Hay quien piensa que con la inteligencia artificial podrá parecer más listo y trabajar mucho menos. Qué equivocada va esa persona…
Que ChatGPT le hará todos los análisis, que Midjourney le hará las fotos y que, con cuatro prompts bien puestos, parecerá un genio. Pero la experiencia demuestra que la tecnología no mejora a nadie: solo amplifica lo que ya hay. Un buen profesional con IA es más eficiente; un mediocre con IA es simplemente un mediocre más rápido.
"La experiencia demuestra que la tecnología no mejora a nadie: solo amplifica lo que ya hay"
El truco está en quién sabe mirar lo que le ofrecen. Entrenar la vista para identificar esas pequeñas rendijas de talento y saber detectarlas a tiempo para potenciarlas. Es como si dijéramos que los ordenadores hacen mejor caligrafía que mucha gente a mano: error garrafal. No es comparable. Pero alguien con ojo para dibujar sabrá tratar las imágenes digitales con mejor gusto que alguien que solo teclea letras en un teclado. Es como darle un Ferrari a quien no sabe conducir. No ganará la carrera, y quizás haga que el resto salga de pista. Y este es el riesgo que corremos con la nueva oleada de automatizaciones inteligentes: confundir la facilidad con talento.
No me cansaré de repetirlo: la IA no es mágica, necesita buenos pilotos.
La IA no democratiza la inteligencia, como algunos proclaman, sino que potencia las diferencias. Quien ya tiene curiosidad, espíritu crítico y capacidad de aprender puede sacarle provecho. Quien solo quiere aparentar que sabe, queda más en evidencia que nunca. Porque lo que antes era un texto flojo, ahora será un texto flojo generado con IA. Y eso se nota a mil años luz. Tenemos la mirada entrenada.
De hecho, la IA no sustituye el pensamiento: lo necesita. Saber formular buenas preguntas, interpretar respuestas, revisar sesgos, conectar ideas… todo eso sigue siendo trabajo humano. Las máquinas pueden ayudarnos, sí, pero no pueden pensar por nosotros… y nadie pone tantos guiones largos —de momento.
"La IA no democratiza la inteligencia, como algunos proclaman, sino que potencia las diferencias"
La paradoja es que muchos utilizarán estas herramientas para ahorrarse pensar, cuando precisamente sirven para pensar mejor, y necesitan a alguien que piense por ellas. Alguien tendrá una muleta para seguir siendo cojo, y otros la utilizarán de trampolín.
La inteligencia artificial no hará más inteligentes a los mediocres. Solo hará más evidentes a los que no tienen nada que decir. Y quizás este será, en el fondo, su gran servicio a la humanidad: hacer valer la inteligencia natural, que sigue siendo la más escasa de todas.