La edad adulta se caracteriza por pasar muy rápido, pero también por ser aquel momento en el que las cosas toman una cierta distancia, un cierto equilibrio. Aquello que hasta ahora eran grandes crisis existenciales se convierten, de repente, en problemas del día a día que ya no son nuevos y que tenemos herramientas para solucionar. Lo que hasta ahora se hacía una montaña ahora nos lo quitamos de encima rápido porque tenemos otras preocupaciones o prioridades. Seguir adelante, ir haciendo, no nos podemos quejar, y quien días pasa años empuja.
De la misma manera que los problemas se desinflan, también lo hacen las satisfacciones. Lo que antes te hacía gritar de alegría ahora te hace sonreír tiernamente, y una buena noticia ya no se convierte en la única cosa en tierra, cielo, mar y aire. Las buenas noticias se mezclan con las malas y las mediocres y se convierten en un revuelto que siempre tiende, o busca tender, a una cierta paz.
"De la misma manera que los problemas se desinflan, también lo hacen las satisfacciones"
La rebaja de las emociones extremas podría parecer un tipo de la gracia de la vida, pero en realidad lo que conlleva es paz. Tener unos meses muy arriba y unos meses muy abajo nos permite hacer balance y encontrar un punto de equilibrio. Siempre nos habían dicho que teníamos que tender a la felicidad. Pero claro, nunca nadie nos dijo que la paz sería una sensación tan plena.