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El talento que, quizás, abandonaría Estados Unidos

En la UE, el 78% de los investigadores que habían estudiado aquí se quedaron; en EE.UU, solo el 70% de los que estudiaron allí permanecieron en el país

    Investigadores en un laboratorio | iStock
    Investigadores en un laboratorio | iStock
    Xavier Roig VIA Empresa
    Ingeniero y escritor
    22 de Mayo de 2025

    Tan pronto como el presidente Trump llegó a la Casa Blanca, hubo una ola de berrinches. Gente que decía que se marcharía, de diversos sectores. Entre ellos, los investigadores del sector público que, no nos engañemos, en Estados Unidos constituyen una élite. Forman parte de los que Trump y los suyos tienen en el punto de mira. El berrinche fue puntual -los arrebatos de enojo lo son por definición-. Una especie de reacción que, en nuestra casa, se manifiesta con el famoso "¡ahora me oirán!", y que suele tener un vuelo de poco alcance. Algunos sí que se marcharán -mejor dicho, los echarán- pero, conviene no engañarse, la mayoría permanecerán en Estados Unidos porque "como en casa, en ningún sitio".

     

    Si allí se trató de una especie de rabieta de clase social, aquí la cosa fue muy grotesca. Los medios y los gobernantes comenzaron a expulsar animaladas previniendo que debíamos estar atentos para captar y acoger las toneladas de inteligencia que huirían de Trump. La imagen era bastante estrafalaria. Y es que observar a la Generalitat advirtiendo del fenómeno mientras nuestros médicos y enfermeras huyen -porque, con aplausos solidarios desde el balcón de casa, no se sabe de nadie que haya podido poner el asado en la mesa- resulta, como mínimo, hilarante. Bien, no entraré en detalles porque todo resultó tan obsceno que provocó la risa de todo el mundo. Y aún perdura.

    Con todo, y más allá de las insensateces manifestadas, ¿qué hay de cierto en esta supuesta diáspora de talentos? ¿Existe? ¿Tiene un cierto grosor? ¿Quién se puede aprovechar? Mirémoslo.

     

    Lo primero que hay que considerar es que la gran rabieta viene del sector público, que es donde Trump y sus acólitos han hecho recortes. Pero en Estados Unidos la investigación privada tiene un gran peso y está muy bien pagada, como ya veremos. Entonces, probablemente será solo un sector el que, quizás, huya enfadado o desempleado. Pero, además, existen varios factores que pueden hacer que un investigador se marche de un lugar para ir a otro. Lo primero que parece que se tiene en consideración es el trabajo a desarrollar. Es decir, el futuro profesional. Y este factor tiene más o menos afectación dependiendo del sector.

    La investigación en abstracto no existe: la hay médica (y dentro de esta hay muchas subespecialidades), la mecánica (ídem), energética (ídem), etc. Quiero decir con esto que un investigador del sector de óptica de precisión muy probablemente no irá a parar a nuestra casa, pero sí a Alemania, por ejemplo.

    La realidad económica y cultural sitúa a Canadá y al Reino Unido como principales potenciales receptores de los investigadores que, quizás, se marcharían de EE.UU

    Todo lo que se diga sobre esta presunta huida de investigadores parece basado en especulaciones. Y es en este ámbito que parece que los individuos que puedan tener ganas de marcharse serán jóvenes y, atención, irán allí donde hicieron algún curso o estudiaron la carrera. No parece que los investigadores sénior que se han formado en Estados Unidos tengan demasiadas ganas de emigrar. Un investigador sénior, el de más alto nivel, puede llegar a ganar más de medio millón de dólares al año. Las variables que regulan los salarios allí no guardan ninguna relación con Europa. Los acuerdos con empresas, las propiedades intelectuales, las remuneraciones basadas en el éxito de los descubrimientos científicos, entre otros factores, hacen que transportar investigación sénior de Estados Unidos a Europa, ya no digamos a España, sea francamente improbable.

    Para ver de dónde partimos, analicemos de dónde se nutren las bases de los investigadores en la Unión Europea (UE) y EE.UU. Todo parece indicar que los investigadores tienen una cierta fidelidad al lugar donde estudiaron. En la UE, el 78% de los investigadores que habían estudiado aquí se quedaron. En EE.UU, solo el 70% de los que estudiaron allí permanecieron en el país. En la UE, el 15,6% vinieron de otros lugares que no son la UE ni EE.UU. La proporción es mayor en EE.UU.

    Por los estudios realizados, se desprende que aquellos investigadores que se formaron en la UE pueden tener más tendencia a venir hacia aquí. Pero la realidad económica y cultural sitúa a Canadá y al Reino Unido como principales potenciales receptores de los investigadores que, quizás, se marcharían de EE.UU. En otro orden de cosas, los gobiernos europeos deben empezar a pensar más en qué harán con los investigadores que no irán a EE.UU, que no en captar recién llegados de aquel país.

    En resumen, estamos ante un problema que permite todas las elucubraciones posibles y donde la superficialidad toma carta de naturaleza. La tentación al comportamiento de estilo "prensa rosa" es muy viva. La demagogia y la frivolidad son, también, peligros -como ya hemos observado en nuestros gobernantes-. Intentando hacer un resumen de los factores objetivos que podrían influir en este asunto, tenemos los siguientes:

    • Hay que ver si la rabieta del sector investigación de los EE. UU. se consolida o es temporal.
    • En caso de tener lugar, muy probablemente se trataría de investigadores júnior por el simple motivo de que la UE, por cultura y estructura social, no está dispuesta a pagar los salarios públicos que se pagan a los investigadores sénior de EE.UU.
    • Los investigadores que, quizás, se marcharán de los EE.UU. elegirán antes Canadá y el Reino Unido que no la UE. Motivos de distancia, tanto física como cultural.
    • El efecto más inmediato para la UE es presentar a los investigadores locales que no se marcharán a los EE.UU por el simple hecho de que la demanda pública allí se ha cortado en seco.
    • Hay que tener en cuenta, por encima de todo, que todas estas elucubraciones se plantean solo en el entorno público. La investigación pública en los EE.UU solo significa el 30% del total (el 33% en la UE). Por lo tanto, tampoco hay que sacar las cosas de lugar.

    Todo parece indicar que podríamos estar ante un fuego de artificio del que se ha hecho, por parte de los medios, más ruido que otra cosa.