Puede que debamos utilizar el primer párrafo para poner en contexto a aquellas personas que se acercan por primera vez a lo que les vamos a contar. En 2015, el Valencia Club de Fútbol y la Generalitat Valenciana establecieron un acuerdo por el cual se concretaban unas fechas para la venta de los terrenos del actual estadio, el traslado al nuevo y una dotación para la ciudad de un polideportivo a construir por el club. No hace falta evidenciar que, en octubre de 2022, no hay visos de que se cumpla ninguno de los acuerdos planteados, motivo por el cual la entidad deportiva plantea una prórroga y el gobierno valenciano (Ayuntamiento y Generalitat) se debate entre otorgársela o no.
Como pequeña continuación, aunque menos técnica, podemos agregar que desde que Meriton Holdings se convirtió en el máximo accionista del equipo, los incumplimientos con entes públicos y privados han sido constantes. Hasta el punto de crear un movimiento ciudadano exigiendo la dimisión de Peter Lim.
Una vez resumida la última década futbolística en la capital del Turia, podemos desplazarnos al presente. La Real Federación Española de Fútbol cuenta con el Mestalla por venir como uno de los recintos para albergar su candidatura al Mundial de 2030. Hasta ahí, todo en orden.
El Valencia da votos
Sin embargo, la vicealcaldesa de la ciudad ha explicado en todos los medios donde la han entrevistado recientemente que el futuro estadio incumple 92 de los 140 requisitos que la FIFA valora para indicar si puede albergarse en su interior un evento excepcional como una Copa del Mundo.
A partir de aquí, comencemos la explicación real. En primer lugar, el Valencia da votos. Punto. Y a menos de un año de las elecciones, los partidos políticos de la ciudad están comenzando a usarlo como arma polarizadora para posicionarse en las urnas. No hay más que ver las desavenencias entre formaciones que forman coalición y, aunque con discrepancias, siguen manteniendo su posición conjunta en muchos aspectos municipales.
Nadie desarrolla un proyecto bajo las exigencias de un Mundial, porque en el día a día sería deficitario
En segundo lugar, y una vez escuchados los argumentos de los mandatarios públicos, VIA Empresa ha consultado diferentes fuentes de la FIFA, y el resumen no les deja en muy buen lugar. De hecho, sus respuestan abocan a preguntarse si las declaraciones se hacen desde el desconocimiento o la simple estrategia de las siglas.
- En el informe al que hace alusión Sandra Gómez se concluye que todos esos requisitos se pueden cumplir, porque los realmente excluyentes (terreno de juego, distancia en las gradas, vestuarios, zonas médicas…) son correctos tal como han sido concebidos.
- Ningún estadio, ni siquiera el Nuevo Bernabéu (se supone que el más moderno del planeta cuando finalicen sus obras), cumplirá los requisitos que se definen para una Copa del Mundo, ya que éste es un evento singular. Porque, ante cualquier gran acontecimiento, se realiza una adaptación y adecuación de los estadios y de las ciudades que los albergan. Nadie desarrolla un proyecto bajo las exigencias de un Mundial, porque en el día a día sería deficitario. Como hemos comentado, se adapta para un evento singular y excepcional.
- ¿Por qué lo sería? Porque la propia FIFA estudia las propuestas en un Comité de Desarrollo y si el dimensionado de la infraestructura (por ejemplo el aforo) no está acorde con la capacidad de generación de ingresos del club (a más aforo, más costes en limpieza, inspecciones y mantenimiento…), no aprueba su continuidad en la candidatura. Huelga decir que, bajo una media de 35.000 espectadores por encuentro en la última temporada, doblar esa cifra puede significar una temeridad a nivel logístico y económico. Podríamos decir que el evento singular lo requiere y eso no es problema, pero no podemos partir de la base de que en el día a día del Club eso se pueda sostener.
- De hecho, es muy común en todo el mundo la construcción por fases funcionales. Es decir, desarrollar un proyecto con 50.000 asientos y demostrar que para dentro de ocho años se puede llegar a los 65 o 70.000. En el caso de que se quiera, como se afirma desde el PSOE valenciano, albergar una semifinal. Pero la realidad es que a día de hoy solo se ha solicitado por parte de la RFEF la disputa de encuentros de la fase de grupos, para los cuales ese número de espectadores es suficiente y reglamentario.
- Aspectos como el tamaño de las oficinas o del parking no son críticos. Es más, como máximo se alojaran 900 coches en interior del estadio los días de partido, por dos motivos: existe un plan de movilidad para estos eventos y el resto de vehículos se situarán en los alrededores. Pero, sobre todo, porque la Policía no permitirá que los vehículos lleguen a estacionar en la huella del estadio, por seguridad, ya que quedarían debajo de los graderíos y constituir un peligro y un trabajo extra de inspección.
- Temas tratados como que la iluminación puede ser insuficiente o que son necesarios cuatro vestuarios se caen por sí mismos. En el primero, el Nuevo Mestalla ya dispone de la disposición lumínica necesaria para albergar con garantías las retransmisiones televisivas. En el segundo, solo se añaden adyacentes efímeros ante torneos triangulares o cuadrangulares, que jamás se dan en un Mundial.
- Por último, todo esto nos lleva al momento de plantearse tomar una decisión conjunta para el club y la ciudad. El Valencia Club de Fútbol tiene concedidos 80 millones de euros del fondo de inversión CVC a través de La Liga para construir el nuevo estadio. Y según fuentes técnicas y del propio club, ese dinero sería suficiente para concluir un recinto de 55.000 espectadores. Motivo por el cual, de no haber consenso entre entidad privada e instituciones, una solución sería renunciar a los beneficios de la ATE y aprovechar una financiación que ya se ha demostrado que en ningún caso llegará desde el máximo accionista, máxime cuando los ingresos no dejan de bajar en los últimos años como consecuencia de una pésima planificación deportiva a nivel de ventas y no clasificaciones para competiciones europeas.
Y, llegados a este punto, la pregunta es si alguien mirará por un club centenario que aspira a seguir cumpliendo años en el futuro. O si Valencia, como casi siempre, seguirá enterrada en guerras internas que impiden avanzar en una dirección u otra. Porque quizá la decisión que se tome no sea la mejor. Pero, al menos, habrá desbloqueado una situación que ha llegado a un punto sin retorno.