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Presidente de Intermedia

Primera presidenta para un club de opinión creado por cuatro jóvenes inquietos

05 de Julio de 2025
Toni Rodríguez

El lunes 30 de junio, Barcelona vivió dos eventos de primer nivel, uno tras otro, dignos de ser destacados, y ambos relacionados con el Círculo de Economía. El primero, la proclamación, por ausencia de candidato alternativo, de Teresa Garcia-Milà como presidenta de la entidad. El segundo, el estreno del documental El Círculo, al lado bueno de la historia, que tuvo lugar a continuación en el auditorio de La Pedrera, justo enfrente de la sede del Círculo.

 

La gozosa novedad de la proclamación es que se trata de la primera mujer que accede al cargo, aunque no es la primera que lo intenta. Rosa Cañadas, presidenta de TREA Capital y de la Fundación Tanja de colaboración hispano-marroquí, y esposa del expresidente del Círculo, Carles Tusquets, se enfrentó sin éxito, en la anterior convocatoria de julio de 2022, al presidente saliente, Jaume Guardiola.

La proclamación de Teresa Garcia-Milà, hasta ahora vicepresidenta de la junta presidida por Guardiola, devuelve, pues, el Círculo a la práctica del consenso, que es la herramienta principal de trabajo, tanto de la nueva presidenta como de la entidad, desde su fundación en el año 1958.

 

La proclamación de Teresa Garcia-Milà, hasta ahora vicepresidenta de la junta presidida por Guardiola, devuelve, pues, el Círculo a la práctica del consenso

Una fundación debida al espíritu crítico de cuatro jóvenes miembros de la burguesía catalana más ilustrada de su tiempo: Carles Ferrer Salat, Joan Mas Cantí, Carles Güellde Sentmenat y Artur Suqué. Pero sobre todo de los dos primeros, que un buen día, indignados porque la Guardia Civil había pedido un salvoconducto que no llevaba encima Joan Mas Cantí, haciéndolo llegar tarde a su cita con Carles Ferrer Salat, decidieron que “había que hacer algo”.

El encuentro de verano había sido previsto en el pasaje Maristany de Camprodon, un lugar inspirado en el paisajismo inglés, y más concretamente en el castillo de Balmoral, junto a una frontera profundísima que separaba Europa del régimen franquista. “Haremos un club de opinión”, saltó Mas Cantí, actual socio más antiguo del Círculo.

El resto de la historia es bien sabida. Mas Cantí, procedente de una familia de fabricantes del textil; Carles Ferrer Salat, de la industria farmacéutica; Carles Güell, el organizador que mejor conectaba con las familias más antiguas de la burguesía catalana, y Artur Suqué, bien relacionado con la jerarquía franquista gracias a su matrimonio con la hija del alcalde de Barcelona, Miguel Mateu, eran las cuatro patas de un proyecto imbatible.

Los cuatro amigos, acompañados de otros vecinos del pasaje Maristany y del Instituto Químico de Sarrià, donde estudiaba Ferrer Salat, fundaron el Club Comodín, que hasta el año 1958 no pudo mostrarse con su auténtico rostro de club de opinión europeísta. En aquel contexto de autarquía, de “si ellos tienen UNO (por la ONU), nosotros tenemos dos” y de “que inventen ellos”, suponía una auténtica revolución, únicamente tolerada gracias a la posición socialmente relevante y las relaciones internacionales de sus familias.

Los cuatro amigos, acompañados de otros vecinos del pasaje Maristany y del Instituto Químico de Sarrià, donde estudiaba Ferrer Salat, fundaron el Club Comodín

El magnífico vídeo proyectado en el auditorio de la Pedrera habla un poco de esto, y bastante más del magisterio de Jaume Vicens Vives sobre aquel grupo de alumnos inquietos, de su conexión con Jordi Pujol y su proyecto político “aunque no era exactamente idéntico”, de las primeras Jornadas “Costa Brava” del Círculo en Lloret de Mar, a las que siguieron las Jornadas de Sitges en el hotel Melià y, finalmente, las del hotel Wela en Barcelona.

Pero nosotros, que hemos estado en todos estos escenarios e incluso en el escenario asociado del Casino de Lloret, nos ha parecido justo remarcar la tarea de aquellos cuatro pioneros que, mientras la mayoría de sus compañeros sólo pensaban en jugar a tenis en el Polo, a montar a caballo en Puigcerdà o a tomar cócteles de moda en el Sandor, pensaron que había que hacer algo más.