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Atlético de Madrid, el tercer club del Estado cambia de manos

La temporada 23-24 el club facturó 388,2 millones de euros, una cifra que le permite situarse como tercer club del panorama estatal

Miguel Ángel Gil Marín, Enrique Cerezo y Robert Givone, socio de Apollo i cogestor de ASC | Atlético de Madrid
Miguel Ángel Gil Marín, Enrique Cerezo y Robert Givone, socio de Apollo i cogestor de ASC | Atlético de Madrid
Roger Vinton
Escritor
14 de Noviembre de 2025 - 04:55

Hace pocos días ha saltado la noticia del cambio de propiedad de uno de los principales clubes del fútbol español, el Atlético de Madrid. El comunicado que ha emitido la entidad madrileña dice que el club y sus principales accionistas, Miguel Ángel Gil, Enrique Cerezo, Quantum Pacific Group y Ares Management han llegado a un acuerdo para que Apollo Sports Capital -la vertical de deportes del fondo Apollo- se convierta en el accionista mayoritario de la entidad. También aseguran que los principales ejecutivos continuarán siendo el empresario cinematográfico Enrique Cerezo Torres (1948) -como presidente- y Miguel Ángel Gil Marín (1963) -como consejero delegado, aunque ya se han hecho públicos algunos nombres de un futuro relevo. 

 

Lo que no aclara el comunicado son los términos económicos del acuerdo, que se han conocido por vías alternativas. Todo parece indicar que Apollo pasará a tener el 55% del capital de la sociedad, una participación para la que se compromete a pagar una cifra alrededor de los 1.400 millones de euros, lo que permite valorar la entidad roja y blanca en unos 2.500 millones (para conocer el importe exacto, habrá que saber cómo se ha llevado a cabo el cómputo de la deuda en la transacción).

La temporada 23-24 el club facturó 388,2 millones de euros, una cifra que le permite situarse como tercer club del panorama estatal

Aprovechando el cambio de manos de las acciones, se ha simplificado la estructura societaria atlética, que hasta ahora constaba de dos capas: los accionistas no estaban directamente en el capital del Atlético, sino que eran propietarios de Holdco, una sociedad holding que agrupa diversas participaciones, como veremos más adelante. Ahora Holdco ha desaparecido y la propiedad del club por parte de los accionistas es directa. Por cierto, los activos que hay dentro del grupo van más allá del club madrileño, porque también se cuentan dos franquicias, una en México -Atlético San Luis- y otra en Canadá -Atlético Ottawa-, que todavía no son muy rentables. La temporada 23-24 el club facturó 388,2 millones de euros, una cifra que le permite situarse como tercer club del panorama estatal -detrás del Barça y del Real Madrid- y el primero de todos aquellos que tienen forma de sociedad anónima. Esta es, por tanto, una transacción muy relevante dentro del mercado futbolístico español.

 

En cuanto al comprador, Apollo, se puede decir que este fondo de inversión no es un desconocido para los lectores de esta sección porque ya hemos explicado cosas sobre él en diversas ocasiones. Hablamos de él cuando apareció en medio de la lucha por el control de Applus, también cuando explicamos quién hay detrás de las grandes agencias de calificación de deuda (las conocidas agencias de *rating*) y también cuando detallamos los intereses del imperio Disney y, en concreto, cuando hacíamos mención de la productora Endemol, que tiene como accionistas tanto a Disney como a Apollo.

De los tres fundadores, en 1990, de Apollo, Marc Rowan es el que todavía continúa al pie del cañón como CEO y presidente del consejo. Los otros dos fundadores fueron Leon Black y Josh Harris. Este último abandonó Apollo en 2022 para centrarse en inversiones deportivas y por este motivo ahora mismo ocupa cargos de responsabilidad en clubes como los Philadephia 76ers, de baloncesto, los Washington Commanders de fútbol americano (antiguos Redskins) o el Crystal Palace, de fútbol. Por su parte, Leon Black salió de Apollo después de demostrarse ciertas relaciones oscuras con el entramado de Jeffrey Epstein. En la actualidad, Apollo gestiona activos por valor de unos 785.000 millones de dólares.

A diferencia de otros clubes, como el Barça, el Real Madrid o el Athletic, el Atlético de Madrid es una sociedad anónima, como decíamos, la más grande del deporte español. Su conversión hacia este modelo de propiedad se produjo en el año 1992, y fue como consecuencia obligada por la promulgación de la Ley del Deporte española de un par de años antes. Que el presidente del momento, Jesús Gil y Gil (1933-2004) consiguiera convertirse de la noche a la mañana en el máximo accionista del club fue un movimiento no exento de polémica, y es que el préstamo (unos 2.000 millones de pesetas, o 12 millones de euros) que sirvió para adquirir las acciones fue transferido al pasivo de la entidad. De hecho, este movimiento acabó en los tribunales y fue considerado una maniobra ilegal (apropiación indebida), pero la prescripción de los hechos evitó consecuencias mayores, y la familia Gil, junto con su escudero Enrique Cerezo mantuvieron la propiedad del club hasta la venta actual, momento en el que han pasado a ser accionistas minoritarios.

El gran as que permitió a Gil ganar las elecciones fue el fichaje de uno de los jugadores estelares del momento, el portugués Paolo Futre

Y si Jesús Gil llegó al momento de la conversión societaria como presidente es porque cinco años antes, en 1987, había ganado unas elecciones presidenciales celebradas entre la masa social atlética. La gran baza que permitió a Gil ganar las elecciones fue el fichaje de uno de los jugadores estelares del momento, el portugués Paolo Futre. Más tarde, el presidente del club entraría en política y llegaría a ser alcalde de Marbella.

La historia de este club se inicia en 1903, cuando estudiantes vascos residentes en Madrid, miembros del Athletic Club bilbaíno, decidieron crear una franquicia en la capital del Estado con el mismo nombre y colores que el club original. De esta manera nació el Athletic Club de Madrid, que durante un buen puñado de años mantuvo la relación con el club matriz, hasta el punto de plantearse participar unificados en algún Campeonato de España o de modificar los colores corporativos del azul al rojo cuando los vizcaínos lo hicieron. A consecuencia de la Guerra Civil, el club estableció un convenio con una entidad deportiva de carácter militar que funcionaba en Zaragoza, el Club Aviación Nacional, y pasó a llamarse Atlético Aviación, pero el acuerdo solo continuó vivo hasta 1947.

En las últimas décadas el club ha consolidado su posición como tercera fuerza estatal y ha abierto una brecha importante respecto a otras entidades con las que durante mucho tiempo conformó la clase media del fútbol español, como es el caso del Valencia CF, el Real Zaragoza, o el mismo Athletic Club de Bilbao. La entrada del nuevo socio mayoritario debería permitirle situarse en primera línea europea por posibilidades financieras.