Catalunya necesita inmigración. Las causas son conocidas. La baja natalidad, el envejecimiento y el crecimiento natural negativo de la población, es decir, más defunciones que nacimientos. Para garantizar el progreso social de un país es necesario disponer de una sociedad que esté bien formada, cree riqueza, esté cohesionada y se adapte a los cambios permanentes. Todo es más fácil de conseguir si la población crece y se rejuvenece.
Actualmente, en Catalunya el 18% de la población es extranjera, pero la población extranjera está distribuida muy desigualmente sobre el territorio. Hay municipios donde no llega al 5% y en otros sobrepasa el 40%. La evolución de la entrada de inmigrantes depende mucho de la coyuntura económica. En los años posteriores a la crisis financiera de 2007-2008 marcharon muchos inmigrantes y, a causa de la pandemia de la covid-19 la inmigración se estancó. La economía no siempre crece. ¿Qué pasará cuando venga una nueva crisis? Dejará de venir gente, o, incluso, habrá quienes se marchen.
Catalunya necesita inmigración, pero ¿qué tipo de inmigración? No se puede tener una política de puertas abiertas que acoge a todo el que quiera venir. La inmigración debe dimensionarse y gestionarse. La inmigración que Catalunya necesita depende de la evolución de la coyuntura económica, de las demandas de la sociedad y de los sectores productivos. Actualmente, por ejemplo, en muchos sectores falta gente preparada y especialistas. Por ello, deben establecerse criterios y mecanismos para que la inmigración sea la que se necesita y la tramitación sea ágil, eficiente, justa y respetuosa, evitando discriminaciones. En todo caso, hay que destinar recursos para mejorar los servicios públicos y facilitar la integración de los inmigrantes en la sociedad.
"Hay que destinar recursos para mejorar los servicios públicos y facilitar la integración de los inmigrantes en la sociedad"
Hay que priorizar la entrada de inmigrantes para atender las necesidades de los sectores productivos que crean más valor añadido, aunque se deberán atender también, en una escala menor, las demandas de la sociedad en relación a trabajos y servicios poco cualificados y poco retribuidos, los cuales se han de ir dignificando con mejor formación y retribución. En esta línea, el salario mínimo y los salarios más bajos se han de aumentar progresivamente con el fin de ir expulsando del mercado las empresas y servicios económica y socialmente inviables.
Catalunya ha crecido mucho en población y ha creado mucha riqueza en poco tiempo, pero han mejorado poco los salarios y se han destinado pocos recursos a mejorar los servicios públicos. Estas son algunas de las causas de la tensión social existente. Desgraciadamente, sin embargo, la inmigración también se ha convertido en un campo de lucha política y, muy injustamente, en el chivo expiatorio de muchos de los problemas que tiene España.
Además de gestionar la inmigración, las administraciones tienen muchos deberes que cumplir, en especial, en el campo de la formación del capital humano, en facilitar la incorporación de las nuevas tecnologías a la sociedad, en impulsar un modelo productivo de mayor valor añadido y en mejorar los servicios públicos. Además, la colaboración público-privada debe jugar un papel clave. Todos estos elementos son esenciales para poder disponer de un estado de bienestar de calidad.