Ingeniero y escritor

Un país es, también, una empresa

11 de Noviembre de 2025
Xavier Roig VIA Empresa

Las empresas serias consideran el verano como una gran divisoria en lo que respecta al ejercicio anual. Por un lado, indica que aquello que tenías previsto y no has podido cumplir al llegar septiembre, es difícil que lo consigas. Quien confía en el cuarto trimestre para enderezar el año, mal. Confía en la lotería -acto poco solvente-. Pero la llegada de octubre también es el inicio de una actividad importantísima: empezar a confeccionar el presupuesto del año siguiente. Podríamos decir que septiembre y octubre son meses de reflexión y análisis de cómo está yendo el año en curso -de hecho, como ya he dicho, para ver cómo ha ido- y empezar a reflexionar cómo debe ser el próximo ejercicio. El mes de noviembre es el de la confección en bruto del presupuesto, el de diciembre es el del refinamiento, encuadernación y aprobación del presupuesto. De tal manera que uno se va de celebraciones de Navidad sabiendo qué es lo que tiene que hacer al volver

 

Los países serios trabajan de una forma muy similar. Es lo que está sucediendo en Francia y en los Estados Unidos. Y resulta frustrante observar con qué frivolidad se despachan las noticias que nos informan sobre el bloqueo que tiene lugar en los Estados Unidos -se nos informa en sentido negativo, presentándolo como una más de las tonterías de Trump-, o se aprovecha para insistir en que Francia está en crisis -la está políticamente, pero la responsabilidad económica de sus electos es encomiable-.

El gobierno alemán ya ha entregado el borrador de presupuestos al Bundestag que lo votará en noviembre; el Bundesrat (el senado) lo votará en diciembre. El gobierno italiano los presentó en octubre y los debates parlamentarios se alargarán durante noviembre, ya que hay medidas bastante disruptivas. Se espera votarlos en diciembre. De forma similar, el Reino Unido comenzará los debates durante este mes. Los gobiernos de todos, todos, los países serios marchan a celebrar Navidad con los presupuestos hechos y aprobados. Y cuando no es así -podría ser el caso de Francia- la crisis es tan trascendental que se convocan elecciones. No es el caso español, ni el catalán -querida e infamada tierra nuestra por donde, según el poeta, Dios pasó en primavera, pero no se quedó para ver si por Año Nuevo teníamos los presupuestos hechos-.

 

"El hecho de gobernar sin presupuestos ya es bastante grave, pero resulta especialmente insultante que los gobernantes aseguren que no hay que preocuparse, que si no se aprueban los presupuestos se prorrogarán"

Gobernar sin presupuestos ya es bastante grave, pero resulta especialmente insultante que los gobernantes aseguren que no hay que preocuparse, que si no se aprueban los presupuestos se prorrogarán. El hecho se ha puesto especialmente en evidencia a raíz de la ruptura de Junts con el PSOE. Lo mismo se aplica a Catalunya y a muchos ayuntamientos -entre otros, el de Barcelona-. Que esto tenga lugar sin más ruido mediático demuestra que nos movemos en unos territorios donde, no solo se demuestra una insolvencia y falta de formalidad total y absoluta, que están asumidas, sino una falta de exigencia democrática básica. Apoyar a un gobierno -del país que sea- que no presenta presupuestos equivale, en otros lugares, a apoyar a un gobierno que no convoca elecciones. Es decir, un gobierno autócrata que solo vigila por perpetuarse en el poder. ¿Quieren una actitud más peligrosa?

La falta de formación económica básica de la población es la gran línea fronteriza entre el sur y el norte. Si los países del norte acostumbran a estar mejor administrados es porque el ciudadano sabe que el dinero sale del trabajo. Y que un país no se diferencia demasiado de un hogar y que los recursos, el dinero, se deben controlar, seguro. Pero tampoco se pueden gastar sin saber la cantidad y a qué se deben destinar. Una empresa pequeña y de facturación justa no tendrá una partida de representación comercial como pueda tener una grande. Y vigilará mucho más cómo y en qué gasta el dinero.

"Si los países del norte acostumbran a estar mejor administrados es porque el ciudadano sabe que el dinero sale del trabajo"

El viaje que, a pie, conjuntamente, hicieron por el Pirineo los señores Espinàs y Cela sirvió para publicar, cada uno de ellos, libros interesantísimos: A peu pel Pallars i la Vall d’Aran y Viaje al Pirineo de Lérida, respectivamente. El señor Cela anotaba todos los gastos y le decía a Espinàs: “Es que yo soy como la General Motors, pero en pequeño”.