Hoy es el día de la empresa familiar. Buen momento para recordar que las empresas en las que una familia tiene la capacidad de influir en su estrategia, y voluntad de seguir haciéndolo son la base de nuestro estado de bienestar. El 93% de las empresas catalanas son familiares, generan el 74% del VAB y el 79% de los puestos de trabajo privados. Diferentes estudios demuestran que su rentabilidad es de forma consistente superior a la de las empresas no familiares.
Al pensar en las empresas familiares, a mucha gente le viene a la cabeza la tiendecita de la esquina; olvidando que también son empresas familiares Mango, Fluidra, Bon Preu, Molins, Planeta o Uriach, entre otras. La primera empresa familiar sobre la que hay documentación escrita son los Egypi (Babilonia 606 a 486 aC). La más antigua existente son los Hoshi (Japón 718 dC), y en nuestra casa los Sagalés (1641 dC), aunque quizás los Roqueta vienen de más lejos (1199 dC).
"Preguntar qué es antes, si la empresa o la familia, es como preguntar si se quiere más al padre o a la madre"
En la empresa familiar se encuentran dos realidades en principio contradictorias: empresa y familia. La empresa busca la creación de riqueza y debe regirse por la meritocracia. La familia busca la felicidad de sus integrantes y debe regirse por el amor. Preguntar qué es antes si la empresa o la familia, es como preguntar si se quiere más al padre o a la madre. Para hacer compatibles estas dos realidades, haciendo que sumen, hay que tener claro que el sustantivo es empresa, familiar el adjetivo. Que lo que es mejor para la empresa a la larga es lo mejor para la familia.
Freud dijo que “el amor y el trabajo son los pilares de nuestra humanidad”. En la empresa familiar se pueden encontrar ambos.
Las empresas familiares tienen una larga lista de posibles fortalezas: conocimiento, sacrificio, compromiso, confianza, capital paciente, agilidad, tradición... y unas posibles amenazas: conflictos, confusión de propiedad y capacidad, resistencia al cambio, nepotismo... Entre sus características están la simultaneidad de roles y el peso mayor de los sentimientos. Hay muchos estereotipos, como que “la primera generación la crea, la segunda la mantiene y la tercera la cierra”, pero la realidad es que las empresas familiares tienen una vida más larga que las no familiares.
Mi experiencia con más de cien familias empresarias me ha hecho ver que no hay dos iguales, pero que todas comparten cinco retos básicos: que el negocio funcione, la comunicación empática, la profesionalización, la implicación de los continuadores y la planificación del relevo. Gracias a Dios hay herramientas para ayudar a superar estos retos, que se pueden resumir en la confección profesional de un plan estratégico de la familia empresaria.
Para gestionar con éxito la empresa familiar hay que recordar que, como dijeron Davis&Tagiuri, hay tres círculos interconectados de interés legítimo: empresa, propiedad y familia. Cada uno de ellos tiene fases evolutivas predecibles. Hay que recordar además que dentro de cada grupo lo que hay son personas individuales.
"Las empresas, como las personas, tienen un ciclo de vida: nacen, crecen, maduran y..."
Las empresas, como las personas, tienen un ciclo de vida: nacen, crecen, maduran y... El 25% de las empresas españolas están en primera generación, el 42% en segunda, el 31% en tercera y el 5% en cuarta o más. Conviene recordar que no es lo mismo la empresa del fundador que la de hermanos o primos. Lo que vale para una generación puede no ser lo más adecuado para otra. Se necesita planificación, emprendimiento y resiliencia, para adaptarse a los cambios del mercado y de la familia.
Hay muchas clasificaciones de empresa familiar; la mejor es la de buenas y malas. Mi experiencia me hace ver que las primeras comparten una serie de rasgos: tienen claro el negocio; se comunican de forma empática; planifican; forman a los continuadores; tienen clara su misión, visión y valores; profesionalizan; regulan las relaciones entre empresa y familia; fomentan el emprendimiento; hacen negocios juntos más allá de la empresa y tienen un fuerte sentimiento de legado: algo que han recibido para traspasar fortalecido a las siguientes generaciones.
Hay que cuidar el legado de las empresas familiares; es apostar por el futuro de nuestro país y de las siguientes generaciones.