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Parmalat, hace 20 años que renació

El sueño de crear “la coca-cola de leche”, la gran pesadilla que lo arrasó todo y la resurrección de la multinacional láctea que fue reconocida en medio mundo

    Equipo de futbol del Parma con Parmalat en la camiseta | Cedida
    Equipo de futbol del Parma con Parmalat en la camiseta | Cedida
    Roger Vinton
    Escritor
    25 de Julio de 2025 - 05:30

    El próximo otoño hará veinte años que volvió a nacer la compañía láctea Parmalat, después de una estrepitosa quiebra dos años antes. La que seguramente era la marca de lácteos más conocida del continente europeo se había derrumbado en 2003 en medio de un gran escándalo y de acusaciones de fraude. En las décadas de los ochenta y noventa, la compañía ejecutó un plan de crecimiento muy ambicioso que permitió que la marca entrara de golpe en el imaginario de los ciudadanos de un buen puñado de países. Después veremos cómo esta expansión escondía en su interior el germen de la autodestrucción, pero antes recordemos que vimos a Parmalat patrocinando la Fórmula 1, y no a un equipo menor, sino precisamente al Brabham del campeón del mundo Nelson Piquet; y también contemplamos el emblema en la camiseta de uno de los clubes de fútbol más de moda en el panorama europeo del cambio de década, el Parma AC, del que acabaría teniendo la propiedad.

     

    Durante muchos años, la historia de Parmalat fue un caso de éxito, porque con mucho esfuerzo e imaginación, Calisto Tanzi (1938-2022) consiguió transformar una pequeña explotación familiar creada en 1961 en una multinacional reconocida en medio mundo. La apuesta primeriza por el proceso de uperización (UHT) y por los envases de cartón (el tetra brik) supuso una revolución en la Italia de aquellos momentos, y le permitió diferenciarse de la competencia. La ambición de Tanzi no tenía límites, y muy pronto su mercado se amplió mucho más allá de la ciudad de Parma y de la región de Emilia-Romaña, donde había nacido el negocio. Un empuje importante fue la desaparición del monopolio público de distribución de la leche, las Centrali del Latte, que se deshizo en 1973.

    Después de conquistar Italia, llegó al continente europeo. La vía para expandirse durante la década de los setenta fue la compra de otras compañías, como Bonlat, Dietelat y P. Paestum en Italia; y Molkerei Weissenhornin y Laiterie de Carpiquet en Alemania y Francia, respectivamente. Esto le sirvió también para ampliar la gama de productos, que desde entonces abarcó también los quesos, la mantequilla, la salsa bechamel y los postres en general. Dieron el salto al otro lado del Atlántico en 1974, con la apertura del negocio de Brasil y ocho años más tarde entraron en Estados Unidos mediante el tomate envasado. A principios de la década de los ochenta ya eran uno de los accionistas relevantes de una de las principales cadenas de televisión privadas de Italia, STP-RV (más tarde, Odeon TV), que competía con Canale 5 (Berlusconi), Italia 1 (Rusconi) y Rete Quatro (Mondadori). En aquella época se planteaban la entrada en el Estado español después de haberse asentado en Francia, Alemania, Brasil y Nigeria, con una facturación total de 40.000 millones de pesetas, que pasado a euros serían unos 240 millones. Precisamente en 1985 dieron el gran paso que les otorgó visibilidad total en la península, como fue la decisión de patrocinar la camiseta del Real Madrid, que hasta entonces sólo había lucido publicidad de la multinacional, también italiana, Zanussi. Si se puede pensar que anunciarse en la camiseta del club de la Castellana puede suponer algunas externalidades negativas, nada importante comparado con la iniciativa que tomaron un año más tarde, cuando se ofrecieron al gobierno de su país para comprar la leche contaminada después del accidente nuclear de Chernóbil. La propuesta sembró el pánico en Italia. Antes de finalizar aquella década, las ventas ya llegaban a más de treinta países. En 1987 adquirieron una primera participación en el Parma AC (un 25%), pero con la muerte del socio principal acabarían por tener casi el 100%. Ello significó la época dorada de un club de fútbol modesto que en poco tiempo pasó a competir con los grandes de Europa y a ganar cuatro títulos continentales y tres copas de Italia, además de un subcampeonato de liga. La leche y sus derivados servían para financiar abundantes fichajes estelares, como por ejemplo los del argentino Hernán Crespo, el colombiano Faustino Asprilla, el italiano Gian Franco Zola o el sueco Tomas Brolin, por mencionar algunos. Todo un lujo para una ciudad de doscientos mil habitantes, bastante menos que L'Hospitalet o Badalona.

     

    Entrados ya los noventa, el enorme esfuerzo financiero llevado a cabo para construir el crecimiento que hemos visto, comenzó a dañar las cuentas del grupo empresarial. El uso abusivo de deuda para acometer las compras constantes hipotecaba la generación de valor de la empresa, que hacia el final de la década comenzó a aplicar trampantojos contables para tratar de disimular las crecientes vías de agua que amenazaban la continuidad del negocio. El tiro de gracia lo dieron los auditores de Deloitte, cuando se negaron a dar el visto bueno a las cuentas de 2002. Poco después, la empresa reconoció que no tenía capacidad para devolver las emisiones de deuda que vencían y todo se complicó meses más tarde, cuando se descubrió que el gran activo salvavidas que le quedaba a la empresa -una cuenta con unos 4.000 millones de dólares a nombre de una filial en las Islas Caimán- era del todo falso. La quiebra fue inmediata, y rápidamente se convirtió en uno de los mayores escándalos de la historia empresarial europea, entre otros motivos porque la empresa cotizaba en bolsa y los afectados fueron miles. El agujero se cuantificó en 14.000 millones de euros. El sueño de crear “la coca-cola de leche”, terminó en una pesadilla que lo arrasó todo. Como es fácil imaginar, el club de fútbol vinculado a Parmalat acabó desapareciendo.

    El sueño de crear “la coca-cola de leche”, terminó en una pesadilla que lo arrasó todo

    El gobierno italiano intervino para rescatar a la empresa y después de un plan de saneamiento durísimo, tres años después el antiguo rey de la leche volvía a tener constantes vitales, suficientes para que sus acciones volvieran a cotizar. En 2011, con la compañía ya normalizada, pero con unas dimensiones mucho más pequeñas que las que tenía antes de la quiebra, se aceptó la oferta del grupo francés Lactalis por valor de 3.000 millones de euros para quedarse Parmalat. Por cierto, el hombre detrás del imperio, Carlo Tanzi, fue condenado a 17 años de prisión por quiebra fraudulenta y manipulación del mercado. Murió el primer día de 2022. Por cierto, si la lechera renació, también lo hizo el club de fútbol, que ahora se llama Parma Calcio 1913 y pertenece al Krause Group del empresario estadounidense Karl Krause.