La primera opa hostil (un viaje en el tiempo)

Si bien la opa hostil del BBVA al Banc Sabadell ha podido sorprender a la mayoría de los observadores, existe un precedente con múltiples protagonistas

Mario Conde compró el 5% del capital de Banesto antes de ser nombrado presidente del banco | Wikipedia Mario Conde compró el 5% del capital de Banesto antes de ser nombrado presidente del banco | Wikipedia

No parece arriesgado afirmar que el carácter hostil de la oferta de compra del BBVA sobre las acciones del Banc Sabadell ha sorprendido a la mayoría de los observadores, poco habituados a ver movimientos hostiles en el sector de la banca local. A pesar de la falta de costumbre, sí existe un precedente, como es la histórica opa que el Banco de Bilbao (precisamente, precedente del BBVA) lanzó en 1987 sobre el Banco Español de Crédito, más conocido como Banesto. En aquellos años de capitalismo desbordante de la década de los ochenta pasaron muchas cosas, de modo que esta opa no fue un hecho aislado, sino que encajaba como un guante en medio de una telaraña de intereses, traiciones y maniobras oscuras con múltiples protagonistas, como Mario Conde, la oligarquía vizcaína, el Banco Central, los Albertos e, incluso, los kuwaitíes de KIO. Pero vamos por partes.

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El 16 de diciembre de 1987 un joven abogado del Estado, de solo treinta y nueve años, fue nombrado presidente del Banco Español de Crédito, Banesto, posiblemente la entidad de crédito más tradicionalista y conservadora de todo el panorama peninsular. La razón de un nombramiento tan disruptivo (Conde no procedía del mundo de la banca y tenía una edad muy inferior a la media de presidentes y altos cargos de la entidad) hay que buscarla en una operación hecha poco antes: Conde y su amigo Juan Abelló Gallo habían comprado el 5% del capital del banco, de modo que se habían convertido en los máximos accionistas de la entidad. La fortuna de ambos procedía esencialmente de la venta de la empresa Antibióticos S.A. al grupo italiano Montedison, que se cerró por la cifra fabulosa de 60.000 millones de pesetas (unos 360 millones de euros).

Unos días antes de la llegada de Conde al poder, el Banco de Bilbao había presentado una opa no solicitada sobre Banesto, que inmediatamente fue considerada hostil. El presidente de la entidad opada, Pablo Garnica Mansi, dimitió y su lugar lo ocupó Conde, quien se propuso defenderse con todas sus fuerzas de la opa de los bilbaínos. En medio, el Banco de Vizcaya, a través de su presidente, el singular Pedro Toledo Ugarte, se ofreció como caballero blanco para salvar al Banesto de la hostilidad del Bilbao y pactar una fusión amistosa. Por cierto, las características de aquella opa hostil eran mejores que las de la oferta actual, porque proponían un canje de 7 acciones del Bilbao por 10 del Banesto y un pago en metálico de 15.000 pesetas (todo ello implicaba una prima del 40%).

Unos días antes de la llegada de Conde al poder, el Banco de Bilbao había presentado una opa no solicitada sobre Banesto

Al frente del Bilbao estaba José Ángel Sánchez Asiaín, del semillero de Deusto, pero recién llegado a los círculos de poder de Neguri. Antes de terminar el año 1987, los bilbaínos se dieron por vencidos y aceptaron que el abordaje había fracasado. En esta tesitura, las propuestas de Toledo para fusionar el Vizcaya con el Banesto se evaporaron y curiosamente, pocos meses después, se supo que los mismos Bilbao y Vizcaya habían pactado una fusión entre iguales que desembocaría en una nueva entidad llamada BBV, con Toledo y Sánchez de Asiaín como copresidentes. Esta convivencia resultó un nido de conflictos continuos, y ante esta situación, Toledo intentó tomar el mando total del banco, pero no pudo consumarlo, porque en 1989 murió víctima de una extraña enfermedad cuando era trasladado a los Estados Unidos para recibir un trasplante de hígado.

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Como hemos visto, la defensa numantina que hicieron Conde y su consejo de administración les permitió continuar caminando solos, pero enseguida estuvieron a punto de formar parte de una nueva fusión. El caso es que otro de los grandes bancos estatales, el Banco Central de Alfonso Escámez López, sufrió un ataque por parte de una sociedad llamada Cartera Central, detrás de la cual estaban los primos más famosos de la década de los ochenta: los Albertos. Este tándem estaba formado por Alberto Alcocer Torra y Alberto Cortina Alcocer. El primero de ellos era, por rama paterna, hijo de un agente de bolsa y nieto de un alcalde de Madrid; por rama materna procedía de los Torra, saga de banqueros catalanes. El segundo Alberto era también nieto del alcalde de Madrid, pero en este caso por la rama materna, y hijo del ministro franquista Pedro Cortina Mauri. Además, se daba la circunstancia de que ambos primos estaban casados con dos hermanas, Alicia y Esther Koplowitz, propietarias de la empresa Construcciones y Contratas (unos años más tarde, en 1991, esta firma se fusionaría con la catalana Fomento de Obras y Construcciones, para convertirse en Fomento de Construcciones y Contratas, de la que ellas serían las máximas accionistas).

Como decíamos, mientras el Banesto era objeto de la opa frustrada del Bilbao, en otro punto de Madrid el Central era asediado por los mencionados Albertos, que habían ido acumulando acciones del banco de manera discreta hasta ser titulares del 12,5% del capital, con lo que se habían convertido en los máximos accionistas. El objetivo principal era desalojar a Escámez del poder y dar un giro al banco. Y si Conde había recibido unas semanas antes el apoyo del Vizcaya, ahora sería el mismo Conde quien haría de caballero blanco para salvar al Central de la acometida de los Albertos mediante una fusión entre iguales. El nuevo banco ya tenía nombre: Banco Español Central de Crédito y su nacimiento quedó sellado con un abrazo entre Conde y Escámez en el Telediario de Televisión Española.

Han pasado tres décadas y media de todas estas historias y el Bilbao, reencarnado en el BBVA, vuelve a ser protagonista de un abordaje

En el abordaje, los Albertos no estaban solos, porque contaban con el apoyo de otro de los financieros de moda en la época, Javier de la Rosa, que disponía del arsenal inagotable de dinero de KIO, el fondo soberano de Kuwait. El as en la manga que Escámez sacó para abortar el ataque fue su amistad con Ramón Areces, propietario de El Corte Inglés y segundo padre de las hermanas Koplowitz. Con este incendio sofocado, la fusión con el Banesto no se terminó consumando y dos años después, en 1991, el matrimonio que sí llegó a buen término fue el del Central con el Banco Hispano Americano, que conformaron una entidad llamada Banco Central Hispano (BCH).

Han pasado tres décadas y media de todas estas historias y el Bilbao, reencarnado en el BBVA, vuelve a ser protagonista de un abordaje. Veremos si el Sabadell tiene las herramientas para defenderse de las que disfrutó en su día el Banesto y si los accionistas ya están contentos con acciones del banco catalán en su cartera.

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