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Sector porcino: todavía estamos a tiempo de evitar la tormenta perfecta

En 2024, las exportaciones de carne y derivados alcanzaron 4.263 millones de euros y 1,33 millones de toneladas, el 27% de todas las ventas catalanas agroalimentarias al exterior

Imagen de archivo de una granja de cerdos de Alcarràs (Segrià) | Laura Cortés (ACN)
Imagen de archivo de una granja de cerdos de Alcarràs (Segrià) | Laura Cortés (ACN)
Oriol Amat | VIA Empresa
Catedrático de la UPF BSM y presidente del Obstervatori de la PIME de Pimec
10 de Diciembre de 2025 - 04:55

La detección reciente de casos de peste porcina africana (PPA) en jabalíes en Collserola ha situado al sector porcino catalán en el momento más delicado de las últimas décadas. Este virus no aparecía en España desde 1994, que está oficialmente declarada como país libre de la PPA desde 1995. En Europa hace más de una década que la PPA circula en fauna salvaje y, en algunos países como Alemania, incluso ha llegado puntualmente a alguna explotación, pero en Catalunya no se ha detectado nunca en ninguna granja. Aunque el virus no afecta la salud humana, su impacto económico puede ser devastador, porque pone en riesgo uno de los motores industriales y exportadores más importantes del país. El brote, de momento, ha aparecido en fauna salvaje, pero podría escalar rápidamente si llegara a una granja.

 

El impacto inmediato: mercados cerrados, precios a la baja e inquietud empresarial

La PPA ya tiene efectos tangibles en el comercio exterior. Diversos países —Filipinas, Japón, Taiwán y Singapur— han suspendido temporalmente las importaciones de carne de cerdo procedente de Catalunya o de España, un conjunto de mercados que representa aproximadamente el 16% de las exportaciones catalanas del sector. China, en cambio, solo ha aplicado restricciones a la provincia de Barcelona gracias al acuerdo de regionalización alcanzado el pasado 12 de noviembre, que limita el cierre a zonas concretas y evita la afectación de todo el Estado. Esta decisión es especialmente relevante porque China, además de ser el principal cliente extracomunitario —casi el 20% del total—, importa partes del cerdo con poca demanda en Europa y que aportan valor añadido al conjunto de la canal.

Actualmente, dos tercios de las exportaciones catalanas se dirigen a la Unión Europea, donde no se han establecido restricciones, más allá del caso puntual de Serbia, que ha cerrado provisionalmente el mercado y se encuentra en proceso de negociación. En este contexto, Ricard Parés, director de PORCAT, recuerda que “es muy importante no perder mercados, porque después cuestan mucho de recuperar”. Y es que Asia concentraba en 2024 cerca de 1.172 millones de euros de exportaciones anuales de carne y otros productos cárnicos de porcino, de acuerdo con los datos de Prodeca. Si las restricciones se alargasen en el tiempo, las pérdidas podrían superar los 100 millones de euros mensuales.

 

Asia concentraba en 2024 cerca de 1.172 millones de euros de exportaciones anuales de carne y otros productos cárnicos de porcino

La incertidumbre también afecta a los precios. En la Lonja de Mercolleida ha habido un descenso histórico total de 21,4 céntimos/kg en tan solo una semana. El cerdo vivo cotiza actualmente a 1,10 euros/kg, por debajo del coste medio de producción, estimado en 1,35 euros/kg. El sector, por tanto, está vendiendo a pérdidas. Esto golpea especialmente a las explotaciones más pequeñas. El consumo doméstico muestra una evolución desigual: en cinco años la carne fresca ha caído un 13,5% hasta los 10,21 kg por persona y año, mientras que los elaborados han aumentado un 19,2%, hasta los 10,91 kg.

España es hoy el primer productor europeo de carne de cerdo, con el 24,1% del total de la Unión Europea, según el Ministerio de Agricultura. Este liderazgo se debe a un tejido empresarial potente y altamente profesionalizado, con grupos como Vall Companys, BonÀrea, Piensos Costa, Grupo Jorge, El Pozo, Campofrío, Loriente Piqueras o Argal.

Catalunya, con 8,01 millones de cabezas en 2023 y una producción de 1,96 millones de toneladas de carne —el 40,47% del total estatal—, concentra uno de los ecosistemas ganaderos más especializados de Europa. Según datos de Prodeca, el porcino es uno de los principales motores del agroalimentario catalán: en 2024 las exportaciones de carne y derivados alcanzaron 4.263 millones de euros y 1,33 millones de toneladas, cifras que representan el 27% de todas las ventas agroalimentarias catalanas al exterior, el 83% del cárnico exportado y casi la mitad del porcino que se exporta desde el Estado. El territorio dispone de 5.406 explotaciones porcinas, según el Departament d'Agricultura, ubicadas sobre todo en las comarcas de Segrià (16,5%), la Noguera (14,7%), Osona (9,4%), el Pla d’Urgell (5,5%), Alt Empordà (5,3%) y Pla de l’Estany (5,2%), y conectadas con una industria moderna y tecnificada.

La cadena de valor del sector porcino catalán es completa. Se inicia en las explotaciones de cría y engorde, donde operan grandes grupos integradores como Vall Companys y BonÀrea (ya mencionados anteriormente), Terragrisa, Premier Pigs, Frecarn, Costa Brava Mediterranean Foods (Grup Cañigueral), Friselva, Agrocat o Alimentaria Cárnica Casserres. En este modelo de integración, algunos grupos coordinan cientos de explotaciones y controlan casi todas las fases del proceso —de la alimentación al sacrificio, la transformación, y en algunos casos, la distribución—, garantizando eficiencia y trazabilidad. El sector se refuerza con servicios auxiliares, que incluyen la fabricación de piensos (Esporc, Pinsos del Segre, cooperativas d’Ivars y Bellpuig, además de la mayoría de las integradoras ya citadas anteriormente), la veterinaria y bioseguridad, y la genética y biotecnología (Gepork, Cincavic, Hipra). Los mataderos y la primera transformación forman parte del mismo ecosistema, a menudo vinculado a los grupos integradores.

La cadena de valor del porcino abarca todas las etapas en Catalunmya, desde las explotaciones y servicios auxiliares hasta la industria elaborada y la distribución

A continuación, interviene la industria elaboradora con referentes como Casa Tarradellas, La Selva, Noel, Monells, Can Duran o Batallé, además de un tejido amplio de pequeñas fábricas en Osona, La Selva, Girona y La Garrotxa. Este ecosistema industrial se complementa con fabricantes de maquinaria y tecnología alimentaria como Metalquimia, que exporta el 90% de su tecnología y equipos a más de 90 países de los cinco continentes.

Finalmente, el producto llega al consumidor a través del comercio mayorista y al por menor, con una extensa red de distribución. Tal como señala David Coll, presidente de Pimec Agroalimentària, “la importancia y el prestigio del sector porcino catalán no solo se deben a la calidad de los productos elaborados y transformados, sino también al papel de la distribución, de los carniceros y de los charcuteros, que ofrecen un servicio diario al consumidor. La confianza, el prestigio y la profesionalidad que caracterizan al sector son posibles gracias a una cadena de valor sólida y muy arraigada al territorio”.

Rentabilidad y capitalización

El sector de las explotaciones porcinas está formado mayoritariamente por pymes, que en muchos casos operan dentro de modelos de integración vertical liderados por grandes grupos que aportan estructura, tecnología y capacidad de gestión. Si tenemos en cuenta solo las explotaciones que son sociedades mercantiles, las pymes representan el 99,2% del total de explotaciones, hecho que confirma un modelo basado en explotaciones de tamaño reducido, pero muy arraigadas al territorio.

La siguiente tabla muestra que, en los últimos años, las explotaciones porcinas han experimentado una evolución muy positiva, con una mejora sostenida de la rentabilidad y un refuerzo notable de la capitalización. La ratio de patrimonio neto sobre activo, situada en el 62,3%, evidencia un balance sólido, resultado de la reinversión continuada de los excedentes generados por las empresas. También han avanzado los márgenes: la rentabilidad sobre ventas ha pasado del 8,9% al 11,8% y la rentabilidad financiera se ha situado en el 19,8%, indicadores que reflejan una gestión eficiente. En cuanto a la liquidez, la tesorería es elevada, pero muestra que, en un escenario de bloqueo temporal de las ventas, las empresas podrían operar sin ingresos durante unos 101 días. Este margen, a pesar de ser significativo, también pone de manifiesto que las restricciones comerciales pueden hacer necesarios ayudas para evitar tensiones de liquidez.

Elevada profesionalización y adaptación, pero vulnerabilidad a brotes sanitarios

Entre las fortalezas destaca la existencia de una cadena de valor completa y muy integrada, un elevado nivel de profesionalización y una notable capacidad de adaptación e inversión. El sector ha sabido crecer manteniendo estándares estrictos de bioseguridad, es decir, el conjunto de medidas que evitan la entrada y la propagación de enfermedades en las explotaciones. La industria es potente y con actores de dimensión internacional que exportan a mercados muy exigentes. Como recuerda Dèlia Perpiñà, directora gerente de Prodeca, “Catalunya cuenta con un sector porcino altamente competitivo en los mercados internacionales y con una reputación de gran valor, fruto de años de trabajo bien hecho y de un alto nivel de profesionalización”.

En cuanto a debilidades, la concentración territorial genera presiones ambientales y aumenta la vulnerabilidad ante brotes sanitarios. El economista Francesc Reguant señala que “el impacto medioambiental sigue siendo un reto importante, a pesar de los avances en tratamiento de purines, reducción de emisiones y nuevas tecnologías que mejoran la sostenibilidad”. La dependencia del mercado exterior es otro factor crítico, ya que el consumo interno no puede absorber choques repentinos. También pesa la dependencia de las importaciones de materias primas para el pienso, que representan cerca del 70% del coste de producción y exponen al sector a la volatilidad internacional del cereal y la soja. En este contexto, la reciente caída de los precios de venta sitúa muchas explotaciones en una situación económica delicada.

La dependencia del mercado exterior es un factor crítico, ya que el consumo interno no puede absorber choques repentinos

Las oportunidades son diversas. La diversificación de mercados puede reducir la dependencia asiática. La innovación tecnológica, la digitalización y las inversiones en sostenibilidad ambiental y bienestar animal pueden reforzar la competitividad y el posicionamiento internacional. También hay oportunidades en los productos de más valor añadido y en el desarrollo de marcas que aporten estabilidad y diferenciación.

Entre las amenazas, la PPA es la más inmediata y potencialmente más grave. Una entrada del virus en las granjas comportaría sacrificios obligatorios, paralización de movimientos y cierre automático de mercados comunitarios y extracomunitarios. La volatilidad de los precios, el endurecimiento regulador europeo y el riesgo reputacional derivado de la difusión de información no contrastada representan otras amenazas significativas. Estas amenazas se inscriben en un contexto global cada vez más exigente. En los últimos años, las enfermedades animales se han acelerado, el cambio climático ha intensificado episodios extremos —altas temperaturas, incendios e inundaciones— y las tensiones geopolíticas, los conflictos arancelarios, la crisis energética y la guerra de Ucrania han añadido volatilidad a los mercados.

Por tanto, el sector muestra activos sólidos, pero en una situación de presión extrema que requiere decisiones rápidas, coordinación institucional y visión a largo plazo. Es esencial reforzar un sector que es uno de los motores más reconocidos internacionalmente de la economía catalana y que cuenta con una coordinación destacable entre empresas, instituciones y agentes del territorio. Esta situación también puede servir para que la ciudadanía, especialmente en el área metropolitana, tome conciencia de la importancia estratégica del porcino para el país.

El sector muestra activos sólidos, pero en una situación de presión extrema que requiere decisiones rápidas, coordinación institucional y visión a largo plazo

Qué hacer: las líneas de acción para evitar la tormenta perfecta

Antes de detallar las medidas necesarias, es importante entender el horizonte temporal con el que trabaja el sector. Según Ricard Parés, la normativa es taxativa: para dar por acabada la crisis se necesitan doce meses consecutivos sin detectar ningún caso positivo, ni en fauna salvaje ni en explotaciones. Si aparece un solo nuevo caso, el contador se reinicia. Por lo tanto, en el mejor de los casos, no habrá plena normalidad hasta diciembre de 2026.

Por eso, en primer lugar, es necesario reforzar la bioseguridad a todos los niveles: explotaciones, transportes, mataderos, entorno rural y personal implicado (trabajadores, técnicos, veterinarios, directivos). También es esencial mantener un control efectivo sobre las poblaciones de jabalí y mejorar los mecanismos de detección precoz. Como recuerda Josep Lagares, miembro del Consell de Caça de Girona: “La PPA ha hecho visible aquello que se advertía desde hace años: mientras la superpoblación de jabalíes no se reduzca de manera efectiva -actualmente, se calcula que hay cerca de 300.000 en Catalunya- el riesgo para el sector porcino continuará siendo alto”. En segundo lugar, se debe garantizar una comunicación institucional rigurosa y prudente, que evite especulaciones que puedan perjudicar la reputación del sector. Como apunta nuevamente Ricard Parés: “Necesitamos rigor y prudencia en la comunicación. Cualquier especulación puede perjudicar a un sector estratégico”.

Es imprescindible continuar potenciando la diversificación comercial, buscando mercados alternativos que complementen los mercados en los que se interrumpan las exportaciones

En tercer lugar, es necesario dar apoyo económico a las explotaciones afectadas por la caída de precios y exportaciones, no solo a las que eventualmente puedan sufrir sacrificios sanitarios. Esto incluye mecanismos de ayudas y de financiación. También es imprescindible continuar potenciando la diversificación comercial, buscando mercados alternativos que complementen los mercados en los que se interrumpan las exportaciones. En cuarto lugar, la innovación, la sostenibilidad y la digitalización deben impulsarse como ejes estratégicos para mantener la competitividad en un entorno global exigente. Finalmente, es clave reforzar la colaboración entre administraciones, empresas del sector, centros de investigación y tecnológicos para afrontar conjuntamente los retos actuales y futuros.

Todavía estamos a tiempo. El sector porcino afronta un reto mayúsculo, pero dispone de una base sólida y de una experiencia que le permiten encararlo con garantías. Podemos evitar la tormenta perfecta si actuamos con rapidez, eficacia, transparencia y responsabilidad. La gestión de este episodio condicionará la respuesta inmediata, pero también el futuro y el liderazgo de uno de los motores económicos más importantes del país. El sector ya ha superado otras crisis y ha demostrado una notable capacidad de adaptación. Ahora, el reto es anticiparse y mantener la coordinación para proteger la competitividad y la confianza de los mercados.