Politóloga y filósofa

El descanso y otras inercias estresantes

06 de Agosto de 2025
Arianda Romans | VIA Empresa

Un museo, una actividad de aventura, visitar una catedral, movernos con el coche, el tren o el avión de un lado a otro. Hubo un tiempo, no tan lejano, donde las vacaciones se reducían a “no hacer nada”. A quedarse en casa relajados o a alquilar una pequeña habitación en la montaña o en la costa donde descansar con la familia, hacer picnics en la playa y charlar con los vecinos al atardecer antes o después de cenar.

 

Ahora, unas vacaciones requieren viajar, hacer turismo, movernos, gastar dinero. Ir a comer fuera, comprar recuerdos para la familia. Las vacaciones se han convertido en momentos que también responden a la lógica productiva del sistema donde vivimos. Quizás no trabajamos durante las vacaciones (aunque muchas personas sí que lo hacen), pero no desconectamos ni dejamos de operar de la misma manera que lo hacemos en nuestras rutinas. Viajar, incluso, se ha convertido en una fuente de estrés para muchas personas.

¿Es realmente posible desconectar? Yo diría que no, no como mínimo ahora mismo. Podemos dejar de trabajar, podemos no responder correos, llamadas, mensajes u otras demandas del trabajo durante las vacaciones, pero no podemos erradicar completamente algo que nos mantiene entretenidos durante todo el año. Veremos un negocio durante las vacaciones y pensaremos en el nuestro, tendremos una idea en la ducha o veremos un producto nuevo que nos hará pensar en una manera para hacer mejor una tarea específica. Sea en el sector que sea y sea cual sea la complejidad de nuestro trabajo, siempre nos aparecerá durante nuestro tiempo de descanso, ni que sea porque nos hemos encontrado a una compañera de trabajo inesperadamente en la playa.

 

"Ahora, unas vacaciones requieren viajar, hacer turismo, movernos, gastar dinero"

Séneca, filósofo estoico romano de la era helenística, describe en su obra De Tranquillitate Animi que “el descanso no consiste en no hacer nada, sino en hacer aquello que nos distrae de nuestras preocupaciones”. La comprensión del pensador sobre el descanso se acerca mucho a lo que hoy día entendemos como “ocio” o “distracción”; es decir, buscar en el exterior la manera de desconectar de lo que tenemos en el interior o pasa por nuestras cabezas. Esta tendencia es la que llevamos años utilizando para nuestras vacaciones: buscar cosas que nos hagan olvidar nuestras obligaciones, trabajos, rutinas y preocupaciones. Así, en palabras del filósofo surcoreano Byung-Chul Han, “la sociedad del rendimiento ha suprimido el verdadero descanso. Ahora descansamos solo para seguir rindiendo” (La sociedad del cansancio, 2010)

Pero como afirmaba la escritora y pensadora afroamericana Toni Morrison, “el descanso es resistencia”. Para ella, ser capaces de sentarnos delante de un bosque, de una playa, en el sofá de casa, hacer un pastel o leer un libro abrazada a una manta era una manera de revolucionar un sistema que nos conduce incansablemente hacia la producción al infinito. La pensadora, que compartía la tesis del autocuidado que Audre Lorde había popularizado en los colectivos feministas afroamericanos de la época, entendía que era necesario que nos centráramos en cuidar, reparar y dejar respirar todo aquello que nuestro cuerpo había soportado durante nuestras rutinas.

"Quizás no trabajamos durante las vacaciones, pero no desconectamos ni dejamos de operar de la misma manera que lo hacemos en nuestras rutinas"

No hay nada intrínsecamente malo en viajar, gastar dinero o hacer comidas fuera. De hecho, a todas nos gusta hacerlo de vez en cuando. Lo que no podemos es caer en inercias de lo que se supone que debe ser un período vacacional, como tampoco entender el descanso bajo la misma lógica que el trabajo. Por eso, alternativas como el autocuidado pueden ser una manera de reapropiarnos del tiempo propio, desligarlo de la productividad y poner el acento en aquello que realmente necesitamos para recuperarnos, conectar con nosotras mismas y sostener la vida cotidiana con más consciencia.