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La transición hacia energías renovables: un camino firme, pero aún insuficiente

12 de Septiembre de 2025
Josep Solé, director de ERIA

La crisis climática ya no admite dilaciones. La última cumbre del clima (COP28) fijó un objetivo claro: triplicar la capacidad mundial de energías renovables para 2030. Un reto enorme que implica no solo desplegar más placas solares o aerogeneradores, sino también repensar cómo producimos, consumimos y distribuimos energía. En este escenario, las renovables se presentan como la gran solución tecnológica para descarbonizar la economía.

 

Sin embargo, casos como el apagón del 28 de abril en España evidencian que no basta con generar más electricidad limpia: es imprescindible adaptar las infraestructuras y los sistemas eléctricos para integrar esta energía de forma segura y estable. Lograrlo exige algo más que innovación: hace falta acción colectiva y coordinación global.

"No basta con generar más electricidad limpia: es imprescindible adaptar las infraestructuras y los sistemas para integrar esta energía de forma segura y estable"

Avances notables, aunque desiguales

Los datos muestran que avanzamos rápido, pero no lo suficiente. La Agencia Internacional de la Energía (IEA) estima que la capacidad renovable global crecerá 2,7 veces hasta 2030, lo que superaría en un 25% los objetivos actuales, pero lejos de la meta de triplicar asumida en la COP28.

 

Según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), en 2024 se añadieron 585 GW de capacidad renovable en todo el mundo, el 92,5% de toda la expansión energética global. Con ello, la capacidad total instalada alcanza ya los 4.448 GW, lo que supone el mayor crecimiento anual registrado hasta ahora: un 15,1%. Aun así, IRENA advierte que no basta: para cumplir el objetivo de 2030, el ritmo de crecimiento debería ser del 16,6% anual en adelante.

La transición tiene también un claro líder: China concentra el 60% de la expansión prevista, seguida por la Unión Europea, Estados Unidos e India. El apoyo de más de 140 países con políticas climáticas y de seguridad energética ha hecho que las renovables sean hoy más competitivas que los combustibles fósiles.

"La transición tiene también un claro líder: China concentra el 60% de la expansión prevista, seguida por la Unión Europea, Estados Unidos e India"

El ejemplo europeo y el caso español

La Unión Europea ha decidido acelerar: entre 2024 y 2030 doblará su ritmo de despliegue renovable, según la IEA. En 2023, la energía limpia representaba ya el 24,5% del consumo energético, y en 2024 alcanzó el 47% del mix eléctrico, con un aumento de 93 TWh respecto al año anterior.

La solar brilla con fuerza: por primera vez superó al carbón en Europa y ya supone un 11% del mix eléctrico, según Ember. El reto pendiente es la eólica, que necesita mayor impulso para alcanzar los 600 GW solares previstos para 2030.

En España, la foto es aún más alentadora: en 2024, el 55,8% de la electricidad se generó con renovables, lo que consolidó al país como referente europeo, pero no todos los territorios avanzan al mismo ritmo. Catalunya, por ejemplo, apenas alcanzó el 16,2% de generación renovable, apoyándose en la nuclear (49,9%) y en importaciones (14,5%). Una señal clara de que la transición energética no es homogénea y que hacen falta políticas más decididas en determinados territorios.

Electricidad: el motor de la descarbonización

La electricidad es el eje de la transición. En 2023, las renovables ya representaron más del 30% de la generación eléctrica mundial, y podrían llegar al 46% en 2030. La fotovoltaica y la eólica sumarán juntas el 95% de la nueva capacidad en esta década. Pero no todo es crecimiento: hay cuellos de botella. Más de 1.650 GW de proyectos renovables esperan conexión a la red. La falta de infraestructuras de transmisión, almacenamiento y digitalización amenaza con frenar el despliegue.

"La falta de infraestructuras de transmisión, almacenamiento y digitalización amenaza con frenar el despliegue"

En España lo vivimos de primera mano el 28 de abril de 2025, cuando un apagón dejó en evidencia la vulnerabilidad de la red. Ocurrió en un momento de alta generación renovable, pero aun así fue necesaria la desconexión automática de parte del sistema ante una perturbación. La lección es clara: no basta con generar más electricidad limpia; hay que modernizar la red, reforzar interconexiones, invertir en almacenamiento y descentralizar la planificación.

Electrificar lo difícil: calor, transporte e industria

La transición energética no se limita a producir más electricidad renovable. El gran desafío es llevar esa electricidad limpia a los sectores que hoy siguen anclados en los combustibles fósiles. Calor, transporte e industria concentran la mayor parte del consumo energético mundial y son, al mismo tiempo, los terrenos donde la descarbonización avanza más despacio.

El calor representa casi la mitad de la energía final mundial, pero solo una pequeña fracción es renovable. Bombas de calor, bioenergía moderna y tecnologías para recuperar calor residual en procesos industriales ofrecen un enorme potencial, aunque requieren más apoyo e inversión para escalar.

"El calor representa casi la mitad de la energía final mundial, pero solo una pequeña fracción es renovable"

El transporte sigue siendo el talón de Aquiles de la transición. Los vehículos eléctricos ya transforman la movilidad urbana, pero el gran reto está en el transporte marítimo y aéreo. Aquí entran en juego los biocombustibles sostenibles y el hidrógeno verde, que necesitan políticas firmes y nuevas infraestructuras de recarga y abastecimiento.

La industria pesada concentra algunos de los procesos más difíciles de electrificar, desde la siderurgia hasta el cemento o la química. Tecnologías emergentes como los hornos eléctricos de alta temperatura, el hidrógeno renovable o los sistemas híbridos que combinan distintas fuentes abren la puerta a una transformación profunda, pero aún incipiente.

Electrificar estos sectores es mucho más complejo que instalar placas solares o aerogeneradores, pero es la pieza decisiva para alcanzar la neutralidad climática. Solo si logramos que la electricidad limpia impregne cada rincón de la economía podremos cerrar el círculo de la descarbonización.

"Solo si logramos que la electricidad limpia impregne cada rincón de la economía podremos cerrar el círculo de la descarbonización"

El hidrógeno verde y los e-fuels prometen jugar un papel crucial en el futuro, especialmente en sectores difíciles de electrificar. Sin embargo, hoy representan menos del 1% de la nueva capacidad renovable prevista para 2030. Para despegar, necesitan tres cosas: crear demanda, reducir costes y asegurar cadenas de suministro.

Acelerar, innovar y poner a las personas en el centro

La transición energética avanza, pero todavía no al ritmo que exige el objetivo de alcanzar las emisiones netas cero en 2050. Para lograrlo será imprescindible acelerar las reformas normativas y financieras, ampliar y modernizar las redes eléctricas e impulsar de manera decidida las renovables en sectores como el calor, el transporte y la industria. También será necesario apostar por la innovación en almacenamiento, en la electrificación del calor, en la digitalización y en el desarrollo de redes inteligentes capaces de integrar de forma eficiente una generación cada vez más variable.

La transformación no se limita a la tecnología o a las infraestructuras, supone también construir ecosistemas abiertos donde convivan grandes empresas, startups y centros de investigación, y donde la ciudadanía tenga un papel protagonista. La transición energética, en última instancia, trata de personas: de su formación, de su participación y de la garantía de equidad. Solo así podrá ser justa, inclusiva y verdaderamente transformadora.