Hace solo unos días aparecieron tres noticias que el buen periodismo debería ir hilando, porque ese es su trabajo. Son noticias que se van repitiendo y que nadie mezcla -unas veces por pura ignorancia, otras por desidia y otras por no ser acusado de vete a saber qué-.
Por un lado, se nos va informando de que la población catalana crece de manera abrumadora. No sé a quién le hace gracia esta noticia. Personalmente, siempre he pensado que más allá de la ratio de renovación generacional -que me parece que está en 2,1 niños por pareja- cualquier otro crecimiento me parece descabellado. Más teniendo en cuenta que la tecnología debe servir para aumentar la productividad y hacer que la humanidad no crezca más.
Adicionalmente, se repite que los jóvenes tienen dificultades para encontrar un futuro entendido. Es decir, obtener un lugar de trabajo en el que puedan llevar a cabo su labor cobrando un salario decente. Cuando esta noticia —que aparece y desaparece intermitentemente— se publica, comienzan las reacciones: que hay que hacer campañas de promoción de integración, etc. Todas las hostias a bastos conocidas y que, inevitablemente, no sirven para nada.
Y la tercera noticia que leí el otro día decía que el 38% de la población ocupada está en riesgo de pobreza. Lo dice Cáritas que, por lo que sé, tiene pocas ganas de obtener réditos de la noticia. Pero aquellos que hacen ver que nos informan -y que tanto placer encuentran en dar interpretaciones personales a la información-, en este caso se detienen aquí. Quiero decir que no hace falta ser ninguna lumbrera para deducir el origen de esta afirmación de Cáritas. Hay gente que gana salarios de miseria. ¿El 38%? No lo sé en detalle. Pero sí me atrevo a decir, porque lo sé, que más de la mitad de la población laboral catalana gana un salario cuyos impuestos ligados (IRPF, cargas sociales globales, etc.) no cubren los costes del gasto social (escuela, médicos, transporte, etc.) que consume.
Es decir, los trabajadores catalanes, en general, están mal pagados. Y, no nos engañemos, esto no lleva a nada bueno. Los servicios sociales son escasos y, a la larga, el rendimiento laboral acaba siendo bajo y se cumple la famosa frase entre la población castrista que aseguraba que “Fidel hace ver que nos paga, y nosotros hacemos ver que trabajamos”.
"Más de la mitad de la población laboral catalana gana un salario cuyos impuestos ligados no cubren los costes del gasto social que consume"
Y por qué digo que las tres noticias van ligadas. Muy sencillo. Entiendo que todos conocemos un principio básico: el exceso de oferta hace bajar los precios. Y esta es la situación en la que nos encontramos hoy en día en Catalunya. Como no hay límite en la oferta de mano de obra -quiero decir que el gobierno español ha decidido que aquí puede venir todo el mundo- los precios de contratación bajan. Determinados sectores económicos tienen un mercado ilimitado de mano de obra, hecho único en Europa. Porque los que gobiernan en España han decidido que lo más importante es el crecimiento económico, a pesar de que este crecimiento sea inferior al crecimiento poblacional. Es decir, que nos toca a menos por persona.
Esta decisión económico-social del gobierno español actual crea una especial alianza entre determinada clase empresarial reaccionaria y líder en el desprecio, y la extrema izquierda que propugna los “papeles para todos”. Como la mano de obra es ilimitada, los salarios y las condiciones laborales pueden llegar a ser los que son.
"Los que gobiernan en España han decidido que lo más importante es el crecimiento económico, a pesar de que este crecimiento sea inferior al crecimiento poblacional"
¿Repercusiones? Las peores imaginables. La productividad por tierra (la peor de Europa), la innovación bajísima (¿quién quiere invertir en tecnología, si lo puede solucionar pagando unos cuantos salarios de miseria?), etc. Y en este *etc.* incluyo un aspecto vital que nadie publica, pero que todo el mundo tiene en mente: la disolución de la nación catalana. Quiero decir que, en este tema, Pedro Sánchez y sus socios de la izquierda populista han demostrado unos niveles de efectividad que incluso el franquismo no llegó a alcanzar. Y cuando hablo de estructura nacional, hablo de lengua, cultura y, también, porque es vital, de la tradición productiva que ha caracterizado al país y que nos ha hecho llegar a donde estamos -¿o estábamos?-
Dado que no creo que a los políticos españoles les sorprenda el aumento del apoyo a la derecha populista, llego a la conclusión de que los riesgos de continuar haciendo lo que hacen les compensa. Y el hecho es alarmante.