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¿Por qué todos son ricos y yo sigo siendo pobre?

Parece que todos somos ricos, pero el 50% más pobre de la población solo controla el 7% de la riqueza nacional, mientras el 1% supera el 24%

El 10% más pobre tendría que trabajar tres siglos para ganar el mismo que gana el 10% | iStock
El 10% más pobre tendría que trabajar tres siglos para ganar el mismo que gana el 10% | iStock
Josep-Francesc Valls es uno de los grandes expertos en la clase media | Marc Llibre
Profesor y periodista
04 de Noviembre de 2025 - 05:30

Si analizamos los datos del crecimiento de la economía española en los últimos años y las perspectivas inmediatas, deduciremos las razones por las cuales los macroeconomistas están eufóricos. En 2023, el PIB se incrementó el 3,2%; en 2024, el 3,2%; en 2025 lo hará previsiblemente el 2,6%, y en 2026, cerca del 2%. Datos para lucir, para sacar pecho en el ámbito internacional, sobre todo cuando es la misma OCDE quien afirma que se trata de la economía avanzada que más crece. Pero la última encuesta de Funcas de este año dice que el 55% de los españoles considera la situación económica peor que antes de la pandemia; solo el 20% confiesa que lo ve más claro.

 

Todos somos ricos, pero la productividad está estancada desde prácticamente 1990. El PIB por hora trabajada se sitúa en un 90% de la media europea, junto a países como Eslovaquia, Hungría, Polonia, Portugal, Letonia o Grecia, alejado de Alemania, Francia, Países Bajos o Bélgica, que superan con creces el 100%. Y esto se debe al escaso nivel de innovación e I+D para afrontar la era digital, que solo ocupa el 1,4% del PIB, casi la mitad de la media europea; a la descapitalización de las universidades públicas que revierte en menor investigación; la desavenencia entre la formación del talento y el sector productivo; y al bajo peso de la industria dentro del sistema productivo.

Los salarios en Francia, Alemania y España comparados

Las cifras dicen que todos somos ricos, pero el nivel del paro sigue siendo del 10,9%, el doble que la media europea; por su parte, el paro estructural, según Funcas, ronda entre el 15 y el 19%, bastante superior a la media comunitaria. La temporalidad laboral supera el 15% de los trabajadores, contra el 12,8% en la UE, y pese a los incrementos producidos en los últimos años por el gobierno de izquierdas, los salarios reales se recuperan más lentamente que la media comunitaria.

 

A modo de ejemplo, el salario bruto de un médico especialista de hospital en Francia es de un mínimo de 70.000 euros; en Alemania, de 60.000 euros; y en España de 49.000 euros; el de un maestro, 32.186 euros, 62.322 euros y 30.550 euros, respectivamente; y el de un trabajador de base de un hotel, 21.622 euros, 28.100 euros y 16.985 euros, respectivamente.

En Francia, un médico especialista de hospital cobra un mínimo de 70.000 euros; en España, 49.000 euros

Parece que todos somos ricos, pero el 50% más pobre de la población solo controla el 7% de la riqueza nacional, mientras el 1% supera el 24%, según el World Inequality Database; Intermón constata que los más pobres están disminuyendo su riqueza neta. La riqueza tiende a repartirse de forma desigual, pese a los esfuerzos del gobierno de izquierdas por reducir las disparidades.

Prácticas ilegales

Puede que seamos ricos, pero la desigual presión fiscal hace que los que más tienen, a pesar de la progresividad, aporten relativamente menos a las arcas públicas que las clases medias, los excluidos sociales y los asalariados. De hecho, el conjunto de los impuestos directos e indirectos repercuten más fuertemente sobre los segundos que sobre los primeros. Además, no menos del 5% del PIB se lo llevan los sobrecostes de las prácticas ilegales, es decir, la corrupción, según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), porcentaje que otras fuentes elevan hasta el 8%; y hay que añadir que las administraciones tienden a ser poco espartanas.

Nos dicen que somos ricos, pero la sobrecualificación y el paro juvenil continúan desbocados por el desajuste entre la cantidad de jóvenes formados y las necesidades del mercado. De este modo, por un lado, hay demasiados títulos que no sirven y, por otro, faltan perfiles técnicos, y sobre todo digitales para abastecer los puestos de trabajo de la nueva era. Unos y otros se tienen que buscar la vida en el extranjero o aceptar ser subempleados, mientras los puestos de trabajo más baratos se quedan para los inmigrantes de primera generación.

Para decirlo claro y en catalán: cada vez es más amplio el grupo de la clase media baja; y el 63% de los hogares tiene dificultad para llegar a fin de mes

Sobre el papel, somos ricos cuando el 25% de la población vive en riesgo de pobreza o exclusión social sostenida en los últimos años, y entre 2018 y 2025 las clases medias han pasado de representar el 63% de la población al 51%, según datos de la OCU. Para decirlo claro: cada vez es más amplio el grupo de la clase media baja; y el 63% de los hogares tiene dificultad para llegar a fin de mes, según la misma fuente.

Y para complementar la cuestión sobre la riqueza colectiva y la individual, deberíamos añadir las desigualdades territoriales entre las grandes ciudades que lo fagocitan todo y las zonas más despobladas -42 puntos de diferencia de renta disponible media, según el Observatorio Social de la Fundación Caixa, 2020-; la lentitud institucional, agravada por la fragmentación de los partidos; la diferente justicia que reciben los ciudadanos según los recursos o según la ideología; o el lento tránsito hacia la economía verde o la adaptación digital que nos permitiría adentrarnos en un escenario más rico e igualitario.

La paradoja

Queda un remanente de los fondos comunitarios Next Generation de unos 60.000 y 70.000 millones de euros entre préstamos y subvenciones, que se tienen que gastar antes de agosto de 2026. Es la bala de cobre, que no de plata, para mejorar la competitividad y reducir las desigualdades. A pesar del tiempo limitado que queda por el papeleo, la concesión y la realización de este presupuesto extraordinario, el gobierno prevé invertirlos en los siguientes apartados: la transición verde -40%-; la digitalización de las pymes -20%-; la reindustrialización -15%-; el capital humano, la vivienda y los servicios sociales -15%-; y las reformas estructurales -10%-.

El retrato de nuestra sociedad: rica y moderna desde una perspectiva global e internacional, y a la vez con un lastre importante de desigualdades y pobreza. Son dos caras de la misma moneda, más vaporosa la primera y más real, más woke, la segunda. Esta es la paradoja: aumenta diacrónicamente la disponibilidad de bienes y servicios a medida que avanza el progreso económico, mientras la capacidad de acceder a ellos se reduce para gran parte de la población debido a la concentración de la riqueza.

Podríamos ser más ricos todos y más igualitarios si se afinaran la productividad, el paro, la presión fiscal, se ajustara la formación con el mercado, y las administraciones fueran más efectivas y más sobrias. El error no está en el modelo, sino en la práctica. Otros sistemas autoritarios trabajan por una sociedad menos igualitaria con mayor proporción de riqueza para unos pocos.