La demarcación de Tarragona incluye el Camp de Tarragona y las Terres de l’Ebre, territorio singular y privilegiado al sur de Europa, con ciudades económicamente destacadas como Tarragona, Reus, el Vendrell, Tortosa, Cambrils, Salou, Calafell, Valls, Vila-seca y Amposta. Dispone de uno de los complejos petroquímicos más importantes del continente, de un puerto estratégico en el Mediterráneo, de un sector agroalimentario profundamente arraigado y de una potencia turística que atrae millones de visitantes cada año.
Esta combinación es poco habitual y sitúa la demarcación como una parte clave en el desarrollo económico de Catalunya. Con datos del Consell Superior de Cambres, el territorio tiene el 10,8% de la población catalana (861.744 habitantes, de los cuales un 18,4% son de origen extranjero) y cerca del 20% del territorio. El PIB per cápita es ligeramente inferior a la media catalana.
Tarragona combina uno de los complejos petroquímicos más importantes del continente con un puerto estratégico y la fuerza agroalimentaria y turística
Empresas y empleo
Al igual que en el conjunto de Catalunya, de acuerdo con datos del Registro Mercantil, en los últimos años las empresas de la demarcación han mejorado su capitalización, actividad y rentabilidad, aunque todavía queda camino por recorrer para alcanzar los niveles medios del país. Entre las empresas más relevantes se encuentran en sectores como la química y petroquímica (Repsol, BASF, Dow, Elix Polymers, Maverick), higiene y salud (Essity), energía (Ascó-Vandellòs II, que producen el 59,1% de toda la energía eléctrica producida en Catalunya), automoción y componentes (Lear, Mahle Thermal & Fluid Systems, Idiada), tecnología (T-Systems, Inetum), papel (Gomà-Camps), agroalimentación (Pavo, F. Faiges, Andrés Pintaluba, Piensos Procasa, Delafruit, Borges y las cooperativas Unió, Valls, La Selva del Camp, Cellers Domenys), distribución (Fragadis, Roca Trull) y PortAventura.
Entre 2017 y 2023, la población ha crecido un 7,1%, una señal de dinamismo, aunque el mercado de trabajo mantiene retos: la tasa de paro es ligeramente superior al 10%, la más alta de las demarcaciones catalanas. De acuerdo con el Anuari de la Pime 2025 (Pimec), el tejido empresarial es mayoritariamente de pymes: 53.308 empresas, que representan el 99,8% del total y generan el 72,1% de la ocupación de la demarcación. Suponen el 9,8% de todas las pymes catalanas.
Fuerza industrial y ecosistema de conocimiento
Para entender el momento actual de la economía tarraconense es necesario analizar sus fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas. Entre las fortalezas destaca un tejido industrial potente, diverso y altamente especializado, liderado por la química y la energía, que genera empleo cualificado y elevado valor añadido. El Port de Tarragona y el aeropuerto de Reus (que cerró 2024 con 1,2 millones de pasajeros y 21.900 vuelos) son activos estratégicos de primer orden, con conexiones internacionales que favorecen las exportaciones y la llegada de personas. El turismo es un sector consolidado, con marcas como la Costa Dorada o PortAventura que atraen millones de visitantes. La agroalimentación —aceite, vino, fruta, arroz del Delta, ganadería, industria transformadora...— aporta diversificación y arraigo territorial.
A todo esto, se añade un ecosistema de conocimiento cada vez más sólido, con la Universitat Rovira i Virgili (URV) como motor de formación, investigación y generación de talento, y con centros tecnológicos como Eurecat y diversos institutos de investigación (ICIQ, ICAC, IPHES...). Según el rector de la URV, Josep Pallarès, los casos de éxito de spin-offs universitarias, las alianzas TECNIO e iniciativas como el Hub Foodtech & Nutrition demuestran que la conexión entre investigación, innovación y empresa es decisiva para ganar competitividad. Proyectos como el Clúster TIC Catalunya Sud, la química verde, la descarbonización o el hidrógeno renovable confirman esta dinámica positiva. El territorio dispone de capital humano cualificado, infraestructuras científicas, empresas fuertes y una posición geoestratégica notable.
El territorio dispone de capital humano cualificado, infraestructuras científicas, empresas fuertes y una posición geoestratégica notable
También hay que destacar el tejido asociativo empresarial, con entidades como la Fundació Gresol, que mediante sus jornadas y encuentros de directivos impulsa la conexión y la dinamización económica. Tal como recuerda Clara Brull, el potencial de la demarcación pivota sobre las “3T: Territorio, Talento y Tecnología”, una buena manera de sintetizar sus principales fortalezas.

Baja productividad, digitalización y el problema de la conectividad
En cuanto a las debilidades, la productividad empresarial se mantiene por debajo de la media catalana, un factor que limita la competitividad del territorio. La dimensión reducida de muchas pymes dificulta alcanzar escalas óptimas en inversión e internacionalización, y al mismo tiempo persiste la necesidad de reforzar la cualificación profesional para dar respuesta a una industria cada vez más tecnificada. Natàlia Segura, socia directora de The Skeye, recuerda que la digitalización progresa de forma muy desigual entre las pymes, una brecha que frena la productividad y la capacidad de adaptación del tejido empresarial.
A pesar del papel estratégico del Port de Tarragona, el entorno logístico todavía arrastra carencias importantes en conectividad ferroviaria e intermodalidad, agravadas por el retraso del Corredor Mediterráneo y por la falta de enlace ferroviario con el aeropuerto de Reus. Además, los cuellos de botella de la movilidad —con colapsos constantes en la AP-7— continúan limitando la competitividad del territorio.
La mejora de las conexiones no solo reforzaría la competitividad empresarial, sino que, en un contexto de teletrabajo mixto cada vez más extendido, ayudaría también a retener y atraer talento al territorio. Como recuerda Laura Roigé, presidenta de la Cambra de Comerç de Tarragona, “la industria química y el Port son dos motores; la actividad empresarial ya percibe el crecimiento del tráfico de cruceros y mercancías, pero para que el Port mantenga su competitividad es necesario que el territorio disponga de infraestructuras prioritarias”.
Las cifras oficiales de paro no recogen a los trabajadores fijos discontinuos del turismo y la hostelería durante los periodos de inactividad
Hay que tener presente que el Camp de Tarragona, el interior y las Terres de l’Ebre conviven con realidades y problemáticas diferentes, que pueden ser percibidas con matices distintos desde Tarragona o Reus respecto a Valls o Tortosa. Además, sectores como el turismo tienen estacionalidad, con impacto directo sobre la estabilidad y la calidad de la ocupación. Por ello, las cifras oficiales de paro no recogen a los trabajadores fijos discontinuos del turismo y la hostelería durante los periodos de inactividad, lo que significa que la realidad laboral del territorio es más frágil de lo que muestran las estadísticas.
La transición energética como camino a seguir
En cuanto a las oportunidades, el territorio vive un momento clave. La química verde, la descarbonización, el hidrógeno renovable, la economía circular y las energías limpias ofrecen un amplio potencial de crecimiento. La gestión forestal continúa siendo una asignatura pendiente que, bien orientada, podría convertirse en una oportunidad en un contexto de cambio climático.
El despliegue del Corredor Mediterráneo puede situar al Port de Tarragona y su clúster industrial en una posición privilegiada dentro de las rutas europeas. Entre otras infraestructuras pendientes destaca la estación intermodal. Tal como señala Francesc Faiges, presidente de la Cambra de Comerç de Tortosa, la logística será “el nuevo motor de los territorios competitivos”: esta estación podría convertir las Terres de l’Ebre en un auténtico hub del sur de Catalunya. Mejorar la conexión real entre el Camp de Tarragona y las Terres de l’Ebre sería un factor multiplicador para el conjunto del territorio.
La estación intermodal del Corredor Mediterráneo podría convertir las Terres de l'Ebre en un auténtico 'hub' del sur de Catalunya
La saturación de Barcelona puede convertirse en una oportunidad: si las comunicaciones mejoran, vivir a una hora de la capital con mejor calidad de vida y vivienda más asequible puede atraer talento y nueva actividad económica hacia el territorio. El turismo también tiene margen de crecimiento si avanza en desestacionalización, diversificación y sostenibilidad. Realidades como PortAventura han demostrado que es posible generar actividad más allá del verano.
En esta línea, Arnau Farré y Miquel Àngel Fuster, del Col·legi d’Economistes, recuerdan que “el territorio puede aprovechar grandes proyectos que contribuirían a desestacionalizar el turismo y dinamizar la actividad económica”, como Hard Rock, una iniciativa que genera debate y no tiene consenso unánime. El turismo cultural y el enoturismo tienen un recorrido excepcional: Tarraco, el modernismo de Reus y las catedrales del vino —como la de Rocafort de Queralt—, la calçotada, los castellers, la Ruta del Cister, Santes Creus, Poblet y Vallbona, son ejemplos. Las DOQ Priorat, DO Montsant, DO Terra Alta, DO Tarragona y DO Conca de Barberà, junto con el aceite de la DO Siurana, configuran un mosaico de gran calidad y proyección.

Todo esto se articula sobre un paisaje extraordinario que abarca las Terres de l’Ebre, las Muntanyes de Prades y la Conca de Barberà. Como apuntan Anton Aubia y Marc Parés: “Es un patrimonio natural todavía poco aprovechado y con un enorme potencial de futuro”. Antoni Pont, presidente de honor de Borges, recuerda que el Centenario de Antoni Gaudí es una oportunidad para proyectar Tarragona al mundo a través de su patrimonio cultural.
Si las comunicaciones mejoran, vivir a una hora de la capital con mejor calidad de vida y vivienda más asequible puede atraer talento y nueva actividad económica hacia el territorio
La URV y los centros tecnológicos también tienen una oportunidad destacada para impulsar la transferencia de conocimiento y la creación de empresas intensivas en tecnología. Un ejemplo es el proyecto de la Gigafactoría de IA en las Terres de l'Ebre, que muestra la capacidad de atraer iniciativas de alto impacto. Jordi Ciuraneta, presidente de Pimec Tarragona, señala también dos palancas clave de futuro: la creación del Área Metropolitana de Tarragona, que puede reforzar la cohesión territorial y activar dinámicas compartidas más allá de los límites municipales, y los fondos de transición nuclear, una oportunidad para transformar los 96 municipios implicados y generar nuevas trayectorias de desarrollo.
Todo esto es especialmente relevante en un territorio donde casi ocho de cada diez empresas (79,39%) forman parte del sector servicios, un nivel de terciarización que, bien orientado, puede generar actividad en turismo de calidad, cultura, salud, logística y servicios corporativos, tal como recoge el Plan Estratégico de Promoción Económica y Ocupación 2025–2027 de la Diputación de Tarragona.
Despoblación, cambio climático y precios energéticos
Finalmente, entre las amenazas destaca la volatilidad de los precios energéticos, que afecta de manera directa a la industria química y otros sectores intensivos en energía. A esto se añade el endurecimiento regulador europeo, que puede incrementar costes y reducir la competitividad de sectores tractores. En el ámbito logístico, la competencia de otros puertos es cada vez más fuerte, especialmente en tráficos de mercancías y cruceros.
El cambio climático puede condicionar actividades estratégicas: la sequía y la escasez de agua afectan a la agricultura y la industria; el aumento de temperaturas y los episodios extremos pueden impactar el turismo de litoral; y la pérdida de biodiversidad pone en riesgo sectores como el pesquero. En este contexto, se hace imprescindible invertir en infraestructuras del ciclo del agua y potenciar la reutilización para garantizar actividad económica y sostenibilidad.
La dificultad para retener talento cualificado puede limitar el crecimiento futuro si no se aborda con políticas activas de formación y atracción de capital humano
El sector primario afronta otros retos: despoblación rural, envejecimiento agrario y falta de relevo generacional. Las tensiones geopolíticas globales —guerras comerciales, inestabilidad en Oriente Próximo o desajustes en las cadenas de suministro— pueden alterar los flujos de materias primas esenciales para el complejo petroquímico y para otras industrias del territorio. Finalmente, la dificultad para retener talento cualificado puede limitar el crecimiento futuro si no se aborda con políticas activas de formación y atracción de capital humano.
Con este escenario, la demarcación afronta una etapa decisiva. Dispone de activos excepcionales que le confieren una gran capacidad de resiliencia. Pero para que este potencial se traduzca en crecimiento sostenido es necesario que todos los actores políticos, económicos y sociales trabajen con una agenda compartida. Si el Camp de Tarragona y las Terres de l’Ebre alinean sus fortalezas, tienen todos los ingredientes para convertirse en uno de los principales motores económicos del Mediterráneo.