
Varios países se encuentran con el problema de no tener presupuestos debido a su parlamento, que no llega a aprobarlos a causa de su composición. En la mayoría de casos, el problema da paso a unas elecciones anticipadas -es el caso de las democracias consolidadas-. Un parlamento sin mayoría clara y demasiado fragmentado dificulta la aprobación de leyes, sobre todo de los presupuestos, que es la ley más importante del año.
En España esto no constituye ningún problema, ya que se puede gobernar sin presupuestos, como sucede ahora mismo. Lo permite una constitución mal diseñada en muchos aspectos y que, además, no se quiere modificar. Pero, en general, no es así. Alemania avanzó las elecciones porque no tuvo una mayoría clara -no hizo falta moción de censura-. Y ahora mismo sucede lo mismo en Francia.
En el caso de Francia, han aparecido voces que reclaman modificar el sistema de representación para que se convierta en proporcional y facilite la formación de mayorías. Pero no queda claro que esta opción solucione el problema. En España, el sistema de representación parlamentaria es proporcional y, últimamente, las mayorías son difíciles de conseguir.
Mucha gente, bajo las palabras “sistema electoral”, mezcla varios conceptos que, en realidad, son parte. Pero son elementos diferenciados. Para hacerlo sencillo, podríamos decir que una ley electoral está compuesta de dos partes: el sistema de representación y el sistema de elección de los diputados que conforman esta representación. Listas abiertas o cerradas, elección por distritos o no, etc. nada tienen que ver con cómo la voluntad del país está representada globalmente. Hoy quisiera prestar atención al sistema de representación. Y, otra vez, para hacerlo fácil, podemos decir que hay dos: proporcional y mayoritario. Veámoslo.
En general, la proporción de la población que se representa no suele ser la de todo el país.
El sistema proporcional, como su nombre indica, pretende que en el parlamento estén representados los partidos en proporción a los votos que han recibido. Que el parlamento sea un mapa, a escala, del voto de la población. Sin embargo, esta representación debe estar limitada. Y esto se hace de varias maneras. Una es aplicando sistemas correctores como la Ley D'Hondt, que es la que se aplica en España. Premia, en cierto modo, al que recibe más votos. Otros países aplican otros métodos como el Sainte-Laguë, etc. Es lógico. Los parlamentos tienen un número limitado de escaños y no se pueden fragmentar hasta el límite. Estos métodos, combinados con otros -como fijar un mínimo de votos para el partido que pretende acceder al parlamento; por ejemplo, el 5% en el caso español- consiguen una composición razonable que permite crear mayorías de gobierno y, al mismo tiempo, representar a la población de manera bastante adecuada.
De todos modos, en general, la proporción de la población que se representa no suele ser la de todo el país. Esto se hace para evitar que zonas muy pobladas copien los escaños del parlamento con su voluntad. El sistema proporcional se fragmenta en circunscripciones.
Es decir, la representación de la proporción de la población se aplica a la circunscripción y el parlamento final es la suma de las proporciones que han salido en cada circunscripción. En España, la circunscripción es la provincia. Como en Bélgica o los Países Bajos. En Alemania es el länd o estado federado. En Italia hay circunscripciones electorales que a veces coinciden con la provincia y a veces no. En resumen, el parlamento se forma con la suma de las proporciones que han salido en cada circunscripción. Cada circunscripción viene representada por varios diputados elegidos en proporción al voto.

¿Qué países aplican el sistema proporcional en las elecciones a sus parlamentos? Pues España, Alemania, Países Bajos, Bélgica, Italia, etc. Pero otros países optan por el sistema mayoritario.
El sistema mayoritario. Este modelo no tiene en cuenta la proporción en la votación de la gente, sino que le da toda la representación al que ha ganado en la circunscripción. Sin embargo, para evitar resultados demasiado distorsionados, se suele dividir el territorio en circunscripciones pequeñas donde cada una de ellas elige a un diputado. En resumen, los parlamentos que funcionan de esta manera tienen tantos escaños como circunscripciones. Cada circunscripción elige a un diputado, y sólo uno.
Este sistema, en principio, permite obtener mayorías bastante aplastantes y perjudica a los partidos minoritarios, ya que la circunscripción, al ser unipersonal, le da toda la representatividad a una persona que, evidentemente, es miembro de un partido. Es por eso que las elecciones suelen dar gobiernos estables que, eso sí, les permite gobernar ignorando a los demás partidos que conforman el parlamento. Este sistema es aplicable a países con gran tradición democrática, donde el ganador no tenga la tentación de aplicar una especie de absolutismo mientras gobierna.
El sistema mayoritario permite obtener mayorías bastante aplastantes y perjudica a los partidos minoritarios, ya que la circunscripción, al ser unipersonal, le da toda la representatividad a una persona
¿Países donde se aplica este sistema de representación? Todos los anglosajones (Gran Bretaña, Estados Unidos, Australia, etc.), pero también en Francia. Ahora bien, ¿por qué en Francia la consecución de mayorías estables es complicada? El escollo reside en la particularidad de cómo se eligen, la población designa, a los diputados allí. Francia siempre es particular.
Hasta aquí hemos analizado cómo está la población representada en el parlamento. En el próximo análisis veremos cómo se designan, cómo se eligen, a los diputados que deben formar parte de esta representación.