Donald Trump quiere hacer “América Grande” sin importarle si perjudica a los demás pueblos. Para conseguirlo, ha decidido usar su fuerza: para imponer aranceles y así corregir el déficit comercial de EEUU; para obligar a hacer fuertes inversiones en EEUU y hacerles pagar el gasto en defensa -hecho que también beneficia a EEUU-, o bien para debilitar las instituciones globales multilaterales, ya que él se siente fuerte y quiere negociar país a país.
En la negociación del arancel de los productos de la Unión Europea (UE) que se exporten a Estados Unidos, ha impuesto un arancel del 15%. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lo ha tenido que aceptar para evitar males mayores, pero ha sido criticada por la falta de firmeza en la negociación. Sin embargo, la imposición de Trump va más allá: la UE ha tenido que aceptar que las empresas europeas inviertan 500.000 millones de dólares en EEUU, y compren gas natural por 750.000 millones de dólares y una gran cantidad de armamento.
Si bien la imposición de un arancel del 15% es criticable, si lo comparamos con los impuestos a los demás países no parece tan grave. Sí lo son, sin embargo, los acuerdos complementarios de comprometer a las empresas europeas a invertir en EEUU, dado que aparte de no poder hacerlo, perjudicará las inversiones dentro de la misma UE. También ha previsto que los gobiernos comprarán una gran cantidad de armamento a empresas americanas, cuando lo que convendría es potenciar la industria de defensa europea.
Esta negociación ha mostrado la debilidad de la UE, una Unión de 27 estados que requiere un acuerdo unánime para las decisiones importantes. Y por si no fuera suficiente, se ha evidenciado también la alta dependencia que la UE tiene de otros países. Comercialmente, la UE depende mucho de EEUU, ya que es su principal cliente, y en defensa también depende mediante la OTAN. La UE también es dependiente de terceros países en muchos otros aspectos como la energía, las altas tecnologías, las tierras raras, o el gran déficit comercial que tiene con China. Esta alta dependencia de otros países ha sido denunciada por Mario Draghi y Enrico Letta en sus importantes informes sobre el futuro de la UE.
En medio de una lucha entre titanes -EEUU y China- por la hegemonía mundial, no es fácil decidir cuál es el camino que la UE debe seguir. El reto más urgente es avanzar en la integración europea y encontrar alternativas que permitan evitar que las decisiones se tengan que tomar por unanimidad.
"Solo la resistencia individual y colectiva, presionando al poder para que detenga esta locura, nos puede llevar a recuperar la esperanza en el futuro"
En paralelo, hay que tejer nuevas alianzas comerciales y tecnológicas con otros países u organizaciones de países, impulsar la educación, la investigación y las nuevas tecnologías y reducir dependencias de terceros. Así, por ejemplo, en el campo de la energía hay que seguir impulsando a fondo el uso de las energías renovables para reducir las importaciones de petróleo y gas.
El mundo ha entrado en una nueva era que lleva, entre otros aspectos, a una reducción del comercio mundial -cosa que frena la economía-, el aumento de la inflación, un fuerte rearme de los países, un empeoramiento de la calidad de vida y un aumento de la desigualdad social. Un planeta en el que dominan el más fuerte, el desconcierto y la inseguridad. Solo la resistencia individual y colectiva, presionando al poder para que detenga esta locura, nos puede llevar a recuperar la esperanza en el futuro.