El juego de manos de la OPA

La falta de reflejos y de flexibilidad que ha demostrado el BBVA son propias de una mentalidad madrileña que siempre ve a Catalunya como tierra conquistada

El equipo directivo de Banc Sabadell durante la Junta General de Accionistas | EP
El equipo directivo de Banc Sabadell durante la Junta General de Accionistas | EP
Enric Llarch | VIA Empresa
Economista
07 de Mayo de 2025
Act. 07 de Mayo de 2025

El gran prestidigitador está más cerca de conseguirlo. La última maniobra de Pedro Sánchez -otro gran maestro de los juegos de manos-, de envolverse con los agentes políticos, económicos y sociales, quiere cubrirse de cualquier crítica y sacar el máximo rendimiento político posible, sobre todo en Catalunya, de la decisión a tomar.

 

Izquierdas y derechas contra la OPA

Poco se debía imaginar Josep Oliu, cuando propugnaba un “Podemos de derechas”, que serían precisamente los sucesores del Podemos original -la vicepresidenta Díaz- los más decididos partidarios de mantener la independencia del Banc Sabadell en contra de los oligopolios bancarios. Y si el “Podemos de derechas” debía hacer la competencia precisamente a la derecha carpetovetónica del PP, maravilla de las maravillas, el PP también se ha manifestado en contra de la OPA del BBVA. Más decididamente desde Catalunya, eso sí, y más matizadamente y en boca de segundos niveles políticos desde el PP de Madrid.

La heterogénea y contradictoria coalición catalana

Y si el éxito es prácticamente total en el altiplano, ¡qué no debemos decir de Catalunya! Después de haber alimentado a la bestia feroz -contra la lengua, contra la cohesión social- de C’s y de haberla propulsado a Madrid –“Pepe, no pareces catalán”–, la continuidad como banco independiente del Sabadell se ha convertido en un tema de país. Incluso hay quienes dicen que la defensa colectiva de la lengua, de la mejora de Rodalies y del Sabadell demuestra que hay país. ¡Ingenuos!

 

Pero la habilidad del gran prestidigitador pasa por conseguir el apoyo unánime de las fuerzas vivas catalanas, aunque cada una lo haga por motivos diversos, incluso contrapuestos. El Govern de Salvador Illa hizo del Sabadell el estandarte de la codiciada normalización política que propugna cuando hace pocos meses el banco decidió devolver la sede a Catalunya después de la espantada de 2017. Daba igual que, en cada consejo de accionistas, los minoritarios pidieran que la sede volviera a casa. Oliu eligió el momento y la circunstancia en que podía rentabilizar al máximo apelar a aquella catalanidad olvidada para cobijarse bajo el paraguas del gobierno autonómico y congraciarse con la gran patronal, que tenía entre ceja y ceja eso del regreso de las sedes.

Y ya que hablamos de patronales, incluso la Cecot, originaria de una Terrassa en eterna competición con Sabadell, se ha pronunciado estos días inequívocamente en contra de la OPA. Y qué decir de los sindicatos, donde el rechazo a la OPA se coló en la manifestación del primero de mayo.

Entre las fuerzas independentistas, el papel más jugoso ha correspondido a Junts. Después de dos días de silencio -quizás por la sorpresa, quizás por el puente del uno de mayo- el partido se reafirmó inequívocamente en contra de la OPA. Y además intentó justificar el voto favorable de su representante en la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) por las garantías que había conseguido para las pymes, en una redacción absolutamente evanescente. Otra jugada maestra. ERC tuvo la suerte de que su representante en la CNMC no formaba parte de la comisión que debía pronunciarse sobre el impacto en la competencia que podía generar la OPA.

La memoria de los caracoles

No es la primera ni será la última vez que personas nombradas a propuesta de todo tipo de partidos -en órganos reguladores, en el Tribunal Constitucional-, a la hora de tomar una decisión con repercusiones políticas, siguen un criterio diferente del que tiene el partido que los había propuesto. O que las fidelidades al grupo -en este caso, para conseguir la unanimidad- se impongan a cualquier otro tipo de agradecimiento o dependencia.

 El president del Cercle d'Economia, Jaume Guardiola | ACN
El presidente del Cercle d'Economia, Jaume Guardiola | ACN

Por no hablar de líneas editoriales y opinadores -incluidos expresidentes de la Generalitat-, la unanimidad en Catalunya en contra de la OPA ha sido absoluta. La potente, pero retrasada, campaña publicitaria y de publicidad indirecta (publicity) del BBVA -y que tan bien han ido a las cuentas de algunos medios- no ha impedido que todo el mundo se alineara como un solo hombre. Un hombre que lo puede simbolizar es el presidente del Cercle d’Economia, Jaume Guardiola. Directivo del BBVA, fue fichado para convertirse en el consejero delegado del Banc Sabadell, donde estuvo durante 13 años. Guardiola fue el único jefe que rodó después de la frustrada fusión amistosa entre BBVA y Sabadell en 2020.

Solo en un país como este, de memoria tan corta y donde los medios que deberían preservarla se inhiben en nombre de la rabiosa actualidad, el máximo responsable de la frustrada absorción amistosa de hace cinco años se puede descolgar ahora, desde un cargo que se supone que hace de oráculo del empresariado catalán, diciendo que la OPA afectará a la competencia y la financiación de las pymes. Se ve que entonces ninguno de estos argumentos tenía la menor relevancia, y por eso prácticamente nadie puso en cuestión la fusión amistosa entre los dos protagonistas de la OPA actual.

Catalunya, tierra de conquista

Ya nos pronunciamos en estas páginas sobre la conveniencia de que las empresas y los ciudadanos de Catalunya dispongan de una oferta de servicios bancarios cuanto más amplia y diversa mejor. Una oferta conocedora de las necesidades y de los perfiles de los clientes catalanes. Donde las decisiones no estén centralizadas a 600 km de distancia y en el palco del Bernabéu. Donde la cultura industrial y exportadora no sea una anécdota, ni las pymes y los autónomos una especie irrelevante ante las grandes corporaciones que dependen del BOE.

La falta de reflejos y de flexibilidad que ha demostrado el banco de Carlos Torres son propios de una mentalidad madrileña que siempre ve a Catalunya como tierra conquistada o a conquistar

Un ejemplo de esta lejanía mental y corporativa es el mismo desarrollo de la OPA y la actitud del consejero delegado del BBVA, Carlos Torres. Antes hablábamos de una campaña comunicativa tan intensa -y también bastante bien hecha- como desarrollada con un notable retraso por parte del banco que fue de origen vasco. Solo el desconocimiento y la falta de implicación directa en la sociedad catalana -fuerzas vivas, medios, opinión pública- explican el “sostenella y no enmendalla” del BBVA. La falta de reflejos y de flexibilidad que ha demostrado el banco de Torres son propios de una mentalidad madrileña que siempre ve a Catalunya como tierra conquistada. O tierra a conquistar, de la misma manera que las excavadoras abren autopistas y vías de alta velocidad por el altiplano de Castilla.

Si no son capaces de actuar de forma matizada y asertiva ante la sociedad catalana, ¿cómo conseguirán atender las necesidades de financiación y de servicios de las empresas y de los clientes catalanes?

¿Pronto con un palmo de narices?

Ahora, no vayamos a equivocarnos todos. La heterogénea coalición de quienes defienden los puestos de trabajo, de quienes se oponen a disminuir la competencia, de quienes quieren mantener centros de decisión en Catalunya, de quienes quieren superar a Madrid, se puede quedar muy pronto con un palmo de narices. Y es que el principal punto débil de la OPA en la configuración actual es que no hay transacción económica de por medio.

Carlos Torres, durant la seva trobada amb el Fòrum Cecot | EP
Carlos Torres, durante su encuentro con el Fórum Cecot | EP

Nadie ganará dinero vendiéndose las acciones del Sabadell. Simplemente, darán a cambio unas cuantas del BBVA, con una proporción, además, poco estimulante. Si hubiera dinero real de por medio, todos juntos se lo mirarían de otra manera, empezando por los grandes inversores, siempre interesados en hacer caja, y siguiendo por el equipo directivo del Sabadell. Entonces, todos los argumentos formulados desde Catalunya serían menospreciados en nombre de la grandeza de la operación y las potencialidades de la entidad resultante.

Ya hemos dicho que aunque tengan la posibilidad formal hasta el último momento de mejorar las condiciones, difícilmente desde el BBVA bajarán del burro. Probablemente, también porque no están en condiciones de ofrecer ninguna mejora adicional. Por eso, solo que el gobierno español ponga nuevas exigencias que disminuyan el umbral de rentabilidad de la operación, este caerá. Y recordemos que el primer argumento del BBVA fue la cantidad de oficinas y de gente que despacharían por superposición -sobre todo en Catalunya, Comunidad Valenciana e Islas Baleares-, hecho que les permitiría aumentar la rentabilidad de la nueva entidad. Querían atraer la voluntad de los accionistas y consiguieron la unanimidad de los afectados. ¡Aún no habían contratado ninguna agencia comunicativa catalana!

Quizás, todos juntos, con la oposición a la OPA del BBVA, sólo acabaremos facilitando que los fondos de inversión hagan más negocio cuando se desprendan de las acciones del Sabadell

Ahora, así como solo hemos tardado un lustro de pasar de la absorción amistosa a la OPA hostil, no pasarán muchos años más hasta que venga otra entidad, seguramente europea, que quiera hacer del Sabadell su base de expansión española. Será así, sobre todo, si el mantra de las fusiones transeuropeas de grandes empresas, para competir con americanos y chinos, se acaba imponiendo. En las telecomunicaciones, el nuevo presidente de Telefónica ya hace días que lo predica. Y no hace muchos días, cuando visitó Barcelona, el autor del informe sobre la competitividad europea, Enrico Letta, nos lo recordaba.

Ah, y es muy posible que paguen mejor que los del BBVA. Y es que, quizás, todos juntos, con la oposición a la OPA del BBVA, solo acabaremos facilitando que los fondos de inversión hagan más negocio cuando se desprendan de las acciones del Sabadell y que a los directivos del banco les quede una jubilación aún más dorada. Y todavía con una silla para menear el trasero durante unos cuantos años más.