Lucha por Agbar: la importancia creciente del agua (II)

Pronto, Fainé tendrá en sus manos 730 millones de euros para invertir

El negocio del agua y Agbar | iStock El negocio del agua y Agbar | iStock

Habíamos dejado Agbar con la creación de su potente corporación que tenía por objetivo diversificar el negocio, pero en aquel momento estaban a punto de pasar muchas cosas en el mundo empresarial catalán. Durante la Navidad de 1989, se supo que SGAB estaba planeando una operación de gran alcance, nada más y nada menos que la fusión con otro gigante catalán de los servicios públicos como era Catalana de Gas (hoy, Naturgy). Aquella posible fusión era el residuo que había quedado de un proyecto de unión a tres bandas denominado AAC, donde tenía que entrar, además de las dos compañías indicadas, la cimentera Asland, que entonces estaba en manos de la suiza Cementia. Pero de manera repentina los franceses de Lafarge adquirieron la propiedad de Asland y se descolgaron de la fusión. Si hubiera salido adelante la unión entre Agbar y Catalana, el máximo accionista del conglomerado hubiera pasado a ser "la Caixa", que poseía un 34% de la gasista. Precisamente en aquellos momentos estaba naciendo aquello que se denominaba "Súpercaixa", la fusión entre la Caixa de Pensions y la Caixa de Barcelona (primera y tercera del ranking catalán, respectivamente), y que hoy es CaixaBank.

Al final, razones políticas frenaron la fusión entre las firmas catalanas, y es que el gobierno socialista de Madrid estaba mucho más interesado en que Catalana de Gas se fusionara con Gas Madrid, operación que, al tener aval político, sí fructificó, apareciendo en 1991 la sociedad Gas Natural, que finalmente ha evolucionado hacia Naturgy. Y también, fruto de los movimientos que generó la fusión frustrada, en 1990 "la Caixa" adquirió el 10% de Agbar, en lo que fue la entrada al capital que ha desencadenado todo lo que explicamos estos días. También hubo movimientos accionariales en la lucrativa Corporación Agbar (recordemos, la filial de negocios diversos, que llegó a facturar más que la matriz), donde Lyonnaise des Eaux adquirió el paquete del Banco Santander y superó el tradicional 40% del capital (más un 27% de la matriz), mientras que "la Caixa" se quedó las acciones que poseía el Banco Central.

Més info: La "escucha activa" de Agbar

Antes de entrar en el siguiente movimiento corporativo, hay que hacer una parada en el mundo inmobiliario, porque en 2005 la compañía de aguas hizo realidad su sueño de disponer de una sede corporativa con mucha personalidad, dado que levantaron lo que entonces se bautizó como Torre Agbar y que ahora lleva por nombre Torre Glòries. Un proyectil de 144 metros de altura diseñado por el prestigioso Jean Nouvel que tenía (y mantiene) como principal atractivo la gama de colores que proyecta cada noche sobre su fachada. Ubicado junto a la plaza de las Glòries, puerta de entrada del distrito 22@, fue la sede corporativa de la empresa entre 2005, año de la inauguración, y 2015, cuando se mudaron a la Zona Franca. Una década en la que pasaron unos años de alquiler (el propietario inicial fue la inmobiliaria Layetana, después el fondo Azurelau y finalmente Merlin Properties) y el resto como propietarios.

El siguiente cambio relevante en la vida de Agbar llegó en 2008, cuando "la Caixa" y Suez (la nueva denominación de la Lyonnaise des Eaux) hicieron una OPA para quedarse con el 90% del capital de la compañía catalana. Pero los franceses no tenían suficiente y decidieron comprar el paquete de "la Caixa" (un 24%), una entidad que conforme vendía su participación en Agbar, iba invirtiendo el dinero obtenido en la división de aguas de Suez, hasta llegar a ser el segundo máximo accionista detrás de la matriz GDF Suez (7% de los catalanes por un 34% de los franceses). Esto pasaba en 2014, pero justo un años antes se había creado una nueva compañía los derechos de la cual llevarían cola. En una demostración de gran imaginación, la nueva firma fue bautizada como Aigües de Barcelona y la gran novedad que aportaba era la presencia de una corporación local (Àrea Metropolitana de Barcelona) dentro del accionariado. El objetivo final de la nueva sociedad era esquivar el conflicto que había surgido 10 años antes al saberse que no existía ningún contrato que otorgara la concesión de la distribución de agua a SGAB. De hecho, en 2010 un juzgado de Barcelona había concluido que "la actuación de Agbar, en cuanto que concesionaria, es una actuación ilegítima". Con la creación de la sociedad mixta, donde la AMB tenía un 15% del capital, parecía que el conflicto quedaría olvidado, pero todos iban errados. En 2016, una sentencia del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya anuló el acuerdo para crear la sociedad, que gestionaba la distribución de agua en 23 municipios metropolitanos. Consideró que la creación de la sociedad mixta como sustituto del concurso público no estaba suficientemente argumentada por parte de la administración. Más tarde, los propios servicios jurídicos municipales llegaron a la misma conclusión, en el sentido que nunca había existido un contrato para la prestación del servicio y que Agbar se había aprovechado de una exclusividad que legalmente no había tenido nunca. El giro en la trama se produjo tres años más tarde, cuando el Tribunal Supremo emitió la sentencia sobre el caso donde avalaba la creación de la sociedad mixta y se cargaba la anulación del TSJC. Y como consecuencia, la concesión hasta el año 2047 volvía a estar en vigor.

"La Caixa" ha traspasado su paquete del 6% a Suez por 730 millones de euros; una liquidez que Fainé sabe que tiene que aparcar en algún lugar que genere buenos dividendos para alimentar la fundación

Y así llegamos a la OPA de Veolia sobre Suez (no la matriz, que recordemos que pasó a denominarse Engie, sino sobre la división de aguas, que mantuvo la denominación de Suez y que antes se había dicho Lyonnaise des Eaux), que ha desencadenado todo ello y que ha implicado que la Fundación Bancaria "la Caixa" traspase su paquete de casi el 6% (inicialmente del 7%) a los franceses por un importe de unos 730 millones de euros. A pesar de que la operación todavía está pendiente de cerrarse, Fainé ya sabe que tendrá esta liquidez tan considerable en sus manos y que tendrá que aparcarla en algún lugar que genere buenos dividendos para alimentar la fundación. ¿Qué mejor que una empresa ya conocida y rentable como Agbar? La valoración actual de la firma, de unos 3.000 millones de euros, implica que la entidad catalana podría llegar a acceder a un porcentaje próximo al 25%, pero habrá que esperar a que la OPA de Veolia queme todas las etapas y, entonces, ver si los franceses tienen algún incentivo para vender un porcentaje tan importante de la compañía catalana.

Un ingrediente inesperado: Operación Volhov

Pero poco antes de que se desencadenaran los movimientos corporativos entre las multinacionales francesas (Veolia, Suez y la propietaria de Suez, Engie), en Barcelona estaban pasando cosas de manera sepultada. El ingrediente inesperado de la historia se añadió hace un año, cuando los medios de comunicación publicaron, a partir de filtraciones de la Guardia Civil, toda una serie de conversaciones que afectaban de pleno a la compañía. Se trataba de la célebre Operación Volhov, una de aquellas razias contra independentistas que el Estado lleva a cabo periódicamente para atemorizar y dar toda una serie de señales al sobiranismo catalán. En esta ocasión, las filtraciones ponían el foco en los negocios de David Madí Cendrós y, precisamente, en sus intentos de entrar a formar parte del capital de Agbar. Si hacemos una investigación de todo lo que se publicó aquellos días y que procedía directamente de los documentos de la Guardia Civil, podemos disponer de suficientes piezas para construir el rompecabezas. En esencia, se trata de las transcripciones de las conversaciones telefónicas de una serie de personajes del "sector negocios" del soberanismo que afloraron a partir de las detenciones practicadas por la Guardia Civil a finales de octubre de 2020.

Las revelaciones empiezan el septiembre de 2019 y mayoritariamente provienen de escuchas telefónicas, a pesar de que los cuerpos de seguridad españoles también recurrieron a instalar micrófonos en los vehículos de los investigados y a hacerles seguimientos. Según comentaba Madí a sus contactos, tenía la convicción de que a partir de noviembre de aquel año Suez vendería Agbar y, por lo tanto, se abriría una rendija para quedarse la concesionaria a través de la firma que él preside, Aigües de Catalunya (filial del conglomerado Aguas de Valencia/Global Ómnium). Las percepciones de Madí iban más allá, en el sentido que estaba convencido de que una vez la compañía saliera al mercado, Fainé no estaría interesado en entrar a la subasta porque precisamente se suponía que estaría en fase de desprenderse del holding industrial para dedicarse a sanear el banco (CaixaBank), que según decía el propio Madí "no iba bien". No deja de ser curioso este enfoque del lobbista catalán, porque realmente el grueso del antiguo grupo industrial de "la Caixa" está ahora en manos del holding Criteria, que pertenece a la fundación (no a CaixaBank) y que sería el eventual comprador de la compañía de aguas porque el banco tiene más trabajo en dotar de solvencia su balance que en adquirir nuevas participaciones.

Estaba claro que Madí estaba del todo decidido a llevar a cabo el asalto a Agbar, pero cuando fue el momento de tantear a Fainé para ver si se quería implicar, la respuesta fue muy decepcionante

Con mucha probabilidad, el escenario en el que Suez se deshiciera de Agbar -una información que Madí trataba como sensible- en realidad procedía de las declaraciones públicas que desde el verano de aquel año iba tirando por los medios el máximo responsable de Amber Capital, accionista de peso de Suez, en el sentido que había que "reordenar" la multinacional francesa y un primer paso sería vender Agbar, un activo que consideraba maduro. Quien hacía estas declaraciones no era otro que Joseph Oughourlian, el financiero francés de ancestros armenios, propietario del fondo en cuestión y que hoy preside la firma española de medios Grupo Prisa. Lo que no podía imaginar Oughourlian es que sus planes quedarían en nada porque la OPA de Veolia no tardaría en llegar y barrería del mapa a todos los accionistas, él incluido.

Un mes después, Madí aseguraba a quien lo escuchaba al otro lado del hilo telefónico que existían ya inversores dispuestos a poner dinero para comprar Agbar, pero que existía una condición básica que era Global Ómnium -la empresa para la que trabaja de manera indirecta- pudiera acceder a un mínimo del 55% del capital. Este grupo está presidido por Eugenio Calabuig Gimeno que, además, parece ser el propietario final a través de varias sociedades interpuestas.

Así pues, estaba claro que Madí estaba del todo decidido a llevar a cabo el asalto a Agbar y que contaba con los apoyos financieros necesarios, pero cuando fue el momento de tantear a Fainé para ver si se quería implicar, la respuesta del banquero del Bages fue muy decepcionante: en primer lugar, de su respuesta parece inferirse que la empresa valenciana en cuestión no le caía nada bien por algún choque del pasado, y por lo tanto, no se pensaba reunir con ella; pero por encima de todo, adujo que él era un simple consejero de Suez que se debía a su presidente. El nombre que les dio Fainé fue el de Ángel Simón Grimaldos, presidente de SGAB. En este punto de las conversaciones ya había varias personas implicadas, entre ellas Carlos Colomer Caselles, gran empresario catalán (fue propietario de la rama española de Revlon) y tío de David Madí (hay que aclarar que Colomer está casado con Marta Cendrós, nieta del creador del Floïd y tía de Madí; al mismo tiempo, Madí es nieto de Joan Baptista Cendrós).

En diciembre de 2019, Madí ya tenía un nuevo compañero de viaje previsto, como era el fondo CVC, de quien hemos hablado en otras ocasiones (por ejemplo, en este artículo sobre la LPF o en este sobre DeOleo). El mapa de la operación consistía, en aquellos momentos, en que la financiación iría a cargo del fondo británico, mientras que los valencianos de Global Ómnium entrarían como socios industriales y se fusionarían con Agbar. El 55% del capital seria para el dúo CVC-Global Ómnium, con mayoría para los ingleses, mientras que el 45% de la compañía iría a manos de inversores catalanes, entre los cuales había mucho interés en que hubiera la constructora Rubau, que encabeza Joaquim Bordoy. Valoraban la operación en unos 3.000 millones de euros, cifra que ya hemos visto que encaja con la valoración realizada por otros protagonistas de todo este entramado.

Solo hay que esperar a que finalice el proceso de adquisición de Suez por parte de Veolia y ver si realmente están dispuestos a desprenderse de Agbar

Pero pronto empezaron a aparecer nubes negras en el horizonte de Madí, porque el exconseller Santi Vila (ahora vinculado al sector del agua, a través de su cargo de director general de Aigües de Banyoles) transmitió a Colomer su certeza de que si Agbar salía al mercado, la Fundació Bancària "la Caixa" la querría comprar. En enero del año siguiente, en 2020, ya corría por toda Barcelona esta operación como algo muy probable, pero Madí todavía no se lo quería creer, asegurando que se trataba de una "operación aparente", que en realidad serviría para que Ángel Simón (presidente ejecutivo de Agbar) tuviera una pasarela adecuada para entrar a la órbita de la estrella azul y acabar sustituyendo a Fainé como presidente de la Fundació Bancària "la Caixa". Hay que tener presente que el banquero manresano cumplirá 80 años el próximo verano.

Las conversaciones que los medios publicaron extraídas de los atestados de la Guardia Civil finalizan en enero de 2020, en plena resaca del Tsunami Democràtic, que, por cierto, también fue un tema central de las escuchas. Poco después llegaría la pandemia y el confinamiento, y es de suponer que todo quedaría parado. Una vez dejada atrás la crisis sanitaria, apareció sobre el escenario la OPA de Veolia destinada a cambiarlo todo. Ahora solo hay que esperar a que finalice el proceso de adquisición de Suez por parte de Veolia y ver si realmente están dispuestos a desprenderse de Agbar como parece que lo estaba Suez. Lo que es seguro es que pronto Fainé tendrá en sus manos alrededor de 730 millones de euros para invertir. Hay que seguirlo de cerca.

Més informació
Los tres proyectos de Agbar en clave climática y social
Lucha por Agbar: la importancia creciente del agua (I)
Hoy Destacamos
Lo más leido