Últimamente, he leído algunos titulares que me dan escalofríos. Determinados gobernantes han empezado a lanzar el mensaje de que hay que prepararlo todo para cuando Cataluña llegue a los diez millones -hecho que esperan que tenga lugar hacia el año 2050-. Ignoro por qué no nos preparamos, también, para cuando una bomba, u otra extravagancia, acaben de destruir el país del todo.
Parece que lo dicen como lección a aprender de lo que nos ha sucedido cuando hemos pasado de los seis millones del año 2000 a los ocho millones de ahora. El razonamiento no puede ser más básico: no prestamos atención y ahora no tenemos suficientes infraestructuras, ni físicas ni sociales, y esto no debería volver a ocurrirnos. ¡Qué sufrimiento, Dios mío, cuando uno observa que nuestros políticos no aprenden nada! Ignoro por qué peregrina razón los políticos catalanes -los de los ayuntamientos, aún peor- solo tienen en la cabeza el crecimiento de la población. De paso, se jactan del crecimiento del PIB que esto implica, claro. ¿Es que no han ido a la escuela?
Cataluña tenía un PIB determinado en el año 2000 que hacía que, dividido por el número de habitantes, tocáramos a un número determinado de euros per cápita que estaba bastante por encima de la media de la Unión Europea (UE). Es cierto que el PIB ha crecido mucho en los últimos 25 años. Pero como, proporcionalmente, la población ha crecido mucho más que el PIB, entonces tocamos a menos PIB per cápita.
Insisto en el ejemplo del roscón. Si en casa somos cuatro y los domingos comemos un roscón para cuatro -ya le tenemos tomada la medida- y un día invito a cuatro personas más a comer y compro un roscón para seis, tocaremos a menos trozo de roscón por cabeza. Y, por mucho que me ayude la prensa que me lame, de nada servirá que vaya pregonando a diestro y siniestro que he comprado un roscón más grande de lo habitual. ¿Cuál es la parte de la fórmula -tampoco es tan compleja- que no entienden nuestros gobernantes?
"No se trata de puestos de trabajo que estaban desocupados, no señor. La inmigración viene a cubrir puestos de trabajo nuevos, creados, y que no hacía falta crear"
A esta obtusa manera de gobernar ayudan determinados economistas que colaboran en el juego -ignoro si por ignorancia o porque son del régimen-. Vienen a decir: este crecimiento de población, fruto de la inmigración, viene a hacer trabajos que nosotros no queremos hacer. ¡Mentira! No se trata de puestos de trabajo que estaban desocupados, no señor. Vienen a cubrir puestos de trabajo nuevos, creados, y que no hacía falta crear. Son puestos de trabajo de baja cualificación y baja productividad.
Los puestos de trabajo que hemos creado no son para los universitarios que generamos -estos se marchan-. Y no pretendo dar la culpa a la inmigración, sobre todo -siempre hay quien está al acecho para tacharte de vete a saber qué-. Somos nosotros los que hemos creado puestos de trabajo innecesarios que, después, no queremos ni podemos cubrir. Entonces, ¿para qué crearlos? Es de locos -por no utilizar una palabra más gruesa-.
Ya sé que muchos odian las comparaciones con el País Vasco, pero, claro, es que a veces tenemos que poner las cosas en su sitio, ¿no?
En conclusión, si queremos seguir avanzando en la senda de la autodestrucción, solo tenemos que seguir los consejos de los políticos catalanes. Es fácil, ¿no?