Presidente de Intermedia

50 años de democracia: que Santa Lucía nos conserve la vista

13 de Diciembre de 2025
Toni Rodríguez

Volver a pisar el gran panot barcelonés del Palau de la Generalitat, sabiendo que, como recuerda Ferran Mascarell en “Barcelona, una inmersión rápida”, allí, frente al Consell de Cent, fue donde en el año 1448 se instaló el primer edificio oficial destinado a garantizar la independencia financiera del Principado, provoca un cierto cosquilleo en el pecho. Si además te viene a la cabeza la primera ciudad romana y miras de imaginar por dónde pasaban exactamente el cardus y el decumanus y después, dando un salto de más de veinte siglos, recuerdas el regreso del exilio del presidente Tarradellas en el año 1977, acabas pensando que quizás sí que tu memoria conecta con un hilo histórico de cierta intensidad.

 

El miércoles 10 de diciembre, un poco deslumbrados por el ambiente navideño del barrio Gótico, fue un buen día para reflexionar. La Societat Econòmica Barcelonesa d’Amics del País (SEBAP) celebraba un acto de conmemoración de los “50 años de democracia” en el Auditorio del Palau de la Generalitat, moderado por Milagros Pérez Oliva, con la participación de Alícia Romero, consellera de Economía y Finanzas y el abogado Miquel Roca i Junyent, presidente de la SEBAP.

En la sala se encontraba buena parte de los socios de la SEBAP, personalidades del mundo político y económico como Salvador Alemany, Valentí Pich o Joan Ignasi Puigdollers, y alguna —poca— gente joven interesada en el tema, vete a saber por qué. El espíritu de la conversación giró justamente en torno a este hecho: el gran desconocimiento por parte de las nuevas generaciones de lo que fue la España franquista y predemocrática y el actual desprestigio de la política no solamente en este segmento de edades sino en toda la cadena generacional del país en su conjunto.

 

Del primer hecho, probablemente somos todos un poco culpables. De la segunda, los culpables son, aunque no se dijo tan claramente, aquellos profesionales de la cosa que han convertido el Congreso de los diputados, determinados medios de comunicación y en su momento, el Parlament de Catalunya, en una taberna de gente de mala leche que se lanzan terribles descalificaciones los unos contra las otras, y donde los intereses generales de los contribuyentes no parece que sea exactamente su primera preocupación.

Para recordar otros tiempos, la consejera hizo referencia a los Pactos de la Moncloa, firmados el 25 de octubre de 1977 entre el gobierno central y representantes de todo el abanico político, económico y social del estado para superar un momento histórico realmente decisivo para el futuro de todos. Un pacto que hizo sentarse juntos a franquistas como Manuel Fraga Iribarne al lado de luchadores sindicales como Marcelino Camacho, de quien Roca Junyent recordó con afecto el olor a prisión que aún desprendía el célebre jersey de cuello alto que acostumbraba a llevar puesto.

Era una época, remarcó la consellera, de inflaciones históricas del 18 % anual, paro endémico del 19 y 20 %, hipotecas de hasta el 20 % y un creciente rumor de sables en los cuarteles que acabaría saliendo ridículamente a la calle el 23 de febrero de 1981. Unos pactos, por cierto, que se proponían limitar la inflación del año siguiente a “solo” un 22 %, que se pudieron firmar en medio de huelgas interminables, dificultades, quiebras terribles y suspensiones de pagos multimillonarias.

Eran tiempos, añadimos nosotros, de empresarios asesinados o secuestrados por grupos terroristas, como Josep Maria Bultó, presidente de Cross SA o Jesús Serra Santamans, presidente de Catalana Occident (66 días retenido), el empresario valenciano Luis Suñer (90 días) o el futbolista del Barça Quini, entre otros.

"¿Y ahora qué? ¿Esperar a que el recuerdo de los oscuros años del franquismo se vaya muriendo al mismo ritmo que la población que los vivió?"

¿Estamos mejor ahora? Hay quien piensa que el Pacto y la Constitución fueron una cobardía por parte de los demócratas, que ayudaron de esa manera a salvar los muebles a los franquistas. No es la opinión de Roca Junyent, que piensa que el pacto pide más valentía que el conflicto permanente ni en la nuestra también culpamos del espectáculo poco edificante de algunos políticos actuales de mayor presencia mediática, incapaces de pactar nada que no responda, sobre todo, a sus pequeños o grandes intereses de partido.

“Sin democracia no hay progreso”, exclamó el padre de la Constitución que no quiere ser conocido con este apelativo, y que fijó los Pactos de la Moncloa, la Constitución y la entrada en la Unión Europea como tres grandes momentos históricos de la normalización política catalana y española como sujetos de una ciudadanía homologable internacionalmente.

¿Todos de acuerdo, pues? ¿Pero y ahora qué? ¿Esperar que el recuerdo de los oscuros años del franquismo se vaya muriendo al mismo ritmo que la población que los vivió? ¿Permitir que las nuevas generaciones continúen ignorando en líneas generales qué fue aquella aberración social que vivieron sus ancestros? ¿Continuar pagando la fiesta de los protagonistas de la Carrera de San Jerónimo, s/n, Centro 28071, Madrid?

El encuentro, infortunadamente, no dio respuesta a estas preguntas y la gente se fue a la calle a oler a Navidad, antes de coger el coche aparcado bajo la feria de Santa Lucía, a quien solo nos queda el consuelo de pedirle que, por favor, nos conserve la vista para poder ver más claramente dónde estábamos y dónde estamos ahora.

Felices fiestas a todos.