• Empresa
  • Puig, 16 meses después de su salida a bolsa

Puig, 16 meses después de su salida a bolsa

La acción de la multinacional catalana ha caído un 36% desde su estreno en el mercado, a pesar de cerrar 2024 con un récord de ventas

El presidente ejecutivo de Puig, Marc Puig, en la ceremonia del toque de campana que marca la salida a bolsa de la compañía | ACN
El presidente ejecutivo de Puig, Marc Puig, en la ceremonia del toque de campana que marca la salida a bolsa de la compañía | ACN
Marc Vilajosana, periodista de VIA Empresa | Mireia Comas
Periodista
Barcelona
03 de Septiembre de 2025 - 05:30

Este miércoles se cumple un año y cuatro meses de la salida a bolsa de una de las empresas familiares y centenarias más importantes de Catalunya: Puig. 16 meses que conforman un período quizás no especialmente redondo para celebrar efemérides, pero sí lo suficientemente extenso para valorar cómo ha evolucionado la situación de la que en su momento fue la mayor salida al parqué en el Estado desde el salto de Aena en 2015, con una capitalización de 13.920 millones de euros.

 

Los antecedentes ya apuntaban hacia un 2024 especial: el año en que la compañía celebraba su 110 aniversario, Puig inauguró a mediados de febrero una nueva torre en su complejo de L'Hospitalet de Llobregat, sede del hub de operaciones de la multinacional. Un rascacielos de 20 plantas y 21.000 metros cuadrados completado después de 10 años de obras y presentado ante autoridades como los entonces presidente de la Generalitat y alcaldesa de L'Hospitalet, Pere Aragonès y Núria Marín, el aún ministro de Industria Jordi Hereu o el rey español Felipe VI.

En abril se hacía oficial lo que ya era un secreto a voces: la salida a bolsa de la empresa. El toque de campana se materializó el 3 de mayo, día en que Puig consiguió vender los 53,7 millones de acciones de nueva creación y los 58,5 millones que ya estaban en manos de accionistas a un precio de 24,5 euros por acción. ¿Resultado? 1.221 millones de euros para la empresa y 1.329 millones para los anteriores propietarios, respectivamente. Unos meses más tarde, el 22 de julio, la multinacional de las fragancias y la cosmética entró a cotizar en el Ibex-35 en sustitución de Meliá. Su cotización se situaba en ese momento en los 14.404 millones de euros.

 

Sin embargo, la situación dio un golpe de volante en septiembre de 2024, con la presentación de los primeros resultados semestrales de la empresa después del inicio de la cotización. Durante la primera mitad de 2024, Puig incrementó las ventas un 9,6% hasta los 2.171 millones de euros y alcanzó los 157 millones de beneficios; una cifra, esta última, que implicaba una caída del 26,6%. El director ejecutivo de la multinacional, Marc Puig, calificó de “muy sólido” el primer semestre, al mismo tiempo que asociaba la caída, principalmente, a los costes asociados a la salida a bolsa. Unas explicaciones que no convencieron al mercado, como demuestra la caída de un 13,6% del precio de los títulos de la compañía, situándose en aquel momento ligeramente por encima de los 22 euros.

Desde entonces, el precio de la acción de Puig ha continuado disminuyendo, lenta y progresivamente, alcanzando su mínimo en el mes de abril, cuando llegó a caer hasta los 14,4 euros. El título de la multinacional catalana ha cerrado este martes 2 de septiembre a un precio de 15,61 euros, cifra relativamente superior, pero un 36,3% del precio a que se estrenó la empresa en mayo de 2024. ¿Qué explica esta situación?

Los resultados y la fuerza de la marca contra una salida a precios altos

A juicio del director del Máster Universitario en Finanzas y Banca en la UPF Barcelona School of Management (UPF-BSM), Xavier Brun, hay que analizar la situación desde dos prismas: el sectorial y el individual. En el primer ámbito, en el que compara Puig con compañías como las francesas Interparfum o L'Oréal, explica que, aunque “las cotizaciones han sido mejores” que las de la empresa catalana, “es un sector donde hay más nubes que otra cosa”. Una tendencia paralela a la del sector del lujo, muy próximo a Puig, “que no se acaba de recuperar”. Louis Vuitton es uno de los ejemplos más claros: en el período que va desde la salida a bolsa de Puig hasta hoy, el precio de la acción de la marca francesa ha caído un 34,9%, cifra muy próxima a la de la multinacional catalana y otras firmas del sector.

En segunda instancia, Brun hace referencia al rendimiento económico de Puig durante este año y cuatro meses. Si bien los primeros resultados experimentaron la ya mencionada caída de beneficios, las siguientes presentaciones de resultados han demostrado el buen estado de salud de la compañía catalana: en 2024 se cerró con un crecimiento del 13,1% de los beneficios, hasta los 531 millones, y un récord en ventas de 4.790 millones de euros, que suponía un crecimiento del 11,3%. En el primer trimestre de 2025, Puig también incrementó las ventas un 7,5% interanual, hasta los 1.206 millones, mientras que en el conjunto del primer semestre el incremento se sitúa en el 7,6%, con unas ventas de 2.299 millones de euros.

Dentro de este mismo período, en mayo, la compañía aprobó un plan de incentivos a los directivos de hasta 167 millones de euros, así como el reparto de 212 millones en dividendos, efectuados en junio, a un precio de 0,3768 euros la acción, equivalente al 40% del beneficio neto de 2024. “Si en los primeros resultados ya dan unos costes no contemplados por los analistas, se pierde un poquito la confianza en la compañía. Pero la empresa ha continuado entregando crecimientos, presentando beneficios y generando caja, que no para de crecer”, identifica el profesor de la UPF-BSM.

Brun (UPF-BSM): "La empresa ha continuado entregando crecimientos, presentando beneficios y generando caja, que no para de crecer”

Existe un tercer elemento que el CEO y CIO de GVC Gaesco Gestión, Jaume Puig, ya apuntaba en un análisis de la salida a bolsa de la compañía publicada en mayo de 2024 en VIA Empresa: el precio alto con el que la multinacional catalana decidió estrenarse en los mercados. “El éxito de la operación para la empresa no depende tanto de la cantidad de dinero levantada en esta operación, como de sus efectos a largo plazo”, alertaba en su momento Jaume Puig. Según explicaba el experto, “el recorrido del precio de la acción a futuro depende, en gran medida, […] del precio de salida de la acción al mercado”, de modo que con un precio moderado, “hay espacio para que la acción tenga un recorrido al alza”, mientras que si es “demasiado exigente”, como identifica en el caso de Puig, “tal vez la evolución futura del precio no sea tan positiva”.

Este comportamiento futuro del precio de la acción no solo tiene un efecto económico en los bolsillos de los inversores, sino que también tiene una profunda implicación en la percepción que se tiene de la compañía en cuestión: “Una empresa cuya acción tenga una evolución al alza verá cómo se genera una publicidad positiva, un estado de opinión favorable hacia la empresa, que se retroalimenta. Al contrario, si el precio de la acción no lo hace bien en el futuro y no sube o incluso baja, la empresa pierde fuelle, naturalmente de cara a los inversores, pero también más allá”. En el artículo, el experto de GVC Gaesco Gestión vinculaba la elección de este alto precio a la presión ejercida por Goldman Sachs y J.P Morgan, los coordinadores globales de la salida a bolsa: “Los candidatos a coordinadores globales han hecho muchas otras salidas a bolsa ya antes, por lo que disponen de una ventaja evidente, y suelen tener una visión mucho más de corto plazo”.

Brun concede que el precio al que debutó Puig en bolsa fue “exigente, que no caro”, pero considera que hoy “la cotización de Puig está muy barata” si se tienen en cuenta los beneficios de la compañía y los puntos fuertes de la empresa dentro de su sector. En esta línea, el experto reivindica la fortaleza que tiene la empresa en la posesión de marcas como Carolina Herrera o Rabanne: “Las marcas que tiene Puig son marcas propias, y son número uno a escala mundial. Esto es una ventaja competitiva muy grande. Es como Louis Vuitton: Carolina Herrera se ha hecho este nombre en perfumes”. Este hecho, continúa Brun, les permite retener a los clientes e incrementarles ligeramente el precio —“un 2-3%, como la inflación”— en un producto que, además, es resistente a las épocas de depresión económica: “El perfume es de las últimas cosas que se dejan de utilizar cuando hay una crisis, ya que su consumo es bastante anticíclico: cuando hay una crisis, la gente sigue usando colonia para que no se vea que realmente sufren”.

Teniendo en cuenta esto, Brun considera que los gestores de Puig “están haciendo los deberes” con el mercado, y que lo único que podrían añadir es “hablar más con los inversores”, un aspecto que, concede, ya se está llevando a cabo. “Como dicen los americanos, it’s a matter of time”, concluye. Habrá que ver si la fortaleza económica de la empresa es suficiente para convencer a unos inversores aún marcados por el lanzamiento de hace 16 meses.