Oli&Carol, el éxito internacional de los mordedores de bebés hechos por dos hermanas catalanas

Con solo 16 y 21 años, las hermanas Carolina y Olimpia emprendieron un proyecto de mordedores para bebés hechos con materiales naturales

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Olimpia y Carolina Román son dos hermanas que con 21 y 16 años emprendieron un proyecto de mordedores para bebés hechos artesanalmente con materiales naturales, sostenibles y libres de plástico. Era el 2013 y diez años después, Oli&Carol está presente en más de 80 países con Estados Unidos como principal mercado. Su apuesta por la sostenibilidad y el diseño supuso ina revolución para estos utensilios tan utilizados por los más pequeños.

Carolina Román: "Venimos de una familia muy emprendedora, tenemos la emprendeduría en la sangre"

"Venimos de una familia muy emprendedora, tenemos la emprendeduría en la sangre", explica Carolina Román, que aquel momento todavía iba a la escuela. Hablando con su hermana decidieron empezar un negocio de mordedores hechos con caucho 100% natural: "No hicimos ningún estudio previo ni nada, pero era un sector que nos hacía ilusión".

Su familia conocía el sector infantil y veían que podía tener mercado: "Todo el mundo quiere hacer un regalo a un bebé y se gastan mucho dinero". Lo que tenían claro es que el proyecto iba mucho más allá del producto en sí: "Queríamos mandar un mensaje a las familias de escoger juguetes que no sean de plástico o silicona, sino que fueran naturales y biodegradables". Desde entonces, la sostenibilidad ha marcado Oli&Carol.

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El primer cliente, de los Estados Unidos

"Nos lanzamos y en base de prueba y error fuimos aprendiendo y mejorando", explica Carolina. Uno de los primeros pasos fue crear una cuenta de Instagram, donde enseñaban los primeros esbozos de los mordedores. Y fue a través de esta red social donde el negocio arrancó.

"Solo teníamos 200 seguidores y nos escribió un distribuidor de los Estados Unidos que estaba interesado en nuestro producto. Alucinamos", recuerda la cofundadora. Después de una conversación por teléfono, vieron que compartían valores. Y fue este distribuidor el que los avanzó el dinero de un primer pedido, con el cual pagaron al fabricante de los mordedores: "Confió en nosotros".

Carolina Román: "Sin dinero de bancos o familia"

A pesar de venir de una familia de empresarios y tener 16 y 21 años, Carolina Román explica que pusieron en marcha el negocio "sin dinero de bancos o familia". De hecho, diez años después destacan que no han necesitado inversores externos o financiación bancaria.

El origen de todo nació por el caucho natural, una materia en la cual creen mucho. Ellas mismas hicieron los primeros dibujos de cómo se imaginaban los mordedores y encargaban la fabricación a Asia, donde se dispone de esta materia prima. Los mordedores, todavía hoy, se hacen de manera artesanal y uno a uno: "Cada pieza es única, no hay dos iguales". La expansión internacional, que llegó de buen principio, la han sustentado en distribuidores: "Estábamos en la escuela y la universidad y no teníamos tiempo para encargarnos nosotros". Hoy, Estados Unidos, Francia y España son los países donde más venden.

Una historia que gustaba

Ya a las primeras ferias que iban vieron que el producto gustaba y tendría futuro. También los valores de sostenibilidad y la historia de la marca, de dos hermanas jóvenes. A pesar de que hace diez años, los valores medioambientales no estaban tan extendidos aquí: "Si ahora ya cuesta la concienciación sobre la sostenibilidad, imagina antes". Pero lo tenían claro: "Priorizamos un proyecto de futuro y de crecimiento y que aportara a la sociedad".

Instagram, además de ser la plataforma que les llevó su primer gran cliente, ha sido también la herramienta que los ha permitido crecer más a lo largo de estos años. Hoy suman más de 150.000 seguidores. "Nos ha dado mucha visibilidad, nos ha conocido desde un Corte Inglés a una tienda de barrio y distribuidores internacionales".

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La gran revolución de las frutas

El 2015 llegó un gran punto de inflexión por Oli&Carol con la salida al mercado de unos mordedores naturales con formas de fruta y verdura. La primera fue un plátano. "Además de ser sostenible y biodegradable, introducíamos los bebés a comer de manera sana", explica Carolina. El éxito llegó: "Fue un boom". Fue justo cuando empezaron a hacer todavía más diseños propios, que cuidaban mucho

Carolina Román: "Hemos crecido despacio, pero de forma sana y orgánica"

El crecimiento de Oli&Carol ha sido sostenido desde sus inicios y esperan cerrar el 2024 con unos 3 millones de facturación. Pueden parecer cifras modestas a pesar de tener presencia en más de 80 países y en 3.000 puntos de venta. Pero ha sido una apuesta clara de las hermanas. "Hemos apostado por crecer despacio. Es tentador crecer exponencialmente, lo habríamos podido hacer. Pero lo hemos querido hacer de forma sana y orgánica, que es cómo nos gusta trabajar", resume Carolina Román, que ve Oli&Carol cómo un estilo de vida que refleja su manera de ser.

"Vemos casos de marcas que pierden su identidad cuando entran inversores. Y a nosotros nos obsesiona esto", añade Carolina, que sentencia: "Hacemos las cosas porque creemos en ellas". Con los años han ido incorporando nuevos productos para bebés y ahora también juguetes para edades algo más avanzadas. Pero con la sostenibilidad y valores educativos cómo una bandera a la cual no quieren renunciar.

Todos estos valores y el diseño de los productos les ha abierto las puertas también de museos de todo el mundo y sus tiendas de souvenirs. Por ejemplo en la Tate Modern de Londres. "Es un orgullo para nosotras porque eleva la marca a otro nivel", finaliza Carolina Román.

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