, para transferir genes a las células dañadas”, explica el doctor Mañez. El problema de estos tratamientos es que un porcentaje elevado de la población ha desarrollado anticuerpos contra las enfermedades en las que se basan estos virus modificados, lo que los elimina una vez introducidos dentro del organismo y, por tanto, sus efectos quedan anulados. “El gran problema para poder seguir avanzando en terapia génica es que consiguen eficacias transitorias”, comenta el cofundador de RemAb, que también destaca que trabajan conjuntamente con el doctor Miguel Chillón, uno de los principales referentes en este campo.
RemAb trabaja en suprimir anticuerpos responsables de enfermedades autoinmunitarias o de las incompatibilidades entre grupos sanguíneos
En todos los casos, la tecnología de RemAb destaca por dos ámbitos. En primer lugar, por ser la única metodología existente en la actualidad que trata de eliminar específica y únicamente los anticuerpos seleccionados; en segundo lugar, por no tener que necesitar tratamientos inmunosupresores adicionales. “Con nuestro sistema, podemos eliminar anticuerpos sin añadir tratamientos que afecten al sistema inmunitario”, remarca el director de RemAb. Dos factores que reducen los efectos secundarios y, en definitiva, “evitan las complicaciones de muchos de los tratamientos”.
Visión a largo plazo en un momento clave
La actividad con potencial revolucionario de RemAb es llevada adelante por un equipo de sólo siete personas, en el que cuatro de ellas son doctores. “No somos una empresa muy grande, pero podemos dar respuesta a los diferentes programas, y cuando entren nuevos proyectos, es posible que haga falta más gente, pero intentaremos no crear una macroestructura, porque son muy costosas”, valora Mañez. La compañía trabaja con un horizonte temporal a muy largo plazo, natural dentro del sector médico, y tiene claro que la comercialización no se iniciará hasta, al menos, de aquí a cinco años, en el panorama más optimista.
Dicho esto, la empresa se encuentra ahora mismo en un momento clave: la previsión es finalizar este año la fase 1 del estudio clínico del primer programa e iniciar el año que viene la fase 2, multicéntrica e internacional, en este caso ya con pacientes enfermos de UCI, que servirá para medir la eficacia de las moléculas en las que trabajan. “Cuando entras en clínica, necesitas cantidades muy importantes de dinero, y lo que limitará la velocidad será la economía que podamos tener”, admite el cofundador. Con todo, el equipo se muestra muy optimista: “Hay un gran interés tanto por parte de la industria farmacéutica como de venture capitals, y si confirmamos que la solución es segura, será mucho más fácil levantar dinero para poder avanzar”.
Mañez: “Hay un gran interés tanto por parte de la industria farmacéutica como de 'venture capitals'”
Mientras tanto, la compañía continúa avanzando en el diseño de las diferentes moléculas para eliminar anticuerpos específicos desde su sede en el Parc de Recerca UAB (PRUAB), donde operan desde hace tres años después de estar instalados en el IDIBELL. “Aquí tenemos oficinas, laboratorio y la posibilidad de acceder a toda la tecnología que tienen. Nadie puede tenerlo casi todo, y es importante estar en un lugar en el que puedas acceder con relativa facilidad a todas las necesidades tecnológicas, y en este campus hay de todo”, opina Mañez, quien inició su formación en medicina hace exactamente 50 años, en 1975, en la misma UAB desde donde ahora trabaja. Un centro con el que también colaboran “muchísimo” a escala de investigación a través de varios proyectos, como el ya mencionado del doctor Chillón en el ámbito de la terapia génica. No ha sido así dentro del ámbito académico, pero no por falta de ganas: “Hemos tenido propuestas, pero hasta ahora, como somos poca gente y hemos tenido unos años muy intensos, no hemos podido. Pero estaremos encantados en la medida en que podamos”.