
Seguramente este artículo no me hará ganar amigos. Hace años que, desde el mejor sentido crítico, muchos estamos denunciando la mala gestión de los purines, con su efecto directo hacia la contaminación de suelos, aguas y aire. Finalmente, el 3 de julio de 2019 se aprobó el Decreto 153/2019, de 3 de julio, de gestión de la fertilización del suelo y de las deyecciones ganaderas. Era un paso importante: se pasaba a fertilizar mejor. Pero un paso insuficiente. En realidad, era necesario eliminar el gas metano (CH4), un gas con efecto invernadero multiplicado en relación con el anhídrido carbónico (CO₂) y fertilizar desde un producto más homogéneo y estable.
Esto significaba plantas de biogás o, aún mejor, biorrefinerías que obtendrían biometano, producirían fertilizantes orgánicos mejorados y recuperarían muchos nutrientes y productos químicos de interés provenientes de las deyecciones ganaderas. Era dar la palabra a la bioeconomía, la tecnología que puede convertir un residuo molesto en un producto de valor, es decir, transformar un problema en una solución.
Pero obtener la suma de voluntades precisas, las normativas apropiadas, los recursos y las empresas comprometidas en los proyectos concretos no ha sido fácil ni corto en el tiempo. Recuerdo, hace poco más de veinte años, las explicaciones de Xavier Flotats, el doctor del biogás, exponiendo las ventajas de la opción biogás, cuando aún no habíamos contaminado tanto. Puedo mencionar cómo, hace veinte años, el director general de Agricultura, Salvador Puig, intentó poner orden al desorden medioambiental y cómo, como premio, se llevó unas protestas de grupos ecologistas y un pastel en la cara que le aplastó algún propietario de la verdad.
El proyecto GESFER, que debía gestionar el problema desde una empresa pública sometida al derecho privado, nació absolutamente desnaturalizado y se transformó en un centro de estudios que no hacía ninguna falta. Desde aquí mi humilde homenaje a los bienintencionados precursores y mi queja contra quienes hicieron imposible el proyecto.
Desde entonces, sin embargo, han pasado muchas cosas. El calentamiento global ha multiplicado conversos al ritmo de sus más trágicas evidencias. Se han tomado los acuerdos de París 2015 sobre el cambio climático, la agenda 2030 de las Naciones Unidas, el Green Deal europeo y una mejor conciencia del problema.
El calentamiento global ha multiplicado conversos al ritmo de sus más trágicas evidencias
Desde el sector se han impulsado iniciativas de gran interés. Una de ellas, una planta experimental a iniciativa de la cooperativa Agrocat y que he podido visitar con el ingeniero Pol Gríful. Allí he podido comprobar sus principales ventajas: obtención de una energía renovable (biogás) capaz de reducir el consumo de combustibles fósiles, eliminar emisiones de gas metano con un elevado efecto invernadero y obtener un producto orgánico fertilizante estable y más homogéneo. ¿Y los olores? Los olores se han transformado y reducido radicalmente.
Asimismo, cabe destacar la iniciativa Alcarràs Bioproductors impulsada por un grupo de ganaderos. Experiencia ejemplar que hemos recogido, con Lorena Farràs, en el libro Cuits pel clima. Transcribo las palabras de Jordi Jové, presidente de la empresa: “Competíamos entre nosotros por las tierras de cultivo donde poder tirar el purín, situación que generaba inseguridad y disparaba los costes (...) no fue un camino fácil ni corto, pero, gracias al empuje de las nuevas generaciones, la planta se puso en marcha en el año 2022 a partir, únicamente, de aportaciones de los socios que pagaron cerca de dos millones de euros” Primero se hizo una planta para producir compost, pero en 2024, Alcarràs Bioproductors construyó una planta de biogás.
Sin embargo, el crecimiento de las iniciativas de plantas de biogás ha desatado temores e inquietudes de diferentes orígenes. Por un lado, los NIMBY (no en mi patio trasero), disfrazados de alguna organización de defensa del territorio o ambientalista, es la respuesta insolidaria. Por otro lado, la respuesta atemorizada a partir de desinformaciones. Finalmente, la respuesta racional a partir de los posibles perjuicios que la planta de biogás pueda producir.
Tenemos un país pequeño y muy poblado, pero caben todas las plantas de biogás precisas sin que tengan que molestar a nadie
La respuesta NIMBY suele ser la que hace más ruido, pero es la más injusta. En segundo lugar, contra los temores desinformados hay que mejorar la información con datos objetivos. Hay que contraponerse con verdades contra la fábrica de mentiras de las redes sociales. Sin embargo, contra la respuesta racional lo que hay que hacer es darles la razón y buscar alternativas que resuelvan las posibles disfunciones. Tenemos un país pequeño y muy poblado, pero caben todas las plantas de biogás precisas sin que tengan que molestar a nadie.
En positivo, todas las cooperativas, organizaciones profesionales y sindicatos agrarios se han posicionado a favor del biogás y de fertilizantes mejorados. No podía ser de otra manera, dada la urgencia del problema y la oportunidad y eficacia de la solución biogás. Tal como explican los datos e informa la Federació de Cooperatives de Catalunya, en Europa ya funcionan 1.678 plantas de biometano y más de 20.000 plantas de biogás. España solamente tiene quince plantas operativas. Toca abrir los ojos y sentirse europeos.
En negativo, el escorpión de nuestro ADN, que aún arrastra a muchos, prefiere matar aunque sabe que si mata él se ahogará y morirá también. Hemos estado gritando contra los purines, pero niegan las soluciones. Somos los últimos en energías renovables, pero no nos importa. Hemos puesto en grave riesgo la viabilidad del Segarra-Garrigues y estamos orgullosos. Y así continuaría, pero por respeto al lector y a mí mismo, lo dejo aquí.
El futuro es posible, las plantas de biogás forman parte de este futuro y no deben molestar a nadie. En la era de Pasqual Maragall, el Ayuntamiento de Barcelona se atrevió a poner las instalaciones del Fórum sobre una depuradora de aguas residuales. Hoy debemos entender las plantas de biogás como infraestructuras críticas para nuestro bienestar.