• De Harvard a Tsinghua, o cómo Europa da pasos atrás en el ranking universitario mundial

De Harvard a Tsinghua, o cómo Europa da pasos atrás en el ranking universitario mundial

El continente está todavía a una distancia abismal de Asia y los países anglosajones en investigación, innovación y captación de talento, una brecha que también afecta a Catalunya

La universidad de Tsinghua ocupa la duodécima posición en el ranking mundial de universidades 2026 | Tsinghua University
La universidad de Tsinghua ocupa la duodécima posición en el ranking mundial de universidades 2026 | Tsinghua University
Natàlia Bosch | VIA Empresa
Periodista
Barcelona
13 de Octubre de 2025 - 05:30

La geografía del conocimiento global hace tiempo que muestra signos de cambio. Cuando el mundo académico se mide en puntuaciones e indicadores de impacto, el mapa muestra un claro ascenso de Asia y un dominio consolidado de Estados Unidos, mientras que Europa continental parece mirar desde la retaguardia. El World University Rankings 2026, elaborado por la revista Times Higher Education (THE)evidencia esta realidad: solo dieciocho universidades europeas consiguen colarse en el top 100, mientras que Estados Unidos coloca siete en el top diez -con Harvard, Massachusetts y Princeton protagonizando la lista- y China ya cuenta con cinco universidades en el top 40, con Tsinghua como referente emergente en investigación e innovación. Y si el panorama ya es exigente a escala europea, aún lo es más en nuestro país. La presencia catalana no se deja ver hasta la posición 145, un reflejo claro de que el talento existe, pero el reconocimiento mundial aún se resiste.

 

Si nos fijamos en el top 500 mundial, Europa aún lidera en número total de universidades, con 135 instituciones, pero la mayoría se sitúan fuera del top 100, mostrando una presencia menos competitiva en las posiciones delanteras. En comparación, los EUA colocan 102 universidades en el top 500, mientras que China ya supera las 50, consolidándose como una potencia emergente a escala global. Estos datos reflejan un patrón claro: Europa tiene volumen, pero no demasiada masa crítica de excelencia. El mapa de la inteligencia ya no se dibuja desde París o Berlín, sino desde Boston, Singapur y Pekín.

Solo dieciocho universidades europeas consiguen colarse en el top 100, mientras que Estados Unidos coloca siete en el top diez y China ya cuenta con cinco en el top 40

Si bien Europa en 2024 contaba con 21 universidades en el top 100, en 2026 son solo dieciocho. Mientras tanto, China ha pasado de tres a cinco instituciones entre las 40 primeras, con universidades como Tsinghua y Peking liderando una ofensiva científica que combina financiación pública, alianzas industriales y captación de talento global. Estados Unidos, a pesar de perder ligeramente cuota, mantiene siete universidades en la cabecera y 102 en el top 500, consolidando su liderazgo.

 

Invertir en investigación, un factor determinante

Pero para entender este retroceso, antes hay que mirar la fotografía con más perspectiva y analizar la estructura de la inversión en investigación. Los últimos datos de gasto en investigación y desarrollo de Eurostat revelan que la Unión Europea destina un 2,26% del PIB a este ámbito, una cifra que, a pesar de ser significativa, queda por debajo de sus principales competidores globales: Corea del Sur (4,96%), Estados Unidos (3,45%), Japón (3,44%) e incluso China (2,58%), que mantiene una tendencia ascendente. Esta realidad se ve agravada por la falta de una estrategia conjunta que permita competir en bloque.

De hecho, el informe Maximizin the impact of European universities alliances, de la Liga de Universidades de Investigación Europeas (LERU), publicado con el apoyo de la Universidad de Barcelona, alerta de que las alianzas universitarias europeas, a pesar de ser numerosas  -con 64 consorcios activos y más de 560 instituciones implicadas-, todavía no tienen la fuerza ni el impacto necesario para revertir el retroceso continental. El estudio reivindica la creación de una “quinta libertad europea”: la del conocimiento, que integre educación, investigación e innovación dentro del mercado único. También propone el grado europeo como herramienta para reforzar la competitividad global, facilitar la movilidad científica y proyectar una identidad académica compartida.

La UB, líder indiscutible del mapa universitario catalán

En este escenario, la Universidad de Barcelona vuelve a erigirse como la mejor universidad del Estado, y la primera catalana en el ranking mundial, escalando hasta la posición 145. Destaca en investigación (88,5 puntos) y transferencia de conocimiento (92,4), pero mantiene margen de mejora en docencia e internacionalización, dos áreas que siguen siendo puntos débiles del sistema universitario europeo en comparación con los modelos anglosajones o asiáticos. La UAB (183) y la UPF (187) completan el podio catalán y sitúan a Catalunya como el territorio con más presencia dentro del top 200 mundial, por delante de la Comunidad de Madrid y la Comunidad Valenciana.

Lejos de estas tres instituciones, el resto del sistema universitario catalán se dispersa: la UPC se sitúa en la posición 392, mientras que la Universidad de Lleida (UdL) cae hasta el tramo 801-1000 y la Universidad de Girona (UdG) hasta el 1001-1200. Este patrón refleja una fuerte concentración de excelencia en el área metropolitana, pero también una pérdida de tracción en la periferia. Ahora bien, esta concentración de excelencia universitaria no se puede entender sin mirar la base educativa que alimenta cada institución.

Los datos del informe PISA 2022 muestran que los estudiantes catalanes quedan por debajo de la media española en matemáticas, lectura y ciencias, con descensos constantes en la última década. Un descenso que -equivalente a casi un curso entero en matemáticas y lectura- pone de manifiesto que, a pesar de los avances de la UB, la UAB o la UPF, los alumnos llegan a la universidad con carencias que pueden limitar la capacidad de las instituciones de ofrecer docencia de élite, de atraer talento internacional y de consolidar proyectos de investigación competitivos.

Catalunya concentra talento en la ciudad condal, pero el último informe PISA alerta de que sin una base escolar sólida, la excelencia universitaria no podrá expandirse.

En este contexto, la concentración de excelencia en Barcelona es doble: no solo las universidades más reconocidas acaparan recursos y proyectos de investigación, sino que también reciben a los alumnos mejor preparados dentro del sistema catalán. Las universidades periféricas, en cambio, presentan dificultades para alcanzar el mismo nivel, tanto por cuestiones de recursos como por el nivel de competencias con el que los estudiantes llegan desde la educación secundaria.

Una realidad que sitúa en el centro del tablero un desafío estructural: si Catalunya pretende incrementar la presencia de sus universidades en los rankings globales, no basta con reforzar la investigación ni con concentrar la excelencia en unos pocos centros. Es necesaria una apuesta decidida por mejorar la calidad de la educación básica y secundaria, reducir brechas socioeconómicas, potenciar la formación docente y asegurar que los estudiantes lleguen a la universidad con una base sólida de competencias. Solo así las instituciones catalanas podrán aprovechar plenamente su potencial y competir de tú a tú con centros académicos de referencia a escala mundial.

La fuga de talento, obstáculo para la competitividad global

Otro de los principales retos que limita la proyección global de las universidades catalanas es la fuga de talento, también llamada fuga de cerebros. Investigadores y estudiantes con alto potencial a menudo optan por trasladarse a países con más recursos, infraestructuras punteras y oportunidades de carrera más atractivas, como por ejemplo Estados Unidos, Alemania o Canadá. Pero este desplazamiento de talento no es exclusivo de Catalunya, es un fenómeno que afecta a todo el Estado.

Consciente de esta problemática, el gobierno español ha aprobado recientemente una partida de 55 millones de euros para revertir la fuga de talento científico y apoyar la investigación en fase de desarrollo. El objetivo es consolidar la carrera investigadora en etapas intermedias, especialmente aquellos perfiles que han superado la fase postdoctoral, pero aún no disponen de estabilidad. La ministra de Ciencia, Diana Morant, lo resumía el mes de junio con claridad: “La ciencia no puede ser una carrera de obstáculos, sino un camino de continuidad y estabilidad.”

Uno de los retos que limita la proyección global de las universidades catalanas es la fuga de talento. Muchos investigadores optan por marcharse a países con más oportunidades, como Estados Unidos, Alemania o Canadá.

A pesar de ello, Catalunya empieza a revertir parcialmente la tendencia. En los últimos años, el ecosistema tecnológico y científico del país ha vivido un crecimiento sostenido que contribuye a retener e incluso recuperar parte del talento que antes se marchaba al extranjero. Tal como recoge El Periódico, este auge tecnológico -impulsado por la proliferación de empresas 'deep tech' como Sateliot, Pangea Propulsion u Openchip y su capacidad de pagar salarios más altos que antes- está ayudando a crear oportunidades reales de retorno y estabilidad profesional.

A esta dinámica se añade una apuesta institucional. La Generalitat ha lanzado el programa Catalunya Talent Bridge, dotado con 30 millones de euros para tres años, con el objetivo de atraer investigadores de alto nivel, especialmente aquellos establecidos en Estados Unidos, ofreciéndoles contratos estables y recursos para desarrollar su investigación desde Catalunya. Todo ello configura un escenario en el que la competitividad global de las universidades catalanas dependerá del equilibrio entre inversión, captación de talento y mejora de la base educativa.