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Almirall, la consolidación de una nueva cara para seguir protegiendo la piel

Tres años después del relevo presidencial, el laboratorio catalán confirma el buen momento quintuplicando beneficios y posicionándose como referente en dermatología médica

Logotipo de Almirall en el edificio de la empresa en Barcelona | Maria Asmarat / ACN
Logotipo de Almirall en el edificio de la empresa en Barcelona | Maria Asmarat / ACN
Marc Vilajosana, periodista de VIA Empresa | Mireia Comas
Periodista
Barcelona
05 de Diciembre de 2025 - 04:55

En 2022, tras 34 años en el cargo y un intento fallido de transición diez años atrás, Jorge Gallardo abandonó la presidencia de Almirall en favor de su hijo, Carlos Gallardo, tercera generación de un Antonio Gallardo que en 1943 fundó la empresa junto con Víctor Almirall. El relevo llegó en una situación delicada para la empresa, tras un 2021 cerrado con pérdidas de 41 millones por la actualización contable de algunos productos; de hecho, ese mismo 2022 Almirall se despidió del Ibex-35 después de conseguir entrar en él dos años atrás. Pero tres años más tarde, la compañía ha recuperado definitivamente la sonrisa gracias a unos resultados trimestrales que confirman la posición de Almirall como referente catalán del cuidado de la piel.

 

“Almirall es un pequeño campeón en un ámbito, el terapéutico, muy concreto y con mucho futuro”, define la empresa el director de innovación y transferencia de conocimiento en Esade, Oriol Alcoba. “Dentro de la industria catalana, es de las pocas farmacéuticas con producto propio que todavía mantenemos en el país”, señala. Una posición dentro de un sector, el de la salud, que concentra el 7,6% del PIB catalán y que daba empleo a 25.775 personas en 2023, según cifras de Biocat y el Idescat, respectivamente. 

De hecho, la de Almirall es una historia de largo recorrido: la empresa fue fundada en 1943, pero sus orígenes se remontan hasta 1862, año en que Francesc Mont i Almirall montó la farmacia y posteriores laboratorios que dan nombre a la compañía. Con el inicio de las actividades de I+D en 1960, la compañía multiplicó su capacidad productiva en la década de los 70 con la apertura de plantas en Sant Celoni, Sant Andreu de la Barca y Sant Just Desvern, así como un centro de investigación en Sant Feliu de Llobregat. En 1990 lanzó en España el antihistamínico ebastina y comenzó a conceder licencias internacionales; además, aquel mismo año es cuando abrió su primera filial internacional, en Bélgica.

 

A finales del siglo XX, en 1997, la compañía se fusiona con el Grupo Prodesfarma para dar lugar a Laboratorios Almirall Prodesfarma SA, nombre que evolucionaría con el paso de los años hasta retornar en 2009 al simple Almirall SA que se mantiene hoy. El 2007 marca un nuevo hito, con la salida a bolsa de la empresa, y desde entonces, el grupo ha ido ampliándose con adquisiciones de compañías dermatológicas como Hermal (2007), Aqua Pharmaceuticals (2013), Poli Group (2015), ThermiGen LLC (2016) o Bioniz Therapeutics (2020), entre otras. En 2024, la empresa, que mantiene la sede en Barcelona, sumaba más de 2.000 trabajadores (de los cuales un 54% son mujeres), un total de catorce filiales repartidas entre Europa y los Estados Unidos y una presencia en más de 100 países

Alcoba: “Dentro de la industria catalana, Almirall es de las pocas farmacéuticas con producto propio que aún mantenemos en el país”

Sin embargo, la compañía ha experimentado diversos momentos difíciles en las dos últimas décadas: en verano de 2017, Almirall vivió un traspié importante en su valoración en bolsa tras revisar a la baja las previsiones del ejercicio, que acabó cerrando con pérdidas de 303,9 millones. Esta caída, junto con otros puntos críticos, provocaron un cambio de alineamiento de la compañía, que optó por redirigir sus prioridades. Entre 2013 y 2018, la empresa redujo la plantilla en más de 1.000 profesionales, una parte despedidos y otra transferida a AstraZeneca en 2014, cuando llegó a un acuerdo con la empresa británica para venderle el negocio de enfermedades respiratorias. “Fue una apuesta bastante arriesgada, en la que tuvo que dejar ir otros ámbitos terapéuticos”, reconoce Alcoba, pero “por las cifras que salen últimamente, parece que tenemos una empresa que funciona bien”.

Beneficios quintuplicados y un ebitda que crece a buen ritmo

Las más recientes, correspondientes a los resultados del tercer trimestre de este año, apoyan el discurso. Almirall registró unas ventas netas de 820,7 millones de euros durante los nueve primeros meses de 2025, un 12,8% más que el mismo periodo de 2024, y unos beneficios netos de 39,1 millones, cifra que quintuplica el equivalente al año anterior. Por su parte, el ebitda alcanza los 180,7 millones de euros, lo que supone un crecimiento interanual del 27,1%. Tras presentar estos datos el pasado noviembre, la empresa mantiene las previsiones de cerrar 2025 con un incremento en ventas de entre el 10 y el 13%, que superarían los 1.000 millones, con un ebitda de entre 220 y 240 millones.

Alcoba considera que son unos datos “muy positivos”, especialmente por lo que respecta al ebitda, que crece a un ritmo más elevado que la facturación, lo que demuestra que “están rentabilizando las inversiones”. “En el sector, todo va de mantener la inversión en I+D, pero también de tener éxito en el pipeline de productos, y esto no siempre pasa, ya que la I+D siempre es igual a riesgo”, señala. “No olvidemos que un producto farmacéutico tiene una duración de veinte años, que es lo que dura la patente”, remarca el director de innovación y transferencia de conocimiento en Esade, una limitación que obliga a continuar invirtiendo en investigación. En este sentido, Almirall ha destinado un total de 102,4 millones de euros a la I+D durante los nueve primeros meses del año, que corresponden al 12,5% de sus ventas. “Las empresas del sector de la salud invierten el orden de entre el 20 y el 25%”, declara Alcoba, “pero es probable que en el ámbito dermatológico no sea necesario destinar un porcentaje todavía más alto de su facturación”.

Almirall ha destinado 102,4 millones hasta septiembre en inversiones en I+D, el equivalente al 12,5% del ebitda del mismo periodo

Los resultados trimestrales también muestran una evolución en las ventas con marcadas diferencias regionales. Europa supone ya más del 90% del negocio de Almirall y continúa en crecimiento, mientras que en el mercado estadounidense registra una caída del 15,4% de las ventas, que ya solo representan el 4,4% del total. A su vez, el resto del mundo fuera de Europa y los EE. UU. también caen, en este caso, un 9,4%, que corresponde a 34,6 millones. Alcoba asocia el descenso en el mercado norteamericano a los aranceles impuestos por los Estados Unidos a los productos farmacéuticos, y, por tanto, los describe como “coyunturales”. En todo caso, “el hecho de tener producto diferencial les da una buena posición para mejorar los datos de exportación”, analiza el experto, que ve el crecimiento en el Viejo Continente como una “muy buena señal”.

Finalmente, la deuda neta de la compañía se sitúa en los dieciocho millones, una cifra que representa 0,1 veces el ebitda. “Es un nivel de endeudamiento bajísimo y demuestra que han tenido una gestión financiera muy conservadora y prudente”, valora Alcoba. Son unas cifras que, “si les hiciera falta”, podrían reinvertir en “el corazón de negocio”, como son la I+D y la gestión financiera. Sin embargo, el experto no ve necesario crecer inorgánicamente a través de adquisiciones de compañías, y más teniendo en cuenta que “hay otros ejemplos en el sector que han sufrido mucho por este endeudamiento”. “Teniendo esta situación financiera de control de la deuda y habiendo vuelto a los números positivos, estarían preparados para afrontar una nueva etapa de crecimiento”, concluye.