
No es necesario estar atento a la prensa económica para observar que, en los últimos meses, la OPA hostil de BBVA sobre Banc Sabadell ha copado titulares, encendido los debates financieros y movilizado a accionistas, medios y analistas e incluso ha abierto un debate político. No es para menos. Estamos ante una operación que, más allá de cifras y sinergias, enfrenta dos modelos de banca, dos formas de entender la generación de valor, y dos visiones sobre cómo abordar el futuro del sector financiero español y, cómo no, europeo.
Desde mi experiencia en banca, y reconociendo que puedo tener una visión sesgada, tras seguir de cerca esta operación desde el principio, quiero invitar al lector a mirar más allá del ruido.
Este es mi primer artículo en VIA Empresa y en él propongo una lectura estratégica y fundamentada de la OPA hostil del BBVA sobre el Banc Sabadell, con el objetivo de aportar contexto y claves para entender las implicaciones de esta operación, más allá del ruido político o emocional. Y por qué la cita del próximo 24 de julio, la fecha de presentación del nuevo plan estratégico del Sabadell, debería marcarse en rojo en la agenda de todo accionista.
Los datos son más que evidentes. En 2023, el Sabadell superó los 1.300 millones de euros en beneficios. A ello hay que sumar una rentabilidad sobre capital tangible (RoTE) del 14,9 %, frente al 12,2 % del año anterior, lo que refuerza su eficiencia operativa. Además, su ratio de capital CET1 fully loaded rondó el 13,3 % a cierre de 2024, muy por encima del mínimo regulatorio y con un colchón que le permite distribuir hasta 3.300 millones entre dividendos y recompras en 2024–2025. Complementan el sólido perfil unos márgenes recurrentes en torno a 3.315 millones de euros, una ratio de eficiencia del 48,7 %, y una morosidad reducida al 2,84 %, mínimos desde 2009.
La venta del TSB o la definición de una dirección estratégica
Asimismo, Banc Sabadell ha anunciado una retribución al accionista sin precedentes: 1.300 millones de euros en dividendos ordinarios, más otros 2.500 millones de euros extraordinarios procedentes de la venta de su filial británica TSB, recientemente acordada con el Banco Santander por más de 3.100 millones de euros.
Esta decisión demuestra la solidez y visión del equipo directivo, al tiempo que mejora la estructura financiera y crea nuevas oportunidades para invertir y consolidar la presencia en el mercado español. Un cambio estratégico que se produce en un momento clave.
Solo quienes mantengan sus acciones en el primer trimestre de 2026 podrán recibir el pago de la venta del TSB; quienes las hayan vendido o aceptado la OPA de BBVA quedarán fuera de esta retribución
Hay decisiones que definen una dirección estratégica. La venta de TSB es una de ellas. Adquirida en 2015 por cerca de 2.400 millones de euros, el Sabadell no solo la vende ahora a buen precio, 1,5 veces su valor en libros, sino que materializa una plusvalía que refleja una gestión eficiente y paciente.
Más allá del precio, lo realmente importante es cómo afecta directamente al accionista. En la junta extraordinaria convocada para el 6 de agosto se someterán a votación dos puntos esenciales: la autorización para vender TSB y la distribución de un dividendo extraordinario de 0,50 euros por acción, previsto para el primer trimestre de 2026. Solo quienes mantengan sus acciones en ese momento podrán recibir ese pago; quienes las hayan vendido o aceptado la OPA de BBVA quedarán fuera de esta retribución.
Sumemos: 1.300 millones de euros en dividendos ordinarios + 2.500 millones de euros extraordinarios = 3.800 millones de euros para el accionista en 12 meses. Una cifra que no solo eclipsa la oferta de BBVA, sino que plantea una pregunta incómoda: ¿por qué vender barato hoy lo que vale más mañana?

Desde que se anunció la OPA, las acciones del Banc Sabadell han registrado una revalorización notable, reflejo de una percepción del mercado que va más allá de la oferta inicial: se anticipa una posición negociadora más sólida y un potencial de crecimiento mayor. Mientras tanto, BBVA ha mantenido su propuesta sin cambios, incluso después de que Sabadell redujera su perímetro con la venta de TSB. Que la cotización actual se acerque a los niveles implícitos en la oferta debería hacer reflexionar a los accionistas: aceptar en estas condiciones podría suponer renunciar a una valorización que el mercado ya está reconociendo. Y aunque ningún movimiento bursátil garantiza el futuro, las señales del presente no deberían ignorarse.
En toda OPA, los accionistas son los verdaderos jueces. Y su decisión debe estar basada en información rigurosa, visión estratégica y sentido económico. El equipo directivo del Sabadell ha mantenido, hasta la fecha, una línea de actuación caracterizada por la ejecución, la comunicación y la anticipación estratégica. La carta enviada la semana pasada por el presidente Josep Oliu a los accionistas es un buen ejemplo de ello: claridad, transparencia y datos concretos.
Hay una cuestión de fondo que merece destacarse: la confianza. En un entorno donde muchas veces los grandes bancos parecen diluirse en estructuras opacas y centralizadas, Sabadell mantiene una identidad territorial fuerte, un foco claro en la banca de empresas y una cercanía con sus stakeholders que vale, y mucho.
Tengo claro que el foco del Plan Estratégico del Sabadell estará en los objetivos financieros, la eficiencia operativa, la digitalización y, sobre todo, en la rentabilidad futura
Todo apunta al 24 de julio como una fecha decisiva: ese día, el Banc Sabadell presentará su nuevo Plan Estratégico 2025-2027, y no se trata solo de números o promesas, sino de una oportunidad real para mostrar hasta dónde puede llegar la entidad por sí sola. No es menor el hecho de que los planes anteriores se han cumplido, y eso, en el mundo de la banca, vale mucho más que cualquier eslogan: la credibilidad se gana ejecutando. Tengo claro que el foco estará en los objetivos financieros, la eficiencia operativa, la digitalización y, sobre todo, en la rentabilidad futura. Pero más allá del ruido de la OPA, lo que realmente está en juego es demostrar que Sabadell no necesita fusionarse para crecer, sino que puede hacerlo con solidez y rumbo propio.
El BBVA es una entidad sólida, con presencia internacional consolidada. Sin embargo, eso no implica que su OPA represente, por defecto, la mejor opción para los accionistas del Banc Sabadell. De entrada, el hecho de que se proponga un canje de acciones en lugar de un pago en efectivo ya traslada cierta carga fiscal al accionista, algo que incluso se menciona en la carta del presidente Oliu. Y si a eso le sumamos que no ha habido un ajuste en el precio tras una operación tan relevante como la venta de TSB, cuesta ver dónde está realmente el beneficio inmediato para los actuales accionistas.
Las sinergias del BBVA
BBVA estimaba inicialmente que la integración con Sabadell generaría sinergias anuales de hasta 850 millones de euros, principalmente a través de la integración tecnológica, la racionalización de estructuras y mejoras en la financiación mayorista. No obstante, tras las condiciones impuestas por el gobierno español, las cuales obligan a mantener la independencia jurídica, operativa y de marca del Banc Sabadell durante al menos tres años, la entidad reconoce que solo podría capturar alrededor de 300 millones de euros anuales, es decir, un 35 % del ahorro previsto inicialmente.
Pese a esta limitación, el BBVA ha decidido seguir adelante con la OPA y ha formalizado ante el gobierno español y la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) una serie de compromisos destinados a preservar la identidad y el arraigo territorial del Sabadell. Entre ellos destacan: mantener el centro corporativo y operativo en Sant Cugat, conservar la marca Sabadell durante un mínimo de cinco años, evitar despidos forzosos durante tres años y garantizar que la gestión de pymes y autónomos se mantenga en Catalunya y la Comunidad Valenciana. Asimismo, el banco se compromete a ampliar la financiación a familias y empresas en hasta 5.000 millones de euros adicionales al año, y a reforzar su actividad social, cultural y científica en los territorios donde el Sabadell tiene una presencia relevante.
Comprar un banco justo cuando empieza a generar más valor del que se reconoce en la oferta me parece, como mínimo, una apuesta difícil de justificar
Con más de cinco décadas en el sector, y habiendo vivido en primera fila la profunda transformación de la banca en los últimos veinte años, me resulta imposible no ver este momento con una mirada crítica pero también fundamentada. La historia del sistema financiero está llena de fusiones, compras y resistencias; algunas salieron bien, otras no tanto. Hoy vemos al BBVA intentando crecer en España mediante la adquisición del Sabadell, mientras que el Santander refuerza su posición en Reino Unido comprando TSB. Es una jugada llamativa, que habla de estrategias distintas y que, en el fondo, podría alterar los equilibrios dentro del sistema bancario español y europeo.
En este contexto, los accionistas de Sabadell tienen razones sólidas para creer en el proyecto independiente del banco: los resultados acompañan, la estrategia es clara y la remuneración al accionista, más que competitiva. Por eso, tal y como está planteada, la OPA del BBVA no solo se queda corta, sino que llega en un momento en el que el Sabadell empieza a demostrar todo su potencial. Comprar un banco justo cuando empieza a generar más valor del que se reconoce en la oferta me parece, como mínimo, una apuesta difícil de justificar.
Una OPA hostil solo puede ser respondida con resultados, hechos y confianza. El Banc Sabadell lo sabe, y lo está haciendo. En un contexto de elevada incertidumbre geopolítica y regulatoria, la entidad ha logrado consolidar una posición de rentabilidad sólida, mejorando sus márgenes, optimizando costes y diversificando riesgos.
El próximo 24 de julio será un punto de inflexión. Y ahí estaré, como muchos de ustedes, atento a los datos, a la visión y a las señales que marcarán el futuro del Sabadell. Porque, en tiempos de incertidumbre, la mejor defensa siempre es una buena estrategia.
Lo que viene después del 24 de julio puede redefinir no solo al Sabadell, sino también el futuro de la banca española. Nos leemos en unos días. La historia no termina aquí. Solo empieza un nuevo capítulo.