
El periodo de aceptación de la OPA del BBVA sobre el Banc Sabadell concluye este viernes con una duda y una certeza. Si bien se desconoce el grado de aceptación, la operación ha llegado al final del camino con el mismo rechazo social con el que empezó. En Catalunya, sindicatos, patronales y asociaciones empresariales se han unido para frenar la desaparición de la entidad vallesana. Sin embargo, dentro de esta causa común convive un ala crítica del sector financiero muy cercana al banco que desea su independencia, pero lamenta que el Sabadell no estuviera preparado para defenderse de una OPA hostil como la planteada por el BBVA.
No se trata de una queja en cuanto a los megadividendos, el ambicioso plan estratégico 2025-2027 o la venta del TSB, sino sobre el origen de esta operación. Este jueves, el consejero delegado del Sabadell, César González-Bueno, presumió en VIA Empresa de la "rareza" que presenta la estructura accionarial del banco, con más de un 40% de cuota en manos de los minoritarios. "Antes se consideraba que podía ser una debilidad, pero yo siempre he pensado que era una fortaleza", defendió. De hecho, el dirigente agregó que el tiempo ha demostrado que es "aún más fortaleza" de lo que él mismo pensaba, dado que el BBVA se ha topado con una negativa muy grande por parte de este tipo de inversor durante el periodo de aceptación. El Sabadell estima que solo ha acudido a la propuesta un 1% de los minoritarios que son, además, clientes del banco -el 80% de este grupo-.
Sin embargo, el pensamiento de González-Bueno no es unánime en el entorno sabadellense. "Han querido hacer del Sabadell un gran banco, pero con este relato lo han convertido en algo que no es ni un Santander o CaixaBank, ni tampoco un pequeño banco protegido, sino una medianía que cuando se ha vuelto interesante se la han quedado", explica a este diario una fuente del sector vinculada a la entidad vallesana. Esta afirma sentir "rabia" por la desprotección que considera que sufre el accionariado a raíz de una "visión estratégica poco adecuada".
Para disponer de un aliado durante la OPA, el Sabadell ha contado con el apoyo de Zurich, su socio en el ámbito de los seguros. Actualmente, representa cerca del 5% del capital sabadellense y es el segundo máximo accionista del banco. Su negativa a la propuesta del BBVA, ratificada esta semana, ha ayudado a calmar los nervios en la cúpula vallesana. "Se quiere tener un núcleo de socios que hagan este papel con más participación, pero quizás hemos llegado tarde y el BBVA se ha aprovechado", comenta otro inversor minoritario. En su caso, se muestra más escéptico con respecto a la necesidad de una sindicatura y la considera un "arma de doble filo": "Si quieres blindarte completamente, te tienes que proteger tanto como puedas y tener tantas barreras como te permita la ley, pero si pones muchas, impedirás a su vez que la acción aumente de valor", concede.
El precedente de hace 20 años
En todo caso, la queja de esta ala crítica tiene su origen en diciembre de 2006, cuando La Caixa vendió el 12,45% de su participación. Inicialmente, el presidente del Sabadell, Josep Oliu, pactó con el otro gran banco catalán un peso elevado entre el accionariado para protegerse precisamente de una OPA hostil.
Cuando La Caixa dejó de ver estratégica su inversión en el Sabadell, el núcleo duro cambió de forma y pasó a las manos de una sociedad llamada Famol, participada con un 4,99% por el mismo Oliu, Joaquim Folch-Rusiñol -entonces presidente de Titan- y los empresarios Miquel Bosser, Isak Andic y José Manuel Lara. Previamente a la salida de La Caixa, el presidente del Sabadell ya había convencido a los empresarios a título individual: Lara se quedó con un adicional 2,7%, Andic con un 2,3% y Folch-Rusiñol un 1%. Otros grandes nombres como Enrique Bañuelos (Astroc) también entraron entonces. En total, más de un 10% comprometido a proteger los intereses del Sabadell.
Fuentes del sector financiero creen que Oliu tendrá "imposible" formar otro núcleo duro después del intento fallido de hace casi veinte años
El problema es que estos movimientos se produjeron justo antes del estallido de la burbuja inmobiliaria. Es decir, los inversores entraron en el capital vallesano prácticamente al mismo tiempo que la acción del Sabadell tocó techo y alcanzó su máxima valoración histórica en bolsa. "Si Oliu hubiera creado el núcleo duro después de la burbuja, aún hoy se mantendría. Pero lo hizo en el peor momento", analiza otra fuente del sector financiero, que cifra en 500 millones de euros las pérdidas de empresarios como Andic y Lara.
En opinión de este analista, que ha preferido mantenerse en el anonimato, el peso de aquella decisión aún se arrastra hoy. Desde hace meses, el entorno del Sabadell especula con la posibilidad de que Oliu podría estar preparando la entrada de un nuevo núcleo duro en caso de que el banco catalán sobreviva a la OPA. Desde el punto de vista de este experto, sin embargo, el presidente del Sabadell quedó desacreditado después del primer intento fallido: "¿Quién se puede fiar de otro núcleo duro después de aquello? Debería hacerlo otro presidente".
De momento, desde el banco catalán no han alimentado esta posibilidad. Esta semana, González-Bueno se limitó a subrayar en VIA Empresa que la participación de Zurich debería considerarse parte de un núcleo duro, aunque descartó que la cúpula del banco catalán esté persiguiendo la articulación de una iniciativa como la de hace casi veinte años. "No es imprescindible", remarcó.

El ala crítica y tradicional del Sabadell, sin embargo, lo ve diferente. "Antes el banco era privado y protegido, pero con la ampliación de capital, la compra de otras entidades y la entrada de los fondos todo esto se ha ido diluyendo", protestan. Desde su punto de vista, la ambición del banco vallesano ha sido su piedra de Sísifo en toda esta historia.
"El Sabadell ha querido ser una rana grande en un pequeño charco", concluye Xavier Brun, director del Máster Universitario en Mercados Financieros en la UPF BSM. El doctor alude al objetivo de la entidad catalana de crecer a partir de aspiraciones "regionales", muy diferentes del entorno de consolidaciones bancarias transfronterizas que demanda el Banco Central Europeo (BCE). Además, defiende que el Sabadell debería haber previsto un "control de riesgos", como "llegar a un acuerdo con una compañía de seguros muy grande o family offices, como Unicaja".
En cualquier caso, el mensaje desde el Sabadell es que una sindicatura no entra en sus planes inmediatos. Entre otras cosas, porque el consejero delegado no teme una nueva OPA en caso de resistir a los intentos del BBVA. Ni en el caso de su banco, ni en el de otro. "En este momento no hay ninguna entidad en España que no se sienta cómoda con su propia hoja de ruta", insistió González-Bueno este jueves. Mientras tanto, el proyecto del núcleo duro continuará descansando en el cajón.