Exdecano del Colegio de Economistas de Catalunya

Preparándose para la guerra

19 de Diciembre de 2025
Francesc Raventós | VIA Empresa

¿Nos estamos preparando para una guerra? Todo parece indicarlo que sí. Los países se rearman, la desconfianza crece y el mundo se vuelve cada vez más inseguro. Mientras tanto, nos quieren vender la ilusión engañosa del viejo lema: “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”.

 

Durante décadas, la gobernanza mundial se basó en la razón, la negociación y la capacidad de instituciones multilaterales capaces de amortiguar conflictos. Hoy este orden no existe. La irrupción de una ideología populista, ultranacionalista y de extrema derecha –que vive de las glorias del pasado, niega el cambio climático y menosprecia la inmigración– ha trastocado las reglas del juego. Ante el miedo a perder votos, buena parte del conservadurismo político se acerca a ella, mientras que las fuerzas progresistas han perdido el relato. El resultado es un mundo donde ya no mandan los acuerdos internacionales, sino la fuerza y el chantaje como lenguaje principal de las relaciones entre estados.

Las guerras recientes son un aviso. La invasión rusa de Ucrania responde al viejo objetivo imperial de ampliar fronteras. Lo que sucede en Gaza, con una destrucción masiva que pretende imponer un nuevo orden territorial, ha sido calificado ampliamente de crímenes de guerra e, incluso, de genocidio. Y el planeta está lleno de conflictos que preferimos ignorar: Sudán, Etiopía, Myanmar, Israel y Oriente Medio, el Congo y Ruanda, entre muchos otros. El coste humano es brutal y persistente.

 

Según plasmó el año pasado el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), el gasto militar mundial no ha dejado de crecer y ya alcanza los 2,7 billones de dólares, el 2,5% del PIB global. Estados Unidos, China, Rusia, Alemania e India lideran esta carrera. Ucrania, inmersa en su defensa existencial, destina un 34% del PIB. Y, lo más inquietante: vuelve la sombra de la amenaza nuclear.

Armarse para no ser engullido

Hemos entrado en una carrera armamentista que parece imparable, mientras la ONU y los organismos multilaterales han quedado arrinconados. Las lecciones del pasado se ignoran. Margaret MacMillan, en el libro 1914. De la paz a la guerra, explica cómo Europa se abocó a la Primera Guerra Mundial con entusiasmo bélico y con la ilusión de un conflicto rápido y victorioso. El resultado: cuatro años de devastación y millones de muertos.

¿Quién quiere ahora la guerra? Hay poderosos sectores ideológicos, políticos, económicos y militares que se sienten fuertes y creen que la confrontación es el camino para ampliar poder, influencia y territorios. Entre los principales beneficiados, la poderosa industria armamentista y financiera que gira a su alrededor.

"Hay poderosos sectores ideológicos, políticos, económicos y militares que se sienten fuertes y creen que la confrontación es el camino para ampliar poder, influencia y territorios"

En Estados Unidos, determinados círculos quieren garantizar que ninguna potencia pueda disputarles la hegemonía en el futuro. China se rearma silenciosamente esperando su momento.

Rusia quiere ganar la guerra de Ucrania a cualquier precio. La Unión Europea (UE) teme una Rusia expansionista; la India observa con recelo el ascenso de China; y Oriente Próximo continúa en ebullición. En todo el mundo, todos se preparan para lo que pueda venir.

Hemos entrado en una etapa de tensiones crecientes donde aumenta el “riesgo de accidentes”, también nucleares. Solo un entendimiento entre las grandes potencias y un compromiso real de desarme puede alejarnos de esta carrera armamentista que nos empobrece a todos (y, en particular, a los europeos) y puede acabar desembocando en más guerras.