
En diciembre de 2015, los 196 países de las Naciones Unidas asumieron un compromiso histórico sobre el cambio climático. Un plan de acción conjunto conocido popularmente como el Acuerdo de París. Este año hará 10 años de su firma, y la 40ª Reunió del Cercle d'Economia ha aprovechado la ocasión para examinar dónde nos encontramos en esta hoja de ruta. La mesa redonda ha servido como aperitivo antes de la COP30 que tendrá lugar en Brasil el próximo noviembre. "Los flujos de inversión deberían aumentar en el rango de entre el 3% y el 6% para ser compatibles con los acuerdos de París", ha recordado Jim Skea. Él es el presidente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, y seguramente la persona con más ascendencia a la hora de juzgar las inversiones y proyectos desarrollados por los países que firmaron aquel acuerdo.
Hoy, el cambio climático sigue representando uno de los grandes retos del siglo XXI. El objetivo es limitar el crecimiento de las temperaturas globales hasta los 1,5 grados Celsius. Sin embargo, en esta lucha a contrarreloj hay estados que se lo han tomado con más calma que otros. Por eso, Skea se ha mostrado realista. "Es muy difícil alcanzar un consenso en una organización de 195 países", ha admitido ante el público. No ha sonado a excusa, porque rápidamente ha propuesto una alternativa: "Hay que buscar grupos de países que estén dispuestos a reunirse para acelerar". Es lo que perseguirá la IPCC en Brasil a finales de año.
En cuanto a su papel como líder de esta lucha común, ha remarcado que los informes que produce su institución son el "evento más grande" de las Naciones Unidas. Sin embargo, ha reconocido que deben "trabajar más" con los actores políticos para llevar a cabo el impulso que ha reclamado desde la Reunió del Cercle d'Economia.
Con su exposición inicial, Skea no ha pretendido regañar a los asistentes y ha optado por un tono moderado, con el que ha destacado "la esperanza" que le despierta el futuro. ¿El motivo? El buen trabajo que se ha logrado desde que el mundo se unió para frenar el cambio climático. "El coste de la energía renovable, especialmente la fotovoltaica, se ha reducido un 80% en comparación con 15 años atrás", ha celebrado. Hoy, estas energías verdes ya son "competitivas" cuando se comparan con los combustibles fósiles, pero aún queda un largo camino. "Tenemos las herramientas. La cuestión es cómo afrontamos el proceso", ha planteado.
En cuanto a la "brecha" a la que hacía referencia en comparación con el Acuerdo de París, Skea ha señalado que hay sectores como el energético que presentan una tasa inferior a la media global, mientras que otros como el transporte están por encima. Con los estados sucede algo similar: aquellos con más recursos se encuentran mucho más cerca de los objetivos establecidos hace una década, mientras que los países en vías de desarrollo abren la brecha hasta los dos dígitos.
La Taxonomía y la energía nuclear, otros nombres propios
Skea no ha comparecido solo. Después de un discurso de apertura muy aplaudido, se han unido dos figuras más: Helena Viñes, presidenta de la Plataforma de la UE sobre Finanzas Sostenibles y consejera de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV); y Nemesio Fernández-Cuesta, exsecretario de Estado de Energía (1996-1999) y copresidente del Grupo de Transición Energética de Alantra. Dos perfiles muy diferentes que han llevado a la mesa sus propias reivindicaciones.

Por un lado, Viñes se ha mostrado "optimista" en cuanto al paquete de finanzas sostenibles que se está llevando a cabo a escala comunitaria. "Hemos avanzado y hemos aprendido mucho. Hasta hace 2 meses, ya habíamos invertido 720.000 millones en inversiones en mitigación principalmente", ha anunciado. El sector más destacado fue el de la electricidad, seguido del automovilístico, la construcción, el inmobiliario y el fabricante.
También ha presentado algunas conclusiones de la Taxonomía de la UE, el indicador con el que determinan si las medidas que implementan las empresas europeas son sostenibles o no desde un punto de vista medioambiental. En el estudio han participado 1.700 empresas de la Unión, las cuales han proporcionado información "muy válida", de acuerdo con Viñes. "Para hacerlo sencillo, la Taxonomía funciona así: explícame dónde inviertes tu dinero y te diré hasta qué punto tu plan de transición es creíble", ha definido. Entre las primeras conclusiones, han encontrado que los mercados financieros europeos son en un 62% sostenibles, un hecho que ha convertido a Europa en un referente global. "En el mundo se están desarrollando 58 taxonomías y todas menos la china están inspiradas en Europa. Es un ejemplo de diplomacia verde", ha concluido.
Fernández-Cuesta: "Un sistema eléctrico descarbonizado permitiría electrificar todo o parte del proceso industrial o invertir en transporte electrificado"
Si bien la Taxonomía era el gran clamor de Viñes, en el caso de Fernández-Cuesta ha sido la energía nuclear. Especialmente, después del apagón eléctrico del pasado 28 de abril. A pesar de que el exsecretario de Estado de Energía ha subrayado que "las renovables son la forma más barata de generar energía" en Europa, ha añadido que la nuclear resultará un actor indispensable en el objetivo de alcanzar un sistema eléctrico descarbonizado. Actualmente, en el Estado representa el 20% de su mix, mientras que en Catalunya la tasa se dispara al 58%. Un hecho que lleva a pensar a Fernández-Cuesta que las nucleares "nunca cerrarán" en el territorio, especialmente por el poco peso que tienen las renovables.
"Cuando tienes un sistema descarbonizado tienes que electrificar más. España está al 25% de la electrificación final y hay que llegar al 40%-45%", ha analizado. ¿Qué queda, pues, para alcanzar el objetivo? El experto ha enumerado tres condiciones: la primera, no cerrar las nucleares; la segunda, invertir en redes; y la tercera, hacer lo mismo con el almacenamiento, que serían las baterías y el bombeo hidráulico. "Si hacemos todo esto tendríamos un sistema eléctrico descarbonizado que permitiría electrificar todo o parte del proceso industrial o invertir en transporte electrificado", ha justificado.
¿Hay dinero para financiar la transición?
Hecha la radiografía actual, tocaba mirar hacia el futuro. Uno de los principales quid es cómo financiar esta transformación de la economía europea. En este apartado, Viñes ha citado los depósitos de ahorro "enormes" que hay en el continente, entre 10 y 11 billones de euros. "Se tienen que canalizar a los mercados financieros y esto no solo requiere instrumentos e incentivos, sino un cambio cultural en la mente europea", ha explicado, a la vez que ha reclamado "invertir más en Europa" en lugar de empresas norteamericanas. Esta problemática es una de las principales preocupaciones en Bruselas y que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quiere abordar con el proyecto de la Unión de los Mercados de Capitales
Viñes ha citado reclamado "invertir más ahorros en Europa", mientras que Fernández-Cuesta y Skea han destacado la importancia de "capturar y almacenar CO₂"
Por otro lado, Fernández-Cuesta ha culpado a la burocracia por el freno del crecimiento económico europeo. Para ilustrarlo, ha mencionado el conflicto que atraviesa el sector de la automoción. "El problema en Europa es que primero ponemos la regulación. Siempre habíamos tenido una estrategia a la hora de producir vehículos: tenían que pequeños y funcionar con diésel. ¿Qué estrategia tenemos ahora?", ha cuestionado.
Finalmente, tanto Skea como él han coincidido en la importancia de "capturar y almacenar CO₂" como motor económico para financiar la transición verde. El exsecretario de Estado de Energía ha añadido otro factor: incentivar la inversión privada. "La tecnología siempre ha resuelto todos los problemas de la humanidad, y éste también lo resolverá. La inversión está bien, pero se invierte si hay retorno", ha apuntado. Un recordatorio que los europeos tendremos que tener presente a la hora de descarbonizar sin perder competitividad.