
El día 3 de mayo de 2024, la empresa familiar catalana Puig salió a bolsa en medio de una gran expectación. Los gestores de la compañía hicieron caso a pies juntillas de los consejos de las firmas de banca de inversión que lideraron la operación, los estadounidenses Goldman Sachs y JP Morgan, de manera que los títulos de la empresa se estrenaron en el mercado en el punto más alto de la horquilla que se había diseñado como rango de precios.
Este precio de salida fue de 24,5 euros, que no solo maximizaba los ingresos de la familia y de la empresa, sino que inflaba la bolsa de comisiones de los colocadores. Al final, la banca de inversión, y especialmente los mencionados Goldman Sachs y JP Morgan, se llevó una retribución de casi 66 millones de euros por la salida a bolsa de la compañía, de manera que pudieron hacer una celebración bien justificada en la City de Londres.
Pero en un juego de suma cero, todo lo que ganan unos, lo pierden otros, y este precio de las acciones tan exigente no hizo ninguna gracia a los fondos de inversión que iban cargados de títulos en la OPV-OPS, dado que ellos preferían empezar la cotización con un precio que tuviera cierto recorrido al alza para poder ofrecer rentabilidad a sus clientes. La realidad es que pasados casi un año y medio del inicio de la flotación de las acciones, el valor de los títulos ha caído desde aquellos 24,5 euros hasta los 14 actuales, lo que significa un descenso muy doloroso del 43%.
Resulta obvio que, desde el punto de vista de la imagen, esta caída tan fuerte no es nada positiva para Puig. Además, hace pocos días, el Bank of America anunció un recorte al precio objetivo de la acción, que pasaba a los 15 euros (muy poco por encima de donde se sitúa ahora) desde los 18 anteriores. Por lo tanto, según los analistas de esta entidad financiera, el recorrido al alza esperable de las acciones de Puig es muy escaso.
Más allá de la recalificación de “comprar” a “neutral” que hace el banco y de la reducción del beneficio por acción que estima que empezará a verse este 2025, lo más preocupante es que esta visión pesimista no está solo relacionada con la desaceleración de la industria del lujo, que ya se está observando, sino que consideran que Puig se comportará peor que su competencia y, por lo tanto, perderá cuota de mercado en su sector.
Según los analistas de Bank of America, el recorrido al alza esperable de las acciones de Puig es muy escaso
En todo caso, lo que más ha llamado la atención esta semana ha sido el trasvase de títulos que se ha producido entre los directivos de la compañía y la familia Puig. Lo que ha pasado es que buena parte de las acciones que habían sido adquiridas a crédito por los principales directivos de la empresa han vuelto a manos de la familia, que las ha recomprado a un precio considerablemente superior al de mercado (aproximadamente un 20% por encima). Como hemos dicho antes, estos paquetes de acciones habían sido adquiridos a través de préstamos, de manera que los directivos podrán saldar la deuda que mantenían con la empresa y evitarán males mayores, en caso de que la cotización continuara la caída. Si normalmente se considera una señal positiva que los altos directivos de una empresa llenen sus carteras de acciones de la firma para la que trabajan, que se produzca la situación inversa -la que acabamos de explicar- a la fuerza debe tener una interpretación nada buena para Puig.
El origen del problema hay que buscarlo, en parte, en una salida a bolsa tan arriesgada. Después, a lo largo de estos últimos dieciocho meses, se han ido añadiendo otros factores, como el frenazo en el sector del lujo que hemos comentado antes y la incertidumbre generada por la llegada del presidente Trump a la Casa Blanca y todo el baile de aranceles. En el caso de la firma catalana, según asegura su primer ejecutivo, Marc Puig, el efecto real de los aranceles no es nada traumático, a pesar de que Estados Unidos es su principal mercado. De estas declaraciones se puede desprender que probablemente ha sido peor la incertidumbre vivida durante meses por las decisiones aparentemente erráticas del presidente Trump, que no el efecto contable real.
El efecto real de los aranceles no es nada traumático, a pesar de que Estados Unidos es su principal mercado
Con todo, los números de la compañía no son nada malos, porque tanto la facturación como los beneficios han seguido creciendo, tal y como muestra el cierre anual de 2024 y el semestral de 2025. Las previsiones para los próximos años no indican ningún tipo de parada en la progresión de sus magnitudes principales. En concreto, las ventas en 2024 se elevaron hasta los 4.790 millones de euros (un 11% de incremento), mientras que los beneficios subieron hasta los 531 millones (un crecimiento del 14%). En cuanto a 2025, durante el primer semestre tanto la facturación como los resultados han mejorado las cifras del mismo periodo del año anterior.