En entornos de investigación se suele oír la frase: “El mundo está lleno de grandes soluciones buscando un problema”. Y, a menudo, es cierto. Como responsable de negocio de innovación para empresas en i2CAT, he visto cómo proyectos tecnológicos brillantes quedan encerrados en un cajón porque nadie supo conectarlos con una necesidad real de mercado. También he visto la otra cara: empresas con retos urgentes que no encuentran el camino para acceder al conocimiento capaz de resolverlos. Dar respuesta a las dos estrategias es nuestro reto eterno, resolver la dicotomía entre tech push (cuando la innovación es impulsada por la tecnología disponible) y market pull (cuando la innovación viene guiada por las necesidades del mercado).
Sin escuchar al mercado, muchas investigaciones se pierden porque no encuentran aplicación. Pero sin investigación visionaria y arriesgada tampoco tendríamos las bases de muchas tecnologías actuales. Los centros de investigación, pues, debemos ser capaces de captar oportunidades de negocio y, al mismo tiempo, de experimentar con ideas que hoy no tienen mercado, pero que pueden cambiarlo completamente en el futuro. Y la solución supone, justamente, no tener que escoger una u otra, sino convivir con ambas y ser capaces de ejecutarlas con éxito.
"He visto cómo proyectos tecnológicos brillantes quedan guardados en un cajón porque nadie supo conectarlos con una necesidad real de mercado"
Catalunya vive un momento privilegiado en términos de ecosistema TIC. Contamos con centros tecnológicos, universidades, empresas emergentes, pymes y corporaciones que trabajan en ámbitos punteros como el 5G y 6G, la inteligencia artificial, la ciberseguridad, la cuántica o el blockchain. Esta riqueza de conocimiento es un activo de primer orden para posicionar el país y las empresas catalanas dentro de la estrategia digital europea. Sin embargo, el conocimiento por sí solo no genera competitividad. Es necesario transformarlo en productos, servicios y soluciones que den respuesta a necesidades concretas del tejido empresarial y de la ciudadanía.
Pero, ¿cómo lo hacemos?
Para muchas pymes, colaborar con la investigación puede parecer lejano o demasiado caro. La clave es hacerla cercana y tangible. Cuando los centros de investigación traducimos el conocimiento a soluciones y lenguajes de negocio concretos, ofrecemos la posibilidad de validar la tecnología mediante pruebas asequibles, explicamos casos de éxito similares y acompañamos en el acceso a fondos públicos, reducimos la percepción de riesgo en las empresas y abrimos nuevas oportunidades. Identificar y difundir los casos de éxito es básico porque demostraremos a las empresas que la investigación aplicada permite acelerar el tiempo de salida al mercado, mejorar la competitividad y generar nuevas líneas de negocio y las inspira a identificar sus propios casos de uso.
"La investigación aplicada permite acelerar el tiempo de salida al mercado, mejorar la competitividad y generar nuevas líneas de negocio"
Los centros de investigación jugamos un papel clave, pero se necesita colaboración entre investigación, empresas, administración pública y ciudadanía. Los centros aportamos conocimiento y tecnología, las empresas transforman este conocimiento en productos y servicios escalables y las instituciones deben crear políticas, financiación y mecanismos para hacerlo posible y llegar a la ciudadanía. Catalunya ha avanzado en esta dirección: tenemos instrumentos promovidos por nuestras instituciones para acercar la investigación y la innovación a las empresas, como el Programa de Compra Pública de Innovación RIS3CAT 2030, que permite desarrollar soluciones a partir de retos reales de la administración; el Sistema Dinámico de Adquisición del CTTI, con 6.520 millones de euros para contratar soluciones TIC de manera más ágil y abierta; o los Cupones a la Competitividad Empresarial de Acció, que ofrecen subvenciones para que las pymes puedan probar nueva tecnología.
A pesar de estos avances, los retos continúan siendo importantes.
Hay que crear más canales de comunicación entre empresas y centros para que las necesidades empresariales lleguen de manera clara a los equipos que investigan. Los centros de investigación deben diseñar una organización orientada a cliente (empresa-administración-ciudadano) y es necesario disponer de perfiles de negocio que profesionalicen el proceso de venta de principio a fin. En los centros de investigación debemos instaurar procesos y reglas de negocio para vender más y mejor la innovación y la investigación que hacemos, y esto empieza por cambiar el modelo de innovación, pasando de un proceso lineal a un proceso cíclico donde la visión de negocio se integra desde el inicio, cuando se conceptualiza la investigación.
Hay que facilitar el acceso de las pymes a la innovación con modelos flexibles de colaboración que no supongan grandes barreras de entrada, promoviendo consorcios y proyectos compartidos que permitan a las pymes innovar con menos riesgo y coste. Hay que impulsar el talento digital, promoviendo programas de formación y reciclaje digital en colaboración con universidades y centros tecnológicos para garantizar talento cualificado sin el cual la investigación y el negocio no pueden converger, y hay que fortalecer la presencia internacional para que las soluciones creadas en Catalunya compitan en mercados globales potenciando la participación en ferias, misiones y redes internacionales que den visibilidad global a las soluciones desarrolladas en Catalunya.
"Hay que facilitar el acceso de las pymes a la innovación con modelos flexibles de colaboración que no supongan grandes barreras de entrada"
Catalunya tiene todos los ingredientes para ser un hub europeo de innovación digital con impacto: centros de investigación excelentes, empresas con ganas de crecer e instituciones comprometidas con la transformación digital. Para que esto sea una realidad, hay que asumir un principio básico: la innovación empieza cuando invertimos, arriesgamos y escuchamos el mercado y termina cuando la tecnología genera bienestar y competitividad. El reto ya no es hacer más investigación, sino conseguir que llegue más lejos y que se convierta en oportunidades de negocio, crecimiento económico y mejora de la vida de las personas.
Esta debería ser la brújula que guíe la innovación catalana en los próximos años.