Etnógrafo digital

OpenAI quiere reinventar la web

23 de Octubre de 2025
Josep Maria Ganyet | VIA Empresa

Atlas es el nuevo navegador web con IA integrada con el que OpenAI pretende destronar al Chrome de Google. Le costará, porque de momento solo está disponible para Mac. Tanto Chrome como Atlas están basados en el motor de código abierto Chromium, ambos llevan chatbots incorporados y ambos aspiran a ser el centro de la experiencia web para el usuario. La diferencia es que Chrome es un navegador con IA y Atlas es una IA —ChatGPT— con navegador.

 

Atlas tiene la ventaja de que es un navegador pensado desde cero para un entorno de productividad basado en IA. Su barra lateral de ChatGPT, siempre accesible, permite preguntar, pedir resúmenes o ampliar información sobre la página en la que estamos. Atlas también ofrece un “modo agente” (disponible para suscriptores de pago) que toma el control de navegación y permite que ChatGPT actúe de manera autónoma en la web en nombre del usuario. En este modo, el agente de IA puede navegar, hacer clic en enlaces y rellenar formularios para completar tareas enteras.

Un caso de uso sería el de encontrar películas sobre un tema determinado y que estén disponibles en alguna de las plataformas a las que estoy suscrito. El navegador en “modo agente” hace un trabajo que me podría llevar un buen rato en cuestión de minutos “navegando como si fuera yo”. Le acabo de pedir: “Búscame películas en torno a la ética y la IA en teachwithmovies.org y que estén disponibles en Netflix, Disney, Amazon o Max” . Me ha encontrado: The Social Dilemma (2020), I Am Mother (2019), Robot & Frank (2012), Ex Machina (2014).

 

No es trivial: primero ha navegado por el catálogo de teachwithmovies.org para encontrar qué películas encajan con lo que le he pedido. Una vez halladas, ha comprobado una a una cuáles estaban disponibles en cada plataforma y en mi región consultando la base de datos de justwatch.org (que yo no he especificado). Finalmente, me ha presentado el resultado.

Reservar restaurantes, rellenar formularios de reserva en línea sin intervención directa, crear listas de compra a partir de una receta o incluso presentar instancias de manera automática en el ayuntamiento de Tiana, como ha hecho mi ingeniero IA de referencia, Xavi Vinaixa (la autenticación con DNI electrónico no la hace automática por seguridad). Todo esto siempre con control por parte del usuario: Atlas muestra en tiempo real las acciones del agente y el usuario puede tomar el control cuando quiera. Tiene un punto hipnótico ver cómo tu alter ego digital trabaja para ti.

"Con Atlas, OpenAI ha detectado que, para sus usuarios, integrar la IA en el flujo natural de navegación era un paso lógico"

Otra novedad son las “memorias del navegador”. Atlas puede, de forma opcional, recordar contexto y datos de las páginas que visitamos. Por ejemplo, la IA puede retener qué ofertas de trabajo consultamos la semana pasada y recuperarlas e incluso generarte un resumen de las variaciones. Las memorias son voluntarias y se pueden revisar, borrar o desactivar en cualquier momento, incluyendo la posibilidad de navegar en modo incógnito para que no se almacenen aquellos sitios web que no nos gustaría que la gente supiera que visitamos (ya sabéis que hay dos tipos de personas: los que abren las ventanas de incógnito yendo a Archivo -> Nueva ventana de incógnito y los que sabemos que la combinación de teclado es Cmd+Shift+N).

Uno de los motivos del lanzamiento de Atlas es porque OpenAI ha detectado que, para sus usuarios, integrar la IA en el flujo natural de navegación era un paso lógico: la función de búsqueda web dentro de ChatGPT ya era una de las más utilizadas desde que se introdujo el año pasado. Llevar ChatGPT al corazón de la navegación web evita ir copiando y pegando contenido entre el navegador y el chat.

Con Atlas, OpenAI quiere expandir el ecosistema ChatGPT más allá del simple chat en una web o app. Actualmente ChatGPT cuenta con unos 800 millones de usuarios activos semanales y un navegador propio le permite recoger datos sobre el comportamiento de navegación de los usuarios, información que ahora se queda Google. Además, abre la puerta a nuevas vías de negocio: los analistas apuntan que si OpenAI integra anuncios en los resultados conversacionales del navegador, podría captar parte de la inmensa cuota de mercado publicitario que ahora monopoliza Google (cerca del 90% del gasto en anuncios de búsqueda). Integrar el chat en un navegador parece el paso natural previo para que OpenAI empiece a vender publicidad que le quitaría a Google. Van a hacer daño, literalmente.

"Integrar el chat en un navegador parece el paso natural previo para que OpenAI empiece a vender publicidad que le quitaría a Google. Van a hacer daño, literalmente"

El CEO de OpenAI, Sam Altman, entiende que nos encontramos en un momento excepcional para repensar la experiencia de navegación. “Creemos que la IA representa una oportunidad insólita, de aquellas que solo se presentan una vez cada década, para repensar qué debe ser un navegador web y cómo debemos utilizarlo”, dijo durante la presentación de Atlas. Y quizás tiene razón: desde la introducción de las pestañas hace dos décadas no había habido innovaciones disruptivas en navegadores.

Atlas cambia el acceso a la web: de la búsqueda a la conversación. ¿Puede cambiar esto la forma en la que accedemos a la web o es solo otro canal para captar usuarios de pago y datos para ChatGPT? Probablemente ambas cosas, y el damnificado sería Google.

Google Chrome tiene un 72% de cuota del mercado global de navegadores, con más de 3.000 millones de usuarios en todo el mundo, y el buscador de Google domina la búsqueda en línea. Google ya había reaccionado a la irrupción de ChatGPT integrando su modelo Gemini y ofreciendo resúmenes con IA a los resultados de búsqueda en Google y en Chrome. Recientemente, Chrome incorporó un botón (la chispa que se ha convertido en sinónimo de IA generativa) para lanzar su chat Gemini dentro del navegador.

Pero mientras Chrome sigue mostrando primero una lista de enlaces y adicionalmente ofrece la opción de usar un chat, Atlas pone el chat en el centro y relega los enlaces tradicionales a pestañas secundarias dentro de cada conversación (enlaces, imágenes, noticias, vídeos) que el usuario puede consultar si lo necesita. Esta aproximación, en caso de imponerse, pondría a Google en una situación muy comprometida: si no hiciese nada, Atlas y otros navegadores IA le pasarán por delante; si hiciese lo mismo y siguiese a rueda, canibalizaría su modelo de negocio.

También Apple podría verse presionada. Su navegador, Safari, no ofrece ningún tipo de asistente inteligente integrado (Apple ha entrado tarde y mal en la carrera de la IA). Si Atlas tiene éxito y aparecen versiones para iPhone, iPad o, si en el Mac sustituye a Safari, Apple se vería empujada a regañadientes a incorporar funcionalidades de IA dentro de su navegador. 

La llegada de Atlas intensifica la “guerra de los navegadores con IA”, donde ya competían otros jugadores: Microsoft con Edge+Bing Chat, startups como Perplexity con su Comet, o navegadores independientes como Brave y Opera que han ido añadiendo capacidades de IA a sus productos. OpenAI, sin embargo, tiene la ventaja de la marca ChatGPT y con una integración total desde el diseño. Si Atlas se consolida, podría robar usuarios no solo a Chrome, sino también a los navegadores pequeños que hasta ahora atraían a los entusiastas de la IA.

¿Y si no quiero usar un navegador con IA porque no va conmigo? Tengo malas noticias. Más allá de la rivalidad empresarial, Atlas y el resto de navegadores de nueva generación podrían tener efectos profundos en la propia web tal como la conocemos. Si los usuarios abrazamos la idea de conseguir respuestas directas y personalizadas de la IA en lugar de una lista de enlaces, se podría acelerar la tendencia hacia una web más conversacional y menos centrada en páginas estáticas. 

"Si ChatGPT es capaz de satisfacer la consulta del usuario resumiendo información de varios sitios, puede que el usuario deje de visitar los enlaces hacia las páginas originales"

Esto cambia las reglas del juego, especialmente para los creadores de contenido y medios digitales: si ChatGPT es capaz de satisfacer la consulta del usuario resumiendo información de varios sitios, quizás el usuario dejará de visitar los enlaces hacia las páginas originales (ya está pasando entre los usuarios de ChatGPT y los que utilizan Google con el modo IA). Menos visitas directas implican menos ingresos publicitarios para estos sitios, si encontrar nuevos modelos publicitarios era obligatorio en la web de las redes sociales, en la de la IA es perentorio.

No es casualidad que algunos grandes grupos mediáticos hayan empezado a reclamar compensaciones o firmen acuerdos de licencia de contenidos con empresas de IA para que usen sus contenidos para entrenar modelos. Por ejemplo, Condé Nast (con marcas como Vogue, Wired, The New Yorker) cerró un acuerdo con OpenAI para que pudiera usar su contenido. También lo han hecho Time Inc. o News Corp, con su The Wall Street Journal, entre otros.

Pero no todo son flores y violas. OpenAI ha sido medianamente honesta advirtiendo que Atlas conlleva riesgos nuevos: compartir la navegación entera con un asistente significa concentrar mucha información personal en una sola herramienta. Aunque la empresa asegura que por defecto no utilizará los datos de navegación para entrenar modelos sin permiso explícito del usuario, y que ha implementado controles granulares (como un aviso antes de entrar en modo agente recordando posibles peligros, modos incógnito, y limitaciones para que el agente no pueda ejecutar código ni acceder a archivos locales), la verdad es que Atlas acumula información muy sensible: historial, cookies, contraseñas guardadas, preferencias… todo potencialmente ligado al perfil de ChatGPT. Si en un futuro OpenAI decidiera monetizar estos datos (por ejemplo, con anuncios personalizados) o si hubiera una fuga de datos, las implicaciones serían enormes. Igualmente, gobiernos o tribunales podrían pedir acceso a este tipo de datos unificados; confiar nuestra vida digital a un solo proveedor no parece la mejor de las ideas.

"Si la historia nos enseña algo es que cada capa de intermediación del acceso al contenido ha alterado profundamente el equilibrio de cómo se descubre y se distribuye la información en Internet"

En el lado positivo, Atlas podría hacer la web más accesible y eficiente para muchas personas. Usuarios con poca formación digital o con falta de capacidades podrían realizar trámites y encontrar información sin tener que ser expertos. Seguramente más gente sería capaz de comprar un billete de tren en la web de Renfe.

Si la historia nos enseña algo es que cada capa de intermediación del acceso al contenido —portales, buscadores, redes sociales, IA— ha alterado profundamente el equilibrio de cómo se descubre y se distribuye la información en Internet. Ahora, esta intermediación puede recaer en asistentes de IA como Atlas, convertidos en un filtro universal por el que pasan todos los contenidos, también nuestra vida digital.

El diseño, el despliegue, los modelos de negocio y, sobre todo, la regulación de estos filtros determinarán el ecosistema web de los próximos años. También condicionarán cómo accedemos al conocimiento, cómo lo compartimos y quién tiene el control. Y si somos capaces de comprar un billete en la web de Renfe sin tener que dedicar toda una tarde.