
Una de las grandes servidumbres del ser humano de sexo masculino es la necesidad perpetua de rasurarse, incluso cada día, los pelos que brotan por el rostro con una persistencia admirable. La alternativa de no hacer nada tampoco facilita las cosas, porque todo el que haya lucido barba en algún momento de su vida sabrá que esta también acaba requiriendo atenciones que son probablemente tan enojosas como el mismo afeitado.
Un reto permanente y vitalicio que muchos viven con resignación de llevar a cabo una tarea propia de Sísifo. Precisamente por estas características, un mercado amplio y la imposibilidad de renuncia, sorprende mucho que las soluciones que el mercado propone sean tan limitadas desde el punto de vista comercial. Nos estamos refiriendo al gran misterio que supone que para una actividad tan extendida y permanente casi solo un fabricante ofrece sus servicios: nos referimos a la multinacional americana Gillette, que ha conseguido una posición cercana al monopolio en el segmento de las maquinillas manuales de afeitar.
Si entramos en cualquier punto de venta del país y nos acercamos al lineal destinado a ofrecer estos utensilios, rápidamente comprobaremos que la presencia de Gillette es abrumadora, dejando en un rincón un pequeño espacio a los competidores, a menudo reducidos a una sola marca: la alavesa Lea. Otro competidor menor es la histórica Wilkinson Sword, con orígenes en 1772, pero que cada vez es más difícil de encontrar. Con Lea, Wilkinson y alguna marca blanca casi finaliza el catálogo de opciones. Cuesta entender que la oferta de fabricantes sea tan exigua, pero lo que es peor es que es del todo seguro que esta falta de posibilidad de elegir ha empujado los precios del producto hacia arriba.
Y es que las hojas de afeitar de Gillette son realmente caras. Aunque no estamos hablando de Nvidia o de Tesla, por poner dos ejemplos, ellos aseguran que gastan verdaderas fortunas en innovación tecnológica, una investigación que al final desemboca en la decisión estratégica de pasar de dos hojas a tres y de tres a cuatro. E incluso, a cinco. Parece extraña esta evolución cuando treinta años atrás ya nos habían convencido de que su afeitado era perfecto. Aunque no es fácil encontrar datos precisos del sector, se dice que el dominio abrumador de Gillette llega a ser del 80% del mercado español.
En 2023, justo cuando los primeros pasos empresariales de la familia cumplían dos siglos, Lea recibió el premio Pyme del Año por parte de la Cámara de Comercio de España
Hemos mencionado a Lea, un fabricante de utensilios de afeitar con sede en Vitoria (Álava) y ahora hay que poner el foco en ella. Se trata de una compañía fundada en 1855 por parte de Casimiro Lascaray, hijo de un emigrante de Aquitania que 32 años antes había abierto una pequeña factoría de velas. Con la segunda generación, la fábrica se centró en la producción de jabones y pasaría a llamarse La Estrella Alavesa, de donde proviene la marca actual LEA.
Hoy en día, la sexta generación de la familia gestiona una empresa con capacidad para competir con las grandes multinacionales, a la vez que lucha por evitar caer de los lineales fruto de la presión de Gillette. La facturación actual del negocio ya está cerca de los 70 millones de euros y el saldo de resultados es positivo. En 2023, justo cuando los primeros pasos empresariales de la familia cumplían dos siglos, la empresa recibió el premio Pyme del Año, de alcance estatal y otorgado por la Cámara de Comercio de España.
La compra de Gillette fue la más grande de la historia de la multinacional Procter & Gamble: 57.000 millones de dólares
Por su parte, Gillette es una compañía fundada en 1901 por el emprendedor King Camp Gillette, que tuvo la idea de crear hojas de afeitar desechables para evitar el pesadísimo proceso de afilarlas periódicamente. Desde 2005, la compañía pertenece a la omnipresente multinacional de gran consumo Procter & Gamble, que la adquirió de manos de un consorcio inversor liderado por Berkshire Hathaway después de pagar 57.000 millones de dólares. En aquel momento fue la compra más grande de Procter & Gamble en toda su historia. Hoy en día, las ventas del fabricante de hojas de afeitar superan los 80.000 millones de dólares.
Sea como sea, para cualquiera que crea en el libre mercado, situaciones de dominio como la de Gillette en el segmento de las hojas de afeitar no son deseables y reducen a la mínima expresión la capacidad de decisión del consumidor.