Realmente, el populismo y la demagogia hispana no tiene límites. Uno piensa que lo ha visto todo, y no es cierto. Observar cómo el primer ministro español, en plena ola de incendios, propone como solución un gran pacto nacional para el cambio climático resulta realmente insultante. Es como si ante una mala gestión generalizada de la sanidad pública, de un colapso generalizado, se propusiera un pacto para invertir en investigación que evite que la gente se ponga tan enferma.
Que haya incendios y cueste apagarlos es un hecho que tiene lugar en muchos países. Que haya tantos y que los encargados de gestionar su extinción, o su prevención, sean cargos políticos -generalmente designados a dedo de forma partidista, cuando no por puro nepotismo- es una aberración. Un político debe establecer las normas y reglas para que las cosas funcionen sin interferencias. Ahora bien, la solución técnica del problema corresponde a los profesionales.
Hemos podido leer en los medios que una buena parte de los municipios con riesgo de incendios no cumplen con las normas de prevención dictadas. Me lo creo. ¡Si ni siquiera saben gestionar la vía pública y el alumbrado! Como siempre, el cáncer de la democracia española está en los miles de municipios que tienen potestad para destruir el territorio a golpe de recalificación y rotondas. Bien, el caso es que los incendios deben ser prevenidos por los ayuntamientos y extinguidos por las comunidades autónomas. ¿Quieren una combinación más incendiaria?
Cuando tanta incompetencia humana coincide en el tiempo y en el espacio, lo mejor es dar paso a la tecnología que, cuando está bien empleada, es eficiente y libre de ideologías de vuelo gallináceo. Leo en la prensa alemana e italiana que están empezando a proliferar unos drones que trabajan de forma coordinada y que hacen prevención de incendios de manera muy eficiente. Catalunya tiene unos 32.000 kilómetros cuadrados. Según parece, uno de estos drones puede controlar de manera eficiente áreas de 100 kilómetros cuadrados -lo que quiere decir que con 320 drones tendríamos el territorio supervisado-. Son equipos dotados de software que, con reconocimiento de imagen, tienen una gran fiabilidad. Hacen peinados del territorio y detectan un posible incendio en cuestión de dos o tres minutos.
"Cuando tanta incompetencia humana coincide en el tiempo y en el espacio, lo mejor es dar paso a la tecnología que, cuando está bien empleada, es eficiente y libre de ideologías de vuelo gallináceo"
Si yo fuera el presidente de la Generalitat, iniciaría un proyecto ambicioso de supervisión preventiva de incendios del territorio. Y le encargaría el diseño y construcción de estos drones a una empresa mixta público-privada (asociada con una de ya existente), con dos objetivos: diseñar y construir estos drones para prevenir los incendios en toda Catalunya y, de paso, especializarla con el objetivo de convertirse en líderes europeos en la prevención y actuación inmediata de fuegos forestales.
La coordinación aéreo-terrestre es fundamental. Cada dotación de bomberos gestionaría un trozo de territorio con drones incluidos -¡sobre todo, que los ayuntamientos no participen!-. Esto implicaría desarrollo de tecnología, comunicaciones, etc. Un sistema integral.
Quizás deliro, pero, lo que planteo, ¿tiene algún inconveniente?